Daniel Murias
Este martes salió el último coche de la cadena de montaje de la fábrica de Volkswagen en Dresde, Alemania, un Volkswagen ID.3 rojo. Es “una decisión absolutamente necesaria”, aseguran desde Volkswagen. Aun así, el anuncio del cierre de una factoría del Grupo Volkswagen en Alemania es vivido como un terremoto. Es la primera vez que en sus 88 años de historia que el grupo alemán cierra una fábrica en Alemania.
En un momento en el que Bruselas debe dirigirse a los (numerosos) actores de la industria automovilística europea, el fabricante alemán Volkswagen cierra su planta de producción de Dresde (Sajonia).
Más que un cierre de fábrica es un aviso a navegantes
Volkswagen ya había alertado el año pasado sobre posibles reducciones de la producción, ya que el grupo se enfrentaba a una demanda vacilante en Europa y sobre todo en China, su principal mercado, así como a un aumento de los aranceles que penalizan sus ventas en Estados Unidos.
En casi un cuarto de siglo de funcionamiento, la fábrica de Dresde ha puesto en circulación más de 165.500 coches. Después de fabricar a un ritmo muy lento el Volkswagen Phaeton, una súper berlina de lujo deficitaria impuesta por Ferdinand Piëch, y luego el Volkswagen eGolf, la planta de Dresde terminó produciendo el Volkswagen ID.3 para la galería, pro así decirlo.
Fábricas del Grupo Volkswagen en Europa.
Y es que la factoría de Dresde ha sido desde sus inicios un curioso ejercicio de marketing más que de una verdadera planta de producción, pues se trata de la Gläserne Manufaktur, “la fábrica de cristal”, apodada así por sus paredes de cristal para que todo el mundo pueda ver cómo se fabrica un coche.
Así, la importancia de la factoría de Dresde en la capacidad de producción del Grupo Volkswagen y sus casi 20 fábricas en Alemania es muy limitada. Contaba con sólo 340 empleados, que fabricaban unas 72 unidades al día del Volkswagen ID.3. En comparación, la factoría Volkswagen de Lambaden, Pamplona, produce una media de 1.500 coches al día.
Sin embargo, el mensaje simbólico es enorme. Ya no hay nada sagrado para el segundo fabricante mundial y el primero de Europa. Volkswagen siempre se negó a cerrar fábricas en Alemania, debido a la particular estructura de su consejo de administración en la que el estado de Baja Sajonia, uno de los principales accionistas, tiene prácticamente un derecho de veto en las decisiones, especialmente cuando implica despedir a personas o cerrar fábricas.
Ahora, se ha cruzado una línea roja. Y para hacerlo por primera vez en 88 años de historia, es que la marca Volkswagen está en una situación muy delicada. El Grupo Volkswagen tiene “uno, tal vez dos años para revertir la situación” de su principal marca de automóviles, avisó a finales de 2024 su jefe de finanzas, Arno Antlitz.
Además, hace unos meses se supo que Volkswagen se está quedando sin dinero. Le faltan 11.000 millones de euros para poder funcionar en 2026. Si no los consigue, cerrar algunas fábricas (el plan de reestructuración que afecta a varias fábricas prevé un ahorro de 10.000 millones de euros a largo plazo), no será suficiente y tendrá que vender algunas de sus marcas.
Imágenes | Volkswagen
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