
Mientras la tensión entre China y Taiwán sigue creciendo, Pekín ha comenzado a probar discretamente una poderoso sistema de desembarco para una hipotética invasión. Se personifica en las barcazas‑puente Shuiqiao, capaces de crear muelles flotantes en alta mar y lanzar cientos de vehículos a tierra cada hora.
Estos barcos equipados con largos puentes extensibles, conectados en formación, crean una suerte de carretera, permitiendo a embarcaciones Ro-Ro ir soltando vehículos tácticos y militares desde el agua, a cientos de metros de tierra firme. El Gobierno de la República Popular lleva probándolos varios meses.
Una amenaza flotante para el estrecho de Taiwán
Este concepto es una evolución de los puertos Mulberry utilizados en la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo en el desembarco de Normandía. Pero en vez de con una estructuras fija, son embarcaciones. Así, pueden moverse, lo que es una ventaja táctica evidente, además de evitar inclemencias del tiempo y no acabar destruidas como ocurrió en los construidos frente a la playa de Omaha.
Muelles móviles. Estas barcazas anfibias del tipo jack‑up, bautizadas como Shuiqiao (en mandarín 'puente de agua') van equipadas con enormes patas retractiles: cuando navegan van levantadas pero, al ubicarse en el punto deseado, se bajan y asientan sobre en el lecho marino, convirtiéndose en gigantes pilares.
Su segundo ingrediente son sus puentes extensibles. Una vez fijas frente a la costa, despliegan estas plataformas. Si se unen varias de estas barcazas‑puente, crean una auténtica autopista. Las tres avistadas frente a la costa de China Meridional levantaron una plataforma de casi 1 km de largo.
Autopistas de desembarco. Así, esta suerte de puerto móvil en alta mar, se conecta a su vez a barcos Ro-Ro, de transporte de carga rodada. Estos barcos los conocemos sobre todo por ser usados para el transporte de coches y vehículos para su exportación desde China a diferentes mercados, pero también pueden llevar vehículos militares. Lo que significa que lleguen a tierra de improviso, en puntos no fortificados, y en flujo considerable: se señala que más de un centenar a la hora.
Esta estrategia de puertos móviles tiene puntos débiles. Primero, su uso se plantea tras una primera oleada inicial en la costa, que asegure el territorio. Además se señala que son vulnerables a fuego de artillería costera, drones, misiles o ataques antibuque en caso de no estar protegidos. No son buques de guerra como tal.
Tres listas y otras tres en construcción. Gracias a imágenes de satélite, a principios de año, se tuvo noticia de estas barcazas‑puente Shuiqiao: las tres mencionadas han estado realizando pruebas frente al puerto de Zhanjiang (Guangdong). También se han observado otras tres en construcción en los astilleros de Guangzhou. Las firma la naviera china COMEC.
Hablamos pues, que sepamos, de seis de estas plataformas flotantes, con tres ya listas. China ha realizado ensayos continuos, con acoplamientos de barcos Ro‑Ro o despliegues en distintas configuraciones. Desde abril han sido más activos.
Guerra fría. El conflicto entre China y Taiwán es endémico, una batalla geopolítica y estratégica que lleva presente décadas. Si bien el gobierno de esta isla es independiente, se enmarca en la República de China. La República Popular considera a Taiwán una provincia rebelde que forma parte de su territorio. Taiwan se autoproclama como país independiente, pero no está plenamente reconocido como estado internacionalmente.
Taiwán ha señalado que monitoriza de cerca el desarrollo de estas barcazas: las que considera una amenaza táctica relevante aunque de momento no determinante. No obstante, Taipéi está reforzando su capacidad anti-desembarco con minas navales, lanzacohetes o vigilancia costera automatizada.
Imágenes | Captura de vídeo en Weibo