El ocaso del diésel

Subir el impuesto al diésel es una condición necesaria para poder recibir todas las ayudas europeas a las que España ha optado.

Habrá subida de impuestos sobre el diésel, pero el Gobierno no lo tiene fácil para lograrlo.

No ha hecho más que empezar. A término ninguna de las 40 gasolineras de la ciudad podrá vender diésel.

Hace tan sólo cinco años, la mayoría de las ventas europeas de Volvo eran con motor diésel.

La firma propiedad de Geely ha anunciado que a principios de 2024 acabará con la producción de todos los modelos diésel.

Cuando se juntan la dependencia de terceros y una distorsión entre la demanda y la oferta.

Volkswagen dejará de vender coches de gasolina, diésel e híbridos en Noruega para el 1 de enero de 2024: se limitará a vender eléctricos puros.

También fuera de Europa la falta de este combustible es cada vez más evidente. EEUU está viendo cómo sus inventarios de diésel se vacían.

El debate sobre una probable prohibición de los motores de combustión ha encontrado resistencia, particularmente en Alemania, el mercado de automóviles más grande del bloque.

Así queda el panorama de los coches diésel y gasolina.

Fijar un precio máximo de la gasolina y el diésel puede suponer un alivio para el consumidor y parte de la industria. Miramos a Hungría, que ya lo aplica, para ver qué consecuencias está teniendo esa medida.