Daniel Murias
China es, con diferencia, el mayor productor de electricidad fotovoltaica del mundo. Ella sola produce la mitad de la energía solar total en el mundo, según Global Energy Monitor (datos de diciembre de 2023).
Y ahora, además de generar energía verde, ha descubierto que instalar paneles solares en el desierto puede devolver a la vida una antigua zona árida. Han logrado hacer crecer hierba en uno de los desiertos más áridos del mundo.
A la sombra de los paneles solares
Una de las granjas solares más grandes del mundo está en la provincia de Qinghai, noroeste de China, con una potencia de hasta 3 GW. China aprovecha el vasto desierto de Gobi, y su media anual de casi 3.000 horas de sol, para instalar granjas solares. Desde que se convirtió en el mayor parque de producción de energía fotovoltaica del mundo en términos de capacidad instalada, además de suministrar electricidad a provincias lejanas como Jiangsu y Henan, la central ha modificado el clima y revitalizado el ecosistema local.
En el desierto de Gobi no llueve, pero sopla el viento. Y mucho. Ese fuerte viento levanta arena del desierto y polvo de la región que se deposita sobre los paneles fotovoltaicos afectando a la producción de electricidad. Por eso, los equipos de mantenimiento de la central lavan muy a menudo los paneles con agua de la presa cercana. Y de tanto lavarlos ha empezado a crecer hierba al pie de los paneles solares.
Con miles de horas de sol y riego constante, la hierba crece sin control. Eso es un problema porque afectan a la producción de energía y es un riesgo en la época seca (otoño e invierno) creando un riesgo de incendio, aseguran las autoridades chinas. Para limitar su crecimiento han recurrido a un sistema tan antiguo como rudimentario, pero muy ecológico: poner a pastar ovejas.
Para los pastores de la región es una oportunidad en oro, las ovejas comen gratis. Y la central disfruta de un desbroce igualmente gratis. Todo el mundo sale ganando. Al mismo tiempo, el estiércol de las ovejas nutre la tierra. La hierba y otras plantas crecen con más fuerza, mejorando la alimentación de las ovejas que vuelven para desbrozar la central. Es una suerte de círculo virtuoso. En 2021, se pusieron en servicio 600 ovejas.
“Una vez que el estiércol de oveja fertiliza la tierra, la hierba crece mejor y, cuanto más comen las ovejas, más engordan. Las llamamos ovejas fotovoltaicas”, explica Ye Duo, originario del pueblo de Helesi, en el cantón de Tiegai del condado de Gonghe, y añadió, frotándose las manos y hablando en voz alta al visitante: “Han llegado pollos salvajes, conejos salvajes y zorros, ¡y los he visto varias veces!”, según el Diario del Pueblo.
Las granjas solares, gracias a las grandes superficies sombreadas que producen, no se limitan a generar energía, también contribuyen a la rehabilitación ecológica de las zonas áridas. Una solución similar está siendo implantada en Extremadura, en la planta fotovoltaica de Belvis, haciendo partícipes de la central a los ganaderos de la zona.
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