El 8 de marzo de 2010 cayó una nevada monumental en Barcelona, sembrando el caos en la ciudad ante la falta de preparación y el miedo a conducir sobre nieve para la gran mayoría. Muchos preferían abandonar sus coches en medio de la calle antes que seguir. El día antes de esa nevada volvía de Suiza. Y al sur de Lyon, ya empezó a nevar como si eso fuese el gran norte canadiense. En la frontera española, en Le Perthus, apenas se veía ya la carretera y al caer la noche cerraron la autopista. Muchos quedaron atrapados.
Me libré por los pelos, pero tampoco me preocupé si me pasaba. Porque como más sabe el diablo por viejo que por diablo, estaba preparado ante tal eventualidad con un kit de supervivencia invernal. Porque no sólo hay que preparar el coche para el invierno, también hay que preparar el eslabón débil de esa máquina de viajar, el conductor y sus pasajeros.
Un kit para poder pasar la noche sin frío y hambre
Como antes de cualquier viaje largo, el mantenimiento del coche está al día, la ITV pasada, si toca, y el aire acondicionado funciona. Pero como viajamos en invierno, también es recomendable limpiar las cristales del coche por por fuera y sobre todo por dentro, se empañarán menos, así.
Por supuesto, no nos podemos olvidar de la indispensable rasqueta para quitar el hielo o la nieve del parabrisas y, por primera vez este año, de la dichosa baliza V16 y, sobre todo si vamos a Andorra o Francia, de las cadenas o fundas para nieve, obligatorios si no disponemos de neumáticos de invierno. Pero eso es para el coche. ¿Y nosotros?
La idea es ir prevenidos por si ocurre un imprevisto. No tiene porque ser una nevada histórica que deje atrapado entre Francia y España, puede ser una avería, un pinchazo que no admite reparación o que el kit antipinchazo no funcione. Puede ser cualquier cosa que nos impida seguir camino. Y estar atrapado en una carretera en invierno no es lo mismo que en verano. En verano, se puede buscar sombra y la noche nos da un respiro. En invierno, la noche se ceba con nosotros.
Qué debemos llevar. Sin caer en el extremo de un survivalista que contará con un bidón de gasolina, cinta americana, cuchillos y pastillas de combustible para calentar latas de fabada asturiana y varios rollos de papel higiénico (con uno basta), hay ciertas cosas que todos deberíamos llevar en un rincón del maletero. Y que, tras conducir varios años en zonas de nieve, no salgo de viaje sin ellas.
Lo básico es llevar siempre agua, una bolsa de frutos secos, barritas energéticas o chocolatinas y un par de mantas. No tienen porqué ser las mantas palentinas de la abuela, con que den calor es suficiente (las de forro polar no pesan, no ocupan y calientan). También se pueden sustituir por mantas térmicas de montaña de emergencia para ahorrar espacio. Cuestan menos de 10 euros y apenas ocupan espacio.
Para un nivel superior de preparación, y antes de llegar al nivel survivalista a lo 'Fallout', podremos incluir ropa de abrigo adicional, como guantes, gorros o calcetines, medicamentos esenciales y una batería extra para el móvil, así como una linterna con pilas de repuesto y un mapa de carreteras por si se agote la batería del teléfono o definitivamente no tenemos cobertura.
Imágenes | Freepik, Motorpasión
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