"El conductor nos va a matar". En pleno viaje tuvieron que pedir a la Guardia Civil que interceptaran el autobús en el que viajaban

Jiménez Movilidad
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Alejandra Otero

Un conductor de autobús debe ser especialmente responsable al volante: lo normal es que lleve decenas de pasajeros, cuyas vidas están en sus manos. Por desgracia, esto no siempre se cumple: hola, señor conductor esnifando cocaína mientras conducía.

Tampoco lo hizo este chófer de la ruta Pamplona y Madrid: convirtió en pesadilla el trayecto para los pobres viajeros. Hasta el punto que llamaron a la Guardia Civil temiendo por su vida: el autobús estuvo cerca de salirse varias veces de la carretera.

"Empezó a dar volantazos y a conducir muy mal"

Ocurrió este martes, 8 de julio en un autobús de la compañía Jiménez Movilidad, que cubre este trayecto entre la capital Navarra y Madrid, además de otras rutas por País Vasco y La Rioja. En su caso fue la ruta directa entre Pamplona y Madrid (Avenida de América y Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas).

Como cada jornada, el autobús salió de Pamplona a las 6:00 de la mañana, con dos conductores. El primer chófer condujo hasta Burgos sin incidencia alguna, donde siempre se realiza el cambio de conductor tras poco más de dos horas de viaje. Fue entonces cuando empezaron los problemas.

"Nos va a matar". "Empezó a dar volantazos y a conducir muy mal, con cambios de carril constantes y maniobras bruscas que hicieron que otros coches le pitaran", explicó una de las conductoras a la Guardia Civil, según recoge El Mundo. Tal fue la situación que su compañero le sugirió parar y volver a relevarle. Se negó. También se lo pidieron algunos pasajeros, a los que respondió agresivamente: "Solo me he despistado".

Pero el chofer continuó conduciendo temerariamente y los pasajeros empezaron a temer un accidente, tras dos eternas horas de viaje. Varios decidieron pedir auxilio a la Guardia Civil y pedir que interceptaran el autobús: "El conductor nos va a matar", alertaron por teléfono.

Así fue. Tras las indicaciones de los pasajeros, varios agentes se echaron a la A-1 y consiguieron que parara el vehículo en el kilómetros 36 a la altura de San Agustín de Guadalix. El chofer fue detenido y el trayecto lo continúo su compañero para llegar por fin a destino, para alivio de los pasajeros. Desde luego, sufrir maniobras violentas y bruscas en un autobús, con tan elevado centro de gravedad, puede ser aterrador.

Guardia Civil de Tráfico

Delito por conducción temeraria. Los agentes le sometieron al test de alcoholemia, pero dio negativo. En todo caso, algo había tomado o le ocurría, porque según los testimonios de los pasajeros: "No mostraba signos de embriaguez, pero se notaba que no estaba bien". Habiendo bebido no habría podido conducir, ya que estos autobuses van equipados con alcoholímetros de arranque, como exige la Ley desde 2022.

Sea como fuere, ha sido acusado de un posible delito de conducción temeraria al ser "notoria, evidente y manifiesta", tal y como recoge el Reglamento General de Conductores. Además, como es lógico, Jiménez Movilidad lo ha despedido con efecto inmediato, según ha confirmado la propia empresa.

Según se estipula en el Código Penal, las penas por este delito contra el Tráfico pueden ser prisión de seis meses a dos años y la retirada del carnet de conducir entre más de un año y hasta seis. No obstante, si el juez determina que circuló "con manifiesto desprecio por la vida de los demás", y no habiendo víctimas, se aplica cárcel de uno a dos años, multa de seis a doce meses, además de quitarle el carnet entre seis y 10 años.

Imágenes | Jiménez Movilidad, DGT

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