Los ciclistas que no usan el carril bici llevan la razón: es hasta un 30% más lento que ir por la calzada

Los ciclistas que no usan el carril bici llevan la razón: es hasta un 30% más lento que ir por la calzada
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La convivencia entre ciclistas y el resto de conductores en las ciudades no siempre es idílica, pese a que en los últimos años se hayan implementado cada vez más carriles-bici para solucionarlo y, de paso, ofrecer alternativas de movilidad cada vez más sostenibles y seguras. Entonces, ¿por qué hay ciclistas que prefieren ir por calzada teniendo un carril bici al lado?

Según el colectivo “en bici por Madrid”, porque “se tarda hasta un 30 % más circulando por los carriles bici que por la calzada”, por el diseño actual de las infraestructuras. Esto no es un problema para quienes se mueven en bici para pasear o disfrutar de su tiempo libre, pero sí para quienes usan este medio de transporte alternativo, por ejemplo, para ir a trabajar.

Infraestructuras mal diseñadas y normativa: fuentes de conflicto entre conductores y ciclistas

Pese a que hay una normativa que deben respetar tanto los conductores del resto de vehículos como los ciclistas, muchos conflictos entre ambas partes surgen por desconocer las normas o vulnerarlas, directamente. En este sentido, tanto los adelantamientos indebidos, como la circulación de bicis fuera de los carriles designados para tal fin, o que los ciclistas no se bajen de la bici para cruzar, suelen ser fuente de polémica y conflicto.

Para muchos conductores, también puede ser un problema toparse con ciclistas por la calzada, puesto que lógicamente las bicicletas van más despacio que el resto de vehículos, y en las horas punta este tipo de situaciones pueden generar tensión y/o retenciones. Pero, ¿es legal?

Pues sí. Ni en el Reglamento General de Circulación ni en la Ordenanza de Movilidad del Ayuntamiento de Madrid existe ninguna norma que obligue al ciclista a utilizar el carril bici (cuando exista), e impida que pueda circular por la calzada, salvo que exista alguna prohibición u obligación general o específica (como las vías delimitadas por la señal R-407).

Partiendo de esta base, el colectivo de “en bici por Madrid”, ha querido demostrar que moverse por los carriles bici no siempre es lo más eficiente para quienes priorizan la bici como medio de transporte habitual respecto a alternativas más contaminantes. Más en la capital, que junto a La Coruña o a Córdoba, es una de las ciudades españolas con peores infraestructuras ciclistas según la OCU.

Para ello, han realizado mediciones del tiempo que se tarda en recorrer distintos itinerarios tanto por diferentes carriles bici de la ciudad como sus alternativas por calzada en condiciones de tráfico fluido y han llegado a la conclusión de que, en Madrid, de media se tarda un 30 % más de tiempo en ir por los carriles bici que por la calzada, aunque este margen es diferente en algunas zonas concretas de la capital.

Según sus datos, el carril bici de General Ricardos es el que más penaliza a los ciclistas “que tardan hasta un 80 % más” que por la calzada, seguido del de Joaquín Costa, que penaliza “el 60 %” por ser muy estrecho y por tener un ciclo semafórico más lento y, en tercer lugar, se encuentra Serrano, debido a su diseño lleno de rebajes constantes.

“En sentido norte además, tiene bastantes más semáforos que su alternativa por la calzada paralela” (Claudio Coello). De todos los carriles bici de Madrid analizados por el colectivo, sólo se llevan valoraciones positivas el de la Avenida Oporto sentido oeste y el de Santa Engracia, que “sí es una ventaja en tiempo (-20 %) gracias a evitar un rodeo en sentido sur, a pesar de la leve penalización que implican sus semáforos en sentido norte (+10 %)”.

En resumen, “los diseños de carriles-bici que estamos viendo suponen una penalización sistemática para el ciclista, lo que es un incentivo para usar la calzada”, dicen. “Se salvan aquellos pintados en calzada, y algún caso que acorta la distancia habilitando dobles sentidos”. Para este estudio, “En bici” ha utilizado biciMad, con la intención de reducir las variaciones de velocidad provocadas por subidas o fuerza del ciclista.

Asimismo, el colectivo asegura que todas las mediciones se hicieron en situación de fluidez, tanto en calzada como en carril-bici, “para aislar la influencia del diseño”. Acciones como ésta muestran que el debate entre carriles-bici y calzada no solo es una cuestión de preferencia individual, sino también es un reflejo de la eficacia de las decisiones urbanísticas.

En última instancia, estudios como el “En Bici por Madrid” (que es participativo) abre la puerta a un diálogo más profundo sobre la planificación urbana y la importancia de adaptar las infraestructuras a las necesidades reales de quienes optan por la movilidad en bicicleta: la eficiencia, la seguridad y la comodidad deben converger para lograr ciudades más amigables con la bicicleta, incentivando su uso y contribuyendo a la construcción de entornos urbanos más sostenibles.

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