De fantasía a golpe de realidad. El Hyperloop con el que soñaba Elon Musk acaba reconvertido en un aparcamiento

De fantasía a golpe de realidad. El Hyperloop con el que soñaba Elon Musk acaba reconvertido en un aparcamiento
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La noticia de que la pista de pruebas del Hyperloop que el magnate nos anunció por primera vez hace una década haya sido demolida para ampliar el aparcamiento de empleados en la sede de SpaceX, podría parecer una metáfora sobre las ya habituales promesas vacías de Elon Musk, pero más bien es la crónica de una muerte (muy lenta) ya anunciada.

Lo que el nuevo dueño de Twitter define como “el quinto método de transporte que revolucionará la forma en que los humanos se mueven por el mundo”, y que está basado en cápsulas que se mueven a altas velocidades por tubos (como lo hacen las monedas en las cajas un supermercado), parece disiparse.

Y todo pese a los miles de millones de dólares invertidos en investigación y desarrollo, o al trabajo que han dedicado varias empresas al proyecto durante años.

La paradoja del Hyperloop reconvertido en plazas de aparcamiento

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Aunque Elon Musk lanzó al mundo por primera vez la idea del Hyperloop en una conferencia de 2013 “como la visión de un transporte futurista de lo más revolucionario”, en realidad este método de transporte lleva en el imaginario colectivo desde el siglo XIX. No funcionó entonces, y todo apunta a que podría seguir sin funcionar.

Tiene muchos factores en contra: desde las leyes de la física básicas hasta la inversión, pasando por la tecnología. Incluso son muchas las voces de expertos las que se han alzado en los últimos años contra esta idea tan marciana en diferentes estudios que tratan de desmitificar la viabilidad del proyecto. Y sin embargo, aún tiene adeptos.

A la luz de los últimos acontecimientos, quizá hasta el propio Musk podría haber perdido interés en su túnel supersónico.

Y es que según una entrevista que publica Bloomberg con el propietario de “Precision Construction Services”, la empresa contratada para construirlo hace solo cinco años, el destino final del túnel de aproximadamente 1,6 km de largo se decidió hace algunos meses.

Desde que en 2018 Musk celebró la inauguración de su flamante pista de pruebas en las inmediaciones de las oficinas de SpaceX en Hawthorne (California, EEUU) ha tenido varios usos. Entre ellos, competencias de estudiantes. En una de ellas, incluso se consiguió que una cápsula viajara a más de 460 kilómetros por hora.

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Llegados a este punto, hemos de recordar que la teoría dice que un hyperloop es un sistema basado en un tubo al vacío por el que circulan las cápsulas (vagones de mercancías o pasajeros) que levitan por dentro del mismo.

Y el principio no es nuevo, sino que data de 1870, cuando el alcalde de Nueva York quería que se pudiese cruzar la isla de Manhattan en sólo 30 minutos.

Si bien es cierto que técnicamente un hyperloop podría llevar a pasajeros, como trató de demostrar Virgin Hyperloop en 2020, cuando movió a dos personas a 170 km/h a lo largo de 500 m en unas pruebas en Nevada, la realidad es que esto genera más problemas que soluciones.

Y no solo por sus costes desorbitados: es un proceso largo, que debe tener en cuenta toda una serie de imperativos legales, ecológicos e imprevistos. Por no hablar de los problemas técnicos.

Sin embargo, como ya se sabe, Musk es impredecible. Que haya perdido parte de su interés en el proyecto no quiere decir que esté descartado.

El pasado mes de abril aseguraba, en una conversación con otra usuaria de Twitter, que en los próximos años su empresa de perforación de túneles, The Boring Co, “intentará construir un Hyperloop que funcione. Desde el punto de vista de la física conocida, esta es la forma más rápida posible de ir del centro de una ciudad a otra para distancias inferiores a 3.200 kilómetros", escribía.

De hecho la compañía ya ha anunciado que, pese a que la pista de pruebas se desmantele, seguirán adelante con sus compromisos y proyectos, que servirán “de antesala para el futuro Hyperloop”.

Ejemplo de ello son los trabajos que están llevando a cabo como los túneles que tienen en marcha por debajo de ciudades como Las Vegas, con el objetivo de descongestionar el tráfico. 

Eso sí, estos no ni tienen ni un entorno de baja presión, ni cápsulas de alta velocidad… más bien son túneles como los que ya conocemos.

Hace solos unos días The Boring Company anunciaba que había conseguido casi 675 millones de dólares en su última ronda de financiación y una valoración en bolsa de 5.700 millones.

¿Será suficiente este presupuesto para que su actividad siga adelante? Podría ser, pero de momento seguro que no llega para el Hyperloop.

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