Daniel Murias
El refrigerante, normalmente una mezcla de glicol, agua y aditivos, desempeña un papel crucial para que el coche funcione correctamente. Y a pesar del nombre, es también crucial en invierno. Si bien disipa el calor y mantiene bajas las temperaturas del motor en verano, pero también evita que el motor se congele en invierno y protege sus componentes del óxido y la corrosión.
Pero el líquido refrigerante no está diseñado para durar toda la vida del coche. Con el tiempo se oxida, se ensucia y pierde sus propiedades refrigerantes, anticorrosivas y anticongelantes. Entonces, ya no circula con un caudal adecuado para refrigerar el motor. Además, es menos resistente al riesgo de congelación y su acidez puede dañar las juntas. Por lo tanto, es imprescindible cambiar el líquido refrigerante con regularidad.
El líquido de refrigeración no es eterno
El anticongelante es un líquido compuesto por entre un 50 % y un 70 % de agua y entre un 30 % y un 50 % de etilenglicol. También contiene varios aditivos destinados a impedir la formación de corrosión en el interior del sistema de refrigeración. Por lo general, el anticongelante es de color verde o rojo, dependiendo del líquido utilizado por el fabricante de su automóvil.
Si no se cambia el líquido de refrigeración, pierde sus propiedades antioxidantes dejando que se instale la corrosión en el sistema. Con el tiempo, las partículas de óxido pueden acumularse en los estrechos conductos del sistema de refrigeración y obstruirlos. A su vez, esto puede provocar el sobrecalentamiento del motor, ya que impiden que el refrigerante circule correctamente para absorber el calor del motor y dispersarlo a través del radiador. Por lo tanto, cambiar regularmente el líquido refrigerante es fundamental para mantener sus propiedades anticorrosivas.
La vida útil de un líquido refrigerante está relacionada con su tecnología de fabricación. Los fabricantes recomiendan cambiar el líquido refrigerante cada dos o cuatro años. Sin embargo, esta frecuencia depende en gran medida del uso que le demos al coche.
Si recorremos menos de 10.000 km al año, se recomienda cambiar el líquido refrigerante cada tres años de media. En cambio, si recorremos más de 10.000 km al año, deberíamos cambiarlo cada 30.000 km de media.
En todo caso existen señales que nos avisan de que va siendo hora de cambiar el refrigerante. Si observamos que el refrigerante tiene un tono marrón, se recomienda vaciar y purgar el circuito de refrigeración. Y, por supuesto, si se enciende la luz del salpicadero relativa al líquido refrigerante es que hay un sobrecalentamiento del motor, una disminución del nivel del líquido o un deterioro de su calidad.
En caso de necesidad o emergencia absoluta, y sólo en esos casos, el líquido refrigerante se puede sustituir por agua para poder recorrer unos kilómetros hasta un taller o una gasolinera. El agua no tiene las propiedades de un líquido refrigerante. Además, de favorecer la corrosión, puede provocar la formación de cal en el circuito de refrigeración, que lo taparía. Y por supuesto se congela muy fácilmente en invierno.
Imágenes | LiquiMoly, Mart
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