Un mes de cuarentena: las imágenes de Madrid y Barcelona convertidas en ciudades desiertas sin contaminación
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Un mes de cuarentena: las imágenes de Madrid y Barcelona convertidas en ciudades desiertas sin contaminación

Mañana se cumple un mes desde que se declaró el estado de alarma en España. El coronavirus está siendo una debacle a nivel sanitario y un reto para los sistemas de salud de todos los países del mundo, pero tiene una vertiente positiva: es lo único que está consiguiendo doblegar la contaminación de nuestras ciudades.

De una manera tangencial el SARS-CoV-2 ha obligado a que la inmensa mayoría de la población permanezca confinada en sus casas, haciendo caer drásticamente el número de desplazamientos y limpiando los cielos de las grandes ciudades de manera tangencial, sin excepción. En España, Madrid y Barcelona presentan un escenario que nunca habíamos visto, con niveles de dióxido de nitrógeno (NO₂) se han situado por debajo de los 40 µg/m³ de media en ambas ciudades.

Un Madrid de postal sin precedentes recientes

Madrid está siendo carne de redes sociales. El #QuédateEnCasa nos está dejando imágenes para el recuerdo. Fotografías y vídeos serán testigos con el paso de los años de el único periodo en el que realmente la capital ha sido capaz de luchar contra la famosa boina de contaminación casi perenne sobre su skyline.

Si bien una buena parte de la contaminación existente en Madrid durante el invierno se ha atribuido de manera habitual al uso de las calefacciones, el estado de alarma decretado en una época fría con varios anticiclones y la población confinada en sus casas ha demostrado que el argumento es, al menos en parte, erróneo.

El descenso del tráfico en la capital se ha reducido de manera dramática. Durante los primeros días se cifraron unos descensos en la intensidad circulatoria de un 59,6% en la M-30, un 64% en el interior de M-30 y un 63% en el exterior de la M-30, según el propio Ayuntamiento de Madrid.

Con estas cifras en la mano no es de extrañar que Madrid nos esté dejando fotografías de postal, con escenarios desiertos casi únicamente vistos en películas y un cielo limpio, más azul de lo que muchos hemos llegado a conocer.

Ante esta situación de excepcionalidad podemos sacar una conclusión: medidas como Madrid Central para limitar el tráfico denso de vehículos de combustión son necesarias, y no hacen más que subrayar los beneficios de los coches de propulsión alternativa en los núcleos urbanos. Los de combustión mejor para trayectos medios y largos.

La Barcelona vaciada

El escenario en Barcelona no es menos distópico. Los accesos a Barcelona y las carreteras del entorno durante las primeras semanas redujeron un 72% el tránsito de vehículos con respecto a la semana anterior al estado de alarma.

Y es que Barcelona se ha convertido en una ciudad fantasma. Los Mossos d'Esquadra han grabado un espectacular vídeo desde uno de sus helicópteros en el que podemos ver una Barcelona desierta. Desde las arterias sin vehículos hasta las playas completamente vacías, pasando por las tradicionalmente abarrotadas ubicaciones de las Ramblas, la Sagrada Família y Montjuïc.

La plaza de Francesc Macià, la calle Numància y L'Illa, la plaza Catalunya... La soledad se ha apoderado de una Ciudad Condal sin tráfico, sin viandantes, sin turistas y sin gente en general.

De hecho los niveles acústicos son los más bajos de la historia reciente en la Ciudad Condal según un informe elaborado por el consistorio: 9 decibelios menos durante la primera semana de confinamiento, 2 dB menos durante la segunda y a partir de ahí, estabilidad.

El transporte público, también desierto

Si los desplazamientos en vehículos privados han caído, también lo ha hecho la demanda de transporte público. En Madrid los desplazamientos en la red de autobús, tren y metro también ha visto cómo su uso se ha visto cercenado con un decrecimiento del 82,4%. Metro de Madrid vio caer su cifra de viajeros un 84,1% y un 83,5% en el caso de la Empresa Municipal de Transportes, cifras de los dos primeros días de confinamiento.

El transporte público de Barcelona presenta unas cifras similares a las de Madrid, con un 89% menos de usuarios en el suburbano y un 95% menos en los autobuses en la red de la capital catalana.

En cualquier caso estas son postales efímeras que cuando las medidas de contención de la pandemia se relajen posiblemente quedarán atrás. Ahora bien, nos habrán quizá nos hayan enseñado una valiosa lección: se puede hacer un uso más racional del transporte privado, sobre todo teniendo en cuenta su aportación a los niveles de calidad del aire.

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