Desde 2035 no se podrán vender coches nuevos gasolina o diésel, pero aún hay esperanza para los coches de combustión. Por ejemplo con la excepción de los e-fuels, o al menos en teoría ya veremos la práctica. Pero también encontramos los motores térmicos que "queman" hidrógeno, aunque de momento su feudo es la competición.
Es el caso del recién llegado propulsor de AVL Racetech, firma austriaca proveedora de equipos de F1 o NASCAR. Es el primero nacido en Europa y se distingue por recurrir a un sistema de inyección de agua para minimizar una de las principales trabas de este tipo de mecánicas: el bajo rendimiento. Y es que este bloque promete más de 400 CV.
¿El santo grial de los motores de combustión a base de hidrógeno?
El sistema de refrigeración de AVL se basa en una tecnología que BMW probó en sus motores de combustión hace ocho años. Su cometido era idéntico al de la compañía austriaca: minimizar la pérdida de rendimiento en los motores turbo derivados de una temperatura excesiva.
Este bloque de AVL, que no se alimenta de diésel o gasolina sino de hidrógeno, también va turboalimentado. Cubica 2.0 litros y promete desarrollar 410 CV y 500 Nm, disponibles entre las 3.000 y 4.000 rpm.
Sus creadores afirman que para lograr esas cifras, la clave es su sistema de inyección de agua. Un inyector insufla agua adicional al aire de admisión del motor, lo que aumenta la presión de sobrealimentación. Y además al evaporarse, refrigera la cámara combustión. Esto permite trabajar con mezclas más pobres, con menor cantidad de combustible.
Si esta tecnología cumple con lo que promete, minimiza las principales trabas de los propulsores térmicos de hidrógeno: la pérdida de potencia y la gran cantidad de hidrógeno que exigen.
A este motor de AVL le queda probarse sobre el asfalto, más allá del banco de pruebas y simulaciones. Pero no deja de ser un gran paso a este tipo de motores que ganan enteros.
Toyota, la que más está apostando por quemar hidrógeno. En un coche eléctrico de pila de combustible, ésta produce una reacción química entre el hidrógeno y el oxígeno generando electricidad y moviendo así un motor eléctrico. Este tipo de mecánica es la que está presente en los pocos modelos de hidrógeno del mercado, con el Toyota Mirai como máximo exponente.
Pero el concepto de los motores de hidrógeno de combustión es completamente opuesto: son básicamente un bloque térmico que quema hidrógeno en vez de gasolina. Así, por ejemplo utiliza los sistemas de inyección y suministro tradicionales, y aunque exige algunas adaptaciones, en esencia su base es la misma que la de un bloque convencional. Todo ello, sin emitir CO₂.
Precisamente Toyota lleva tiempo desarrollando este tipo de mecánicas, también para competición. Lo estrenó hace dos años en un Toyota Corolla Sport y recientemente ha hecho lo propio en el Toyota GR Yaris H2. Ambos ya han competido. En el caso del Yaris, Toyota promete que tiene un rendimiento similar a uno de gasolina, rondando los 260 CV.
También Toyota está detrás de un recién llegado buggy con motor térmico de hidrógeno que se va a estrenar en el próximo Dakar: el HySE-X1 que firma junto a Honda, Suzuki, Yamaha y Kawasaki.
De momento, este tipo de motores que podrían ser el futuro de la combustión se limitan a competición, pero pueden ser un estupendo campo de pruebas para que se traslade a coches de calle. Eso sí, para ello el hidrógeno debiera despegar como alternativa a los eléctricos de batería y aún no se han solucionado sus problemas inherentes que frenan que se apueste por ellos en Europa. Además, aún se focaliza más para el transporte que para el vehículo privado.