Esta leyenda de los videojuegos fue el primero en entrar en la lista negra de Ferrari desafiando cuatro veces a la marca de Maranello

Todo comenzó adosando un turbo a su primer Ferrari. Cuando fue a comprarse su cuarto cavallino, descubrió que la marca lo había vetado. Ahora al padre de los shooters le van más los Tesla

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Alejandra Otero

Ferrari tiene reglas no escritas y una lista negra para los que no las cumplan que, en general, tienen que ver con alterar sus sacrosantos modelos. El veto de Ferrari supone que no puedes comprar sus coches, independientemente del dinero que tengas, pues consideran que no eres digno de tener un cavallino. Algo que, por otra parte, es habitual en la industria del lujo.

Entre los clientes baneados por Ferrari encontramos nombres muy conocidos: Justin Bieber, 50 Cent, Nicolas Cage, Floyd Mayweather o Kim Kardashian. También Chris Harris, presentador de Top Gear. Uno de los primeros en estrenar esta lista negra, si no el primero, fue el conocido desarrollador de videojuegos John Carmack. Convirtió a la marca italiana en su particular 'Final Boss' y lo derrotó cuatro veces.

"No fui bienvenido en el concesionario por todas las locas modificaciones turbo en mis Ferrari"

John Carmack cambió la industria de los videojuegos: fue el padre de los shooter en primera persona, y puso la primera piedra de los avanzados gráficos 3D. Cofundador del estudio Id Software, sus títulos ya son leyenda: 'Wolfestein', 'Quacke' o 'DOOM'. Carmack cosechó rápidamente el éxito, lo que significó ser millonario con poco más de 20 años.

Este genio de los videojuegos también era una gran aficionado a los coches. Así que cuando su cuenta bancaria se llenó de ceros, fue a comprarse el deportivo de los deportivos: un Ferrari. Entonces comenzó a escribir esta historia que se puede resumir en una frase: los Ferrari están muy bien, pero no eran suficientemente potentes para Carmack.

Norwood y un Ferrari 328 GTS. En 1994, un jovencísimo John Carmack de 21 años fue a un concesionario de Ferrari en Dallas. Se quedó prendado de un Ferrari 328 GTS de 1987 que tenían en el ostracismo en la parte trasera. Dicho y hecho, se compró el ochentero deportivo. Rápidamente se dio cuenta que los 270 CV de su V8 atmosférico se le quedaban cortos.

Carmack contactó con talleres de modelos de altos vuelos en Dallas para que le sacaran más potencia a su Ferrari. Pero como mucho le instalaban un escape de mayor tamaño. En esto es clave el litigio de Ferrari contra el preparador alemán Koenig Specials, demandando por modificar modelos de la marca y obligado a retirar las insignias del cavallino de sus preparaciones. En resumen: ningún taller quería entrar en conflicto con Ferrari.

Un buen día llegó a Carmack un ejemplar de la revista Turbo, y en sus páginas descubrió a Norwood Autocraft. A su dueño, Bob Norwood, poco le importaba lo que pensara Ferrari, estando en su haber modelos de la marca altamente modificados a los que había llevado incluso por encima de los 2.000 CV. Carmack llamó a la firma, y no tuvo ni que terminar su petición: Norwood le sacaría más potencia a su 328 GTS. Este preparador adosó un turbo al V8 de aspiración natural del superdeportivo, llevándolo hasta los 500 CV. Casi el doble de lo que rendía de serie. Carmack quedó encantado con el trabajo. 

Un Testarossa biturbo y F40 aderezado. Lejos de parar, Carmack siguió con su desafío a la de Maranello. Poco después se compró un Ferrari Testarossa y, de nuevo, los 390 CV de su V12 le sabían a poco. Lo dejó en manos de Norwood, que en aquella ocasión optó por un doble turbo. Lo acompañó de óxido nitroso, neumáticos más grandes y una suspensión más rígida. El resultado fue un Testarossa de más de 1.000 CV, que sobre todo le emocionaba por ser capaz de pasar de 80 a 240 km/h más rápido que ningún coche.

El tercer Ferrari que atesoró Carmack fue un Ferrari F40, considerado el mejor Ferrari de todos los tiempos. El extremo superdeportivo con motor biturbo sí que fue del agrado de este desarrollador insaciable: lo dejó tal cual de fábrica excepto por un ajuste en la válvula de descarga para estirar un poco más sus casi 500 CV. Trabajo que también hizo Norwood.

Bienvenido a la lista negra de Ferrari. Las "fechorías" de Carmack para con sus Ferrari llegó a los puristas oídos de la marca. Como habían demostrado con Koenig Specials, no gustó para nada que este fiel cliente norteamericano se dedicara a modificar sus monturas. Menos aún con el argumento de que su rendimiento le pareciera pobre. 

Así que cuando se fue a comprar su cuarto Ferrari, que no podía ser otro que el sucesor del F40, el mismo concesionario donde había comprado varios de sus cavallinos le dio con la puerta en las narices. "El concesionario se negó a ponerme en lista de espera para el Ferrari F50, a pesar de haber comprado tres Ferraris, dos de los mismos a ellos", explica en un tuit

El motivo, el esperado: "Desaprobaron rotundamente la turboalimentación que Norwood había instalado en mis otros coches". Que Carmack pasara a esta lista negra que han seguido integrando no pocos clientes no fue un impedimento para el progenitor de los shooters: "Al final, me hice con uno de los primeros F50 vendidos entre particulares en EEUU cuando terminó su leasing". 

Por supuesto, lo aderezó recurriendo a Norwood, que le embutió dos gigantescos turbocompresores Garret. Pasó a rendir 900 CV, casi 500 más de los que ofrecía este V12 de serie. Y lejos de quedarse ahí se aseguró que Ferrari se enterara compitiendo en un drag. Carmack está especialmente orgulloso de haber "derrotado" a Ferrari en cuatro ocasiones, pues ha alardeado de ello en varios tuits años después. Este publicado en 2018, es otro ejemplo: "No fui bienvenido en el concesionario Ferrari debido a todas las locas modificaciones del turbo en mis coches".

Adiós gasolina, hola Tesla. Ya con la tripa llena en su personal cruzada contra Ferrari, Carmack decidió que había llegado el momento de dejar de invertir dinero en modificar carísimos modelos de la firma italiana. De hecho, vendió uno de ellos para financiar su nueva empresa: una firma aeroespacial bautizada como Armadillo Aerospace con la que no tuvo tanta suerte como con Id Software. 

Según recoge The Drive, ya no tiene ningún Ferrari en su garaje y se ha rendido a la electrificación: fue uno de los primeros compradores del Tesla Roadster (se hizo con el número 30 de este juguete eléctrico) y después compró un Tesla Model S P100D, que calificó como el mejor coche que había tenido nunca pese a que la interfaz no le convenciera

Un cambio de rumbo como poco llamativo para alguien del que se decía tenía dos surtidores en su garaje, uno de gasolina y otro de metanol. ¿Estará esperando el prometido nuevo Roadster con cohetes

Imágenes | Wikimedia, Motor Car Tidbits en X

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