En la década de los 80 muchos accesorios “de seguridad” para coche parecían sacados de la teletienda. Pocas buenas ideas, medias verdades, e inventos que hoy miramos con sorna e incluso con cierto respeto. Desde barras magnéticas que decían ahorrar combustible hasta fundas “anti-choque” que supuestamente absorbían impactos, el mercado de extras vivía su edad de oro.
Y en ese contexto nació el ‘Auto Shield’, un trozo de plástico tan simple como su nombre que afirmaba ser “un escudo” capaz de evitar daños al frontal del coche en caso de accidente. Lo colocabas en el paragolpes y, según su fabricante, quedabas cubierto. Pero esa afirmación tenía algunas lagunas.
La televisión quiso comprobar si aquel “escudo” resistía más que su publicidad
El invento era tan llamativo que el programa estadounidense ‘Fight Back!’ decidió poner a prueba el invento contra una pared de hormigón… y la propia presidenta de la compañía ofreció su pick-up para ponerlo a prueba. Pese a que en el vídeo de Instagram donde se recogen las imágenes se habla de otro piloto, fue el técnico de la US Testing Company llamado Gregory Rona quien condujo la pick-up.
En concreto, conducía a apenas 5 mph, que son unos 8 km/h. En esa época, las condiciones de seguridad eran mucho menos exigentes: el conductor llevaba casco y… una almohada entre su pecho y el volante como “airbag” improvisado. Hoy algo así directamente sería impensable.
Sólo unos segundos, y los argumentos del escudo de plástico quedaron hechos añicos, como el propio invento. El impacto fue breve, pero demoledor para la imagen de la compañía… y para la pick-up de su presidenta. El narrador lo dice todo: “Auto Shield ha recibido una buena paliza y no se va a recuperar. Está rajado, y parece que el paragolpes va a necesitar una buena reparación”.
El choque que dejó al descubierto la fragilidad del invento
La escena evidenció lo que ya dice la física: para absorber un impacto necesitas materiales deformables, estructuras complejas y una ingeniería precisa, no una capa plástica barata: un panel rígido no absorbe energía, la transmite.
Y eso es exactamente lo que ocurrió: el escudo falló, el coche sufrió y la audiencia comprendió algo que hoy parece obvio. Así que el invento prácticamente nació y murió ante una cámara. Afortunadamente, hoy en día la seguridad de los coches nada tiene que ver con aquellos maravillosos (y excesivos) años 80.
Imágenes | @watchfightback
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