Barcelona tiene algo que enseñar a la DGT: cómo ocultar radares con un camión y disparar fotos a discreción

Barcelona tiene algo que enseñar a la DGT: cómo ocultar radares con un camión y disparar fotos a discreción
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Barcelona es tierra de radares, eso es así. Con 115 cinemómetros fijos, es la provincia de España que más controla la velocidad en sus carreteras. Y a la hora de situar radares móviles, Barcelona es capaz de demostrar al mundo entero (DGT incluida) que la discreción es un valor muy rentable si se explota bien.

En los últimos días han corrido como la pólvora unas imágenes tomadas en la Ronda Litoral de Barcelona que muestran la curiosa ubicación de un radar móvil, aprovechando un camión de mantenimiento que se encontraba realizando sus funciones en la carrerera de circunvalación de la Ciudad Condal.

Al estar oculto el dispositivo, sin luces ni una señalización que advirtiera de su presencia, los conductores pasaban por la zona sin hacer caso a la limitación de velocidad circunstancial, y como resultado en el vídeo se aprecian más disparos que en una película del Oeste.

Velocidad y radares, más allá de lo que muestra el vídeo de Barcelona

La Ronda Litoral es una carretera curiosa. Discurre encajada entre la Barcelona edificada y el frente marítimo de la ciudad, y en buena parte de su trazado se queda con sólo dos carriles por sentido, frente a los tres carriles que tiene la Ronda de Dalt, que cierra el anillo por la parte alta de la ciudad. Es también la vía de acceso al Puerto de Barcelona y una de las entradas a la Zona Franca, lo que le aporta una gran carga de tráfico de mercancías en su extremo sur.

La velocidad máxima queda limitada a 80 km/h en la mayor parte de su trazado, aunque tiene un largo tramo limitado a 60 km/h, en los estrechamientos cercanos a la zona urbana del puerto, y también otro a 100 km/h, en las proximidades de la Zona Franca, cuando la vía cuenta ya con tres carrilles por sentido.

Los trabajos de mantenimiento en ambas rondas se realizan habitualmente de noche, y es frecuente que se inhabiliten carriles para llevarlos a cabo, exactamente en la forma que muestra el vídeo. Una señalización temporal advierte de esta circunstancia, y fija limitaciones bastante restrictivas durante todo el tramo afectado por los trabajos.

En consecuencia, tenemos un flujo de circulación que se ve atenuado por la menor concurrencia de vehículos en horario nocturno más un aviso de obras con su correspondiente restricción de velocidad. La señal marca 40 km/h allí donde los conductores están habituados a alcanzar velocidades de 80 km/h.

Que haya un carril inutilizado, desde la perspectiva del conductor, no representa demasiada novedad. A diario se circula por un carril porque el otro está cargado hasta arriba, y tanto da que hablemos del carril derecho como del carril izquierdo. La Ronda Litoral tiene tramos que rebosan tráfico.

Así, aunque la restricción de velocidad a 40 km/h se impone por la situación de personal de mantenimiento caminando por la zona, desde la óptica del conductor apenas varía la situación respecto de lo que ve en un día normal: un solo carril, vía despejada... la velocidad habitual.

Habitual: "Que se hace, padece o posee con continuación o por hábito".

Hábito: "Modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas".

Cambiar hábitos es bastante más complejo que sacar fotos. Es necesario que el conductor comprenda por qué la limitación se fija en 40 km/h y por qué circular a una velocidad superior puede ser letal. Es sabido que a 40 km/h un atropello es mortal en el 45 % de los casos, frente a la práctica totalidad en caso de circular a 80 km/h o velocidades superiores. También es necesario que el conductor tome un compromiso real y sincero acerca de un cambio de actitudes al respecto.

Asimismo, es necesario que la limitación se circunscriba sólo a la zona afectada. Si se reservan kilómetros de vía cuando sólo unos metros están afectados por las actuaciones de mantenimiento, se reproduce la moraleja del cuento de Pedro y el lobo. Es una cuestión de credibilidad.

Y todo esto, contando con que ese radar de la Ronda Litoral de Barcelona no esté ahí escondido tras el camión para recaudar sino para ayudar a concienciar, claro.

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