Si se te cruza un animal en plena autopista, piensa si merece la pena esquivarlo
Sé que este artículo no va a gustar a la Sociedad Protectora de Animales, pero creo necesaria hacer esta reflexión sobre el riesgo de esquivar un animal que se te cruza en plena autopista.
El pasado domingo ibamos por la autopista A6 camino de Madrid tras pasar un fin de semana en Galicia. La densidad de tráfico era bastante alta, aunque sin retenciones. La noche caía, la música sonaba plácidamente y los asientos ventilados de aquella berlina generalista nos ayudaban a combatir el insoportable calor. Las luces del coche comenzaban a ser el mejor aliado para iluminar el camino. El camino... y el zorro que se nos cruzó en plena autopista.
Porque a pesar de que circulaba por una autopista de peaje, la extremadamente cara A6 que enlaza Madrid hacia el noroeste de España, y que teóricamente ese tipo de vías disponen de vallado para evitar la entrada de animales, ahí apareció el cual Antonio Banderas en la película 'El Zorro'.
Una decisión rápida y acertada
A decir verdad, cuando vi que un animal se metía en la calzada desde el margen derecho de la carretera, pensé que se trataba de un perro. Estaba bastante lejos, justo entrabando en la calzada en el límite más lejando de iluminación de las luces del coche, pero lo hacía tan despacio que en décimas de segundo, circulando a 120 km/h como circulaba en aquel momento, estábamos casi encima de el.
Tocaba entonces tomar una decisión rápida y acertada: tratar de esquivar al animal o no hacerlo y asumir el imapcto. Por suerte, aunque como decía antes el tráfico esa noche era denso, estaba en uno de esos tramos libres de coches a mi alrededor entre el convoy de vehículos que acababa de adelantar y el siguiente que se veía a lo lejos.
Con un "tranquila" avisé a mi novia, que iba en el asiento del copiloto, de que algo iba a pasar. Haciendo uso de todo lo que, por suerte, he aprendido en los múltiples cursos de conducción a los que he asistido a lo largo de mi vida, decidí en milésimas de segundo tratar de evitar al animal, que en ese momento ya se encontraba en el punto medio de separación de ambos carriles.
Para evitar el impacto pisé enérgicamente el freno y me desplacé al mismo tiempo hacia la derecha, sobrepasando incluso el límite natural del carril y pisando parte del arcén. Fue un movimiento inenso a nivel de frenos, aunque no llegó a actuar el ABS, pero suave con la dirección para no desestabilizar el coche. El animal por suerte no se paró en medio de la carretera y justo llegó al arcén izquierdo al mismo tiempo que yo pasaba con el coche a su lado en plena deceleración.
Situación superada, por suerte, pero además de tener que calmar a mi novia que no entendía del todo bien por qué había hecho esa maniobra de emergencia, me puse a pensar si esto es lo que debería haber hecho. Por suerte, en mi caso salió bien, ya que la velocidad no era excesivamente alta y toda la maniobra se llevó a cabo con cierta distancia de seguridad. Pero ¿y si el animal hubiese salido a la carretera más cerca? ¿Hubiese merecido la pena hacer lo mismo? ¿Y si yo fuese más rápido? ¿Hubiese podido salvar la situación sin riesgos?
Una frenada de emergencia con esquiva
Durante los kilómetros siguientes, y con el sobresalto natural todavía en el cuerpo, le di muchas vueltas a la cabeza. Tengo claro que hice lo correcto en mi caso, pero no tengo claro que todo el mundo sepa hacer una frenada con esquiva con seguridad. Ese tipo de maniobras las trabajamos mucho siempre que acudimos a cursos de perfeccionamiento de la conducción, pero jamás harás algo así en una autoescuela.
Por eso, creo que hay ocasiones en las que es mejor tratar de mantener la calma y si te sale un animal a la carretera, asumir que es más seguro atropellarlo que tratar de esquivarlo. Porque una maniobra de esquiva, puede acabar con una desestabilización del coche, con un impacto contra alguna de las barreras de protección lateral o incluso con un vuelco.
Porque aunque hoy en día los coches modernos (no olvidemos que España tiene el parque de vehículos más antiguo de Europa) incorporan sistemas como los controles de tracción y estabilidad entre muchos otros, las leyes de la física están ahí y una vez que los sobrepasas la electrónica deja de tener sentido.
Así pues, creo que es bueno pensar en ello de forma previa, tener nuestra mente preparada para cuando se de esa situación con la que teóricamente el 94% de los conductores se han topado, tomar la decisión acertada. Estar preparados para asumir que vamos a colisionar con un animal, con lo desagradable que es para los ocupantes del vehículo, o que vamos a esquivarlo con todas las garantías de seguridad. Eso es lo que hay que tener claro.
Dependiendo del tamaño del animal, claro, los daños en el vehículo pueden ser desde mínimos hasta graves. Un perro pequeño, un gato, un zorro. Ese tipo de animales de complexión media no deberían causar grandes daños en nuestro vehículo en caso de atropello inevitable, ni provocar una modificación importante en la velocidad y la trayectoria de la marcha.
En cambio, si el animal es más grande como un perro de complexión grande, un corzo, un jabalí u otro tipo de animal de estas características, tal vez siga mereciendo la pena impactar contra ellos, pero siendo conscientes de que en estos casos, seguramente haya daños en el vehículo que nos obliguen a detener la marcha y revisar el estado del mismo.
Cuando los animales son más grandes que estos, por ejemplo vacas, toros, caballos o ciervos, evidentemente el atropello es la opción menos recomendable, ya que por su peso y envergadura, el impacto tendría fatales consecuencias para los ocupantes del vehículo. En caso de encontrarte con alguno de estos en la carretera, tu única opción es frenar o esquivarlo. Dios quiera que nunca estés en esa situación.
Así pues, todo este artículo lo he escrito simple y llanamente para una cosa. Para que todos pensemos si circulando por una vía de alta velocidad como autopista o autovía, somos capaces de esquivar a un posible animal que se cruce en nuestro camino o si por el contrario compensa atropellarlo. Porque en otro tipo de carreteras de velocidad más reducida, se supone que deberíamos poder frenar y evitar el impacto con el animal, que el pobre no sabe dónde está y la situación de riesgo que está provocando.