La DGT recuerda cómo debemos conducir con lluvia y qué hay que cuidar en nuestro coche para evitar sustos

La DGT recuerda cómo debemos conducir con lluvia y qué hay que cuidar en nuestro coche para evitar sustos
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Este puente de Todos los Santos será pasado por agua. Y en previsión de que se estiman 5,53 millones de desplazamientos en carretera en estos cuatro días, la DGT nos recuerda una serie de consejos para conducir en lluvia de forma segura, tanto en lo que toca a nuestro coche como a la hora de circular o realizar maniobras.

Según detalla Tráfico, con lluvia el riesgo de sufrir un accidente puede aumentar hasta un 70 %, ya que vemos peor y la adherencia del asfalto se reduce. Pero está en nuestra mano minimizarlo.

Lo primero, el coche: parabrisas, limpiaparabrisas, neumáticos...

En lo que toca a nuestro automóvil o vehículo, y aunque esto se aplica en general siempre que vayamos a realizar una viaje largo, lo aconsejable es tenerlo a punto. Pero más si cabe si se prevén condiciones meteorológicas adversas y la lluvia está entre ellas.

Y es que la lluvia afecta a dos factores principalmente: la visibilidad y la adherencia del asfalto, por lo que es esencial que ciertos componentes del coche operen de manera correcta.

Parabrisas y ventanillas

La DGT recuerda cómo debemos conducir con lluvia y qué hay que cuidar en nuestro coche

Para asegurar una visión lo más correcta posible, la luna delantera debe estar en perfecto estado, sin daños, y limpia. Y es que un cristal sucio por dentro se empaña con más facilidad con el frío y es más complicado de desempañar.

Así, el parabrisas ha de estar limpio tanto por fuera (lo que se soluciona por ejemplo activando el agua y los limpiaparabrisas) como por dentro, ya que si está sucio en la zona interior tampoco veremos bien, sobre todo al atardecer o amanecer. Podemos limpiarlo con un trapo húmedo y si no es suficiente, se puede recurrir a un limpiacristales o similar.

Y no solo el parabrisas, también debemos cuidar en los mismo términos las ventanillas laterales, ya que a través de estas vemos los retrovisores.

Por otro lado, cuando llueve, los cristales se empañan más rápido debido a la diferencia de temperatura entre el exterior y el habitáculo del coche así como por la mayor humedad. Se crea así una película de condensación que nos impide ver.

Si bien tecnologías como los cristales térmicos ayudan a neutralizar este efecto rápidamente, no todos los coches lo tienen.

Así, para desempañarlos, y si está en marcha, lo suyo es recurrir a la ventilación, dirigiendo el aire hacia el parabrisas (seleccionando en la ruleta esta posición para que salga por las rejillas del salpicadero) que además debe ser caliente (calefacción).

Escobillas: limpias y sin desgastar

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Más allá de que se empañe la luna delantera, la lluvia afecta a la visibilidad porque cae agua sobre el cristal, la cual se encargan de desalojar los limpiaparabrisas. Por eso también es más que aconsejable hacer un buen mantenimiento de este elemento de fricción.

Primeramente las escobillas han de estar limpias, lo que se debería hacer con cierta frecuencia ya que si no, al activar los limpiaparabrisas, pueden dejar rastros que impiden una visión adecuada. Y es que el polvo se va acumulando en las mismas, sobre todo si aparcamos en la calle.

Para limpiarlas lo recomendable es recurrir a un trapo húmedo o esponja, pero no a elementos más duros, como un cepillo con cerdas metálicas, pues se pueden dañar. Si la suciedad no sale solo con agua, se puede recurrir a un limpiacristales.

Asimismo deben estar en buenas condiciones: si están desgastadas pueden dejar trazas o restos de agua que igualmente impiden la visión e incluso pueden producir deslumbramientos.

Así, un buen indicador de qué tenemos que cambiarlas es cuando apreciemos que el barrido deja estrías o produce ruido: los cambios de temperatura y un continuado uso acaba por dañarlas o endurecerlas.

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La sustitución de las escobillas es una tarea que podemos hacer nosotros mismos, ya que no es muy complicada. No obstante, también se puede acudir a un taller de mecánica rápida, o habitual, para ello. Al comprarlas siempre se ha de comprobar que el recambio es compatible con nuestro coche. Además, es aconsejable no escatimar en este elemento: los de mejor calidad durarán más y operarán mejor.

Por último, en el mercado existen tratamientos repelentes de lluvia para el parabrisas. Éstos hacen que las gotas de agua apenas toquen la superficie del cristal, formando "perlas" que ruedan rápidamente. Si se reside en una zona donde los chubascos son habituales, pueden ser una buena opción.

Neumáticos: presión adecuada y profundidad de los surcos

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Otro elemento fundamental cuando llueve son las ruedas del automóvil: unos neumáticos que no tengan la presión correcta o que estén desgastados desalojarán peor el agua, aumentando el riesgo de aquaplaning. Aunque en general siempre se debe circular con los neumáticos en buen estado y más cuando se van a acometer muchos kilómetros.

La mayoría de coches modernos cuentan con un sensor de presión que avisa si una rueda, o varias, han perdido presión. No obstante, si nuestro coche no tiene este elemento es recomendable comprobar las presiones antes de viajar, algo que se debe hacer en frío y con el coche ya cargado (equipaje y ocupantes). Asimismo, el RACE por ejemplo aconseja comprobar las presiones cada 2.000 km.

Las presiones recomendadas de los neumáticos de nuestro coche suelen venir indicadas en la la puerta del conductor o en la tapa del depósito de combustible, así como en el manual de mantenimiento. Los valores pueden cambiar dependiendo de si el coche va a plena carga o no: según el caso escogeremos uno y otro.

Una presión inadecuada en las ruedas, ya sea inferior o excesiva, puede ocasionar que se desgasten desigualmente, que pierdan adherencia y, en el peor de los casos, un reventón. Y con lluvia no expulsarán el agua correctamente.

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Por otro lado, un neumático debe presentar la profundidad adecuada en los surcos de la banda de rodadura, pues si no tenderán a no desalojar eficazmente el agua y perderán adherencia. La normativa marca que no debe ser inferior a 1,6 mm.

La rueda se puede ir desgastando por diversos motivos. El principal el uso, que va mermando la profundidad del surco de la banda, pero también por los laterales (lo que puede deberse a un mal alineamiento). Un neumático sano no tendrá estos síntomas, como tampoco bultos o desgastes irregulares.

Hay que tener en cuenta que circular con neumáticos en mal estado y con los surcos por debajo del límite indicado se considera una infracción grave, lo que supone 200 euros de multa por cada rueda defectuosa.

Consejos para circular con lluvia

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Conducir en lluvia también requiere que tomemos ciertas precauciones ya sea por la baja visibilidad (tanto ver como ser vistos), o para minimizar en la medida de lo posible los efectos de un asfalto mojado.

Asimismo, como recuerda la DGT, cuando empieza a llover es el momento más peligroso, pues estas primeras gotas de agua se mezclan con el polvo de la calzada y forman una capa deslizante, por lo que hay que extremar las precauciones en este supuesto ya que el coche frenará peor y puede perder estabilidad en curvas. Además, si hay ramas u hojas, se reducen aún más la adherencia.

No obstante y en general, cuando llueve es recomendable seguir una serie de pautas.

Encender las luces de cruce

Si bien los coches más modernos van equipados con luces de circulación diurna, con lluvia es aconsejable encender también las de cruce.

Y si ésta es muy copiosa, por ejemplo si cae una tormenta fuerte, igualmente se han de activar los faros antiniebla delanteros. Así nos aseguraremos de ser vistos por el resto de usuarios.

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Más distancia de seguridad

Si el asfalto está mojado su adherencia se reduce, por lo que aumenta la distancia de frenado variando en función del firme (cuan de mojado esté) o por ejemplo por la velocidad a la que se circule. Y por ello se debe incrementar la distancia aún más con el vehículo que nos precede, como mínimo al doble de la habitual y en condiciones secas.

¿Y cómo se calcula una distancia adecuada? La DGT recomienda varios métodos. Uno es el de buscar una referencia (un hito, un punto kilométrico o un cartel) y contar dos segundos. Y dado que con lluvia ha de ser el doble, se deberán contar al menos cuatro segundos.

Por otro lado, se puede calcular asimismo en función de la velocidad aplicando la regla del cuadrado. Para ello se toma la velocidad a la que se circula, se le quita la última cifra y se multiplica por sí misma.

Por ejemplo si vamos a 90 km/h, se multiplica 9x9, siendo el resultado 81, por lo que la distancia mínima deberá ser de 81 metros si vamos a esta velocidad. Y así sucesivamente.

Pero cuando llueve, ya que se recomienda que sea como mínimo del doble, Tráfico señala que multipliquemos por dos este resultado, por lo que debiera ser a esta velocidad de 162 metros.

Una distancia correcta en lluvia no solo reduce los riesgos de choque o alcance, también evita que suframos el efecto spray sobre el parabrisas del vehículo que circula delante.

Suavidad ante todo

Un firme más deslizante no es amigo de las maniobras bruscas, por lo que hay que tratar la dirección con mimo, evitando volantazos, además de frenar o acelerar de forma suave y progresiva.

También es recomendable bajar la velocidad, pues es uno de los factores que favorece el aquaplaning: cuanto mayor sea, más le cuesta al neumático desalojar el agua.

Además, la velocidad es una de las principales causas del efecto túnel: cuanto más elevada sea más se reduce la visión periférica. Y esto sumado a que la visibilidad con lluvia es menor, es más que recomendable levantar el pie.

Charcos y aquaplaning

El asfalto no siempre desaloja correctamente el agua, o bien si hay irregularidades en el firme se pueden formar charcos o balsas. Por este motivo, lo adecuado es ir muy atento a la carretera y evitar zonas que presenten agua acumulada, pues el riesgo de sufrir aquaplaning es más elevado.

La DGT recuerda cómo debemos conducir con lluvia y qué hay que cuidar en nuestro coche

En esencia, este efecto se produce porque el agua puede actuar como una especie de cuña que impide el contacto entre el neumático y el asfalto, afectando así al agarre y al control del coche.

Los factores que lo producen o incrementan su riesgo son cuatro: la cantidad  de agua de la calzada, pero también como hemos visto la velocidad, la profundidad del surco del neumático o una presión inadecuada del mismo.

Teniendo esto en cuenta dichos factores, ya se uno o combinados, el neumático no puede desalojar el agua del firme, por lo que las ruedas pasan a flotar sobre el agua.

Si se sufre aquaplaning, hay que mantener la calma, sujetar el volante firmemente con las dos manos y lo más recto posible, levantar el pie del acelerador (que además ayudará a reducir la velocidad) y e intentar no frenar. Si el coche derrapa lo suyo es intentar corregir suavemente la trayectoria.

Adelantar con lluvia

Si se va a adelantar, es recomendable aumentar la velocidad de los limpiaparabrisas, ya que al acercarnos al vehículo que circula delante genera el mencionado efecto spray sobre el parabrisas, reduciendo la visibilidad.

Esto se acusa si se trata de un vehículo grande (camiones, autobuses, furgonetas...) pues levantan una cantidad de agua más elevada. De igual manera, es aconsejable aumentar la velocidad de los limpiaparabrisas si nos adelantan por el mismo motivo.

Si la visibilidad es nula, lo recomendable es parar

Si la lluvia es tan fuerte que apenas podemos ver (pues los limpiaparabrisas no son capaces de desalojar el agua de la luneta), lo más aconsejable es parar, ya que ni vemos al resto de vehículos ni nos ven a nosotros.

Esta detención se ha de hacer en un lugar seguro, siendo ideal un área de descanso o una gasolinera en caso de ir en carretera o vía rápida. Hasta encontrar el mismo, lo ideal es avanzar alternando la vista al frente con miradas más cercanas a izquierda y derecha buscando las líneas de la carretera.

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