La increíble historia del coche hecho de soja que Ford inventó y patentó... y la II Guerra Mundial condenó al olvido
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La increíble historia del coche hecho de soja que Ford inventó y patentó... y la II Guerra Mundial condenó al olvido

El 13 de enero de 1942, una insólita patente dejó constancia del Ford Soybean, el coche fabricado a partir de soja. A principios de los años 40, Henry Ford experimentó con las posibilidades del plástico como componente de las carrocerías de automóviles. Y de sus trabajos derivó lo que él mismo denominó "coche fabricado en plástico obtenido de la soja".

"El objeto de nuestra invención es proporcionar un chasis de automóvil de fabricación simple, duradera y económica", decía la solicitud de patente que presentó Ford el 27 de julio de 1940. Al año siguiente, el 13 de agosto de 1941 el Soybean se dio a conocer en los Dearborn Days, un festival que se celebra en la ciudad donde tiene su sede la marca del óvalo azul.

Ford Soybean Patente

La patente mostraba un conjunto formado por aceros tubulares a los que se ensamblaban 14 paneles de un plástico revolucionario en aquel momento. Eso que hoy nos parece tan moderno como para que hasta Lamborghini adopte un novedoso composite con el que aunar ligereza y durabilidad, Henry Ford lo llevó a cabo hace 75 años... empujado por las circunstancias.

De la guerra a los trabajos de Baekeland

Tanque Segunda Guerra Mundial Pd

No es de extrañar que se hallaran soluciones como el Soybean en aquella época. Con los sucesivos conflictos bélicos desarrollados en el mundo durante la primera mitad del siglo XX, muchos metales y derivados del petróleo se destinaban de forma masiva a fines armamentísticos, o a cubrir las necesidades básicas de la población.

La lista de ingredientes que dio paso a los paneles de plástico se perdió, y aunque los rumores apuntan a que contenía soja, trigo, lino, ramio y hasta cáñamo, lo más probable es que se tratara de fibra de soja con una capa de material fenólico.

Es por esa razón que, durante la Segunda Guerra Mundial, las placas de matrícula de varios estados de Norteamérica se fabricaron utilizando paneles de soja prensada. No eran duraderos, pero servían. Algo parecido ocurriría, años más tarde, con la elección del composite de celulosa Duroplast para la fabricación de los Trabant en la República Democrática Alemana.

Ford Soybean 1941 55

En cuanto a los paneles del Ford Soybean, no se sabe a ciencia cierta de qué estaban compuestos. La lista de ingredientes que se utilizaba para elaborar el material plástico se perdió con el proyecto, y los rumores apuntan a que contenía soja, trigo, lino, ramio y hasta cáñamo. Sin embargo, uno de los padres del vehículo, Lowell E. Overly, siempre ha defendido que se trataba de "fibra de soja con resina de fenol-formaldehído utilizada como impregnación".

Las resinas fenólicas tienen múltiples aplicaciones industriales. Quizá la más conocida sea la elaboración de la baquelita, llamada así en honor a Leo Baekeland, el primer científico que logró sintetizar este material en 1907 y que abrió el camino para la era del plástico. También estas resinas son útiles en el recubrimiento de ciertos materiales de encofrado o en la fabricación de adhesivos o hasta de bolas de billar. Ciertamente son resinas que se utilizan por, entre otras ventajas, sus propiedades elásticas, antiadherentes, duraderas, etcétera.

Ford Soybean 1941 70

Y, en el caso del Ford Soybean, la reducción de masa de la carrocería se convertía en un atractivo añadido, dentro de un proyecto en el que la ligereza del conjunto era irrenunciable. Según datos de Ford, el vehículo completo tenía una masa de 2.000 libras (907 kg), es decir, pesaba la mitad de lo que pesaba un coche de acero comparable.

"Otro objetivo de nuestra invención es proporcionar un montaje de ruedas delanteras para un vehículo de motor que será excepcionalmente ligero de peso en proporción a su peso y resistencia para reducir de esta manera la masa no suspendida del vehículo y así proporcionar una conducción más sencilla", prometía también la solicitud de patente de Ford.

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Como ventajas añadidas a las anteriores, el vehículo sería más seguro fabricado en plástico que en acero, incluso en caso de vuelco, ya que se evitaría que los paneles se aplastaran, dañando a los ocupantes. Finalmente, el interés de Henry Ford por aunar la industria con la agricultura se vería satisfecho al fabricar coches con materiales cultivados en la tierra.

Detrás del proyecto estuvo, en un primer momento, el diseñador Eugene Turenne Gregorie, que junto a Edsel Ford concibió la mayoría de automóviles de la empresa en las décadas de los 30 y los 40. Sin embargo, Henry Ford no quedó convencido con el trabajo de Gregorie en aquel novedoso automóvil, por lo que pasó el proyecto del Soybean a Lowell E. Overly, un ingeniero más vinculado con la matricería que con el diseño, y al ingeniero químico Robert A. Boyer.

De la feria de Dearborn al olvido y a la destrucción

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En cuestión de meses el Soybean se llevó a cabo en las instalaciones del fabricante. En el siguiente vídeo, rodado en 1941, además de poder ver el Soybean en movimiento, observamos cómo alguien (de quien se ha dicho que es el mismo Ford) propina un fuerte golpe con un martillo a una tapa de maletero realizada en el mismo material que el Soybean, aunque montada sobre otro vehículo.

Tras su presentación en los Dearborn Days, el Ford Soybean estuvo expuesto al público en la Feria Estatal de Michigan de 1941. Un año más tarde, en enero de 1942, llegaría la aprobación de la patente por el proyecto completo.

¿Y después?

La evolución de la Segunda Guerra Mundial acabó por motivar la suspensión de toda la producción automovilística en Estados Unidos, y por lo tanto el proyecto de fabricar un coche con carrocería de plástico se paralizó también. Se llegó a planificar la fabricación de una segunda unidad del Soybean, pero la situación de guerra terminó también con ese segundo coche de soja.

Con el final de la Segunda Guerra Mundial se abrió una nueva etapa en los Estados Unidos, pero el objetivo ya era otro: la reconstrucción y la orientación del negocio hacia una economía floreciente en Norteamérica. El Ford Soybean fue destruido y nunca más volvió a las mesas de dibujo de Dearborn.

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