Probamos el SEAT 850 Coupé: por el simple placer de viajar sin prisas en el tiempo hasta el año 1967
En la era del coche eléctrico las diferencias respecto a los coches antiguos analógicos son más notables que nunca. Tal vez por eso, cuando me llamaron del departamento de coches históricos de Seat ofreciéndome conducir este precioso Seat 850 Coupé que conservan en la colección de la propia marca, la respuesta fue inmediata: sí, necesito hacer ese viaje en el tiempo. Y esta fue la experiencia.
El departamento de coches históricos de Seat mantiene una colección muy nutrida con más de 200 unidades de diferentes modelos de la marca española. Esta colección es la encargada de dar valor y conservar la historia de una empresa tan importante para nuestro país como es y ha sido la marca Seat.
No es la primera vez que nos ponemos al volante de uno de los coches históricos de Seat. Anteriormente tuvimos ocasión de conducir los 1430, el 127 y otros modelos que han ido marcando el desarrollo desde los orígienes hasta convertirse en lo que es hoy Seat, una marca muy reputada dentro del grupo Volkswagen que incluso se permite tener una marca propia deportiva bajo el paraguas de Cupra.
De entre los coches históricos que nos ofrecieron para conducir, elegí el Seat 850 coupé. Se trata de un modelo del año 1963 que nació como el primer coche de capricho de la marca española y por ende de nuestro país.
Su carrocería coupé y configuración 2+2 lo hacían menos práctico y funcional que su hermano el 850, pero llegó en un momento en el que la bonanza económica y el progreso de España permitía ya contar con un tipo de clientes que preferían o podían permitirse este tipo de coches frente a los otros puramente racionales.
El plan del día consistía en hacer una ruta con varios de sus modelos clásicos, incluyendo un 850, un 128 Sport, un 124, un 1430 y un 1430 familiar por los alrededores de Madrid. La ruta, organizada por la revista Motor Clásico reunía además a otros coches históricos de gran pedigree como Jaguar E-Type, un MGB y otros clásicos británicos con los que tuvimos el placer de compartir asfalto durante esa jornada.
El estado de conservación del Seat 850 coupé que iba a conducir era sencillamente impecable. Como ocurre todos los coches de la colección de Seat históricos, es difícil saber si se trata de un coche nuevo recién salido de la fábrica o de un coche realmente antiguo restaurado.
Su estilosa carrocería de formas redondeadas lucía como nueva en el color azul original de la época que lo hace muy muy atractivo. En el interior del habitáculo en configuración 2+2 minimalista y marcado por la ausencia de cualquier tipo de elemento tecnológico, como es lógico en aquella época, marca el estilo de un coche elegante.
Tal era el estado de conservación del coche que incluso las alfombrillas de goma Hispano Everest parecían fabricadas hace uno sidas.
Mecánicamente el Seat 850 coupé es de lo más sencillo que existe. Su pequeño motor de cuatro cilindros con 843 c.c desarrolla 47 caballos y va situado en la parte posterior del coche.
Son 10 caballos más que los que tenía el 850 normal con el que comparte bastidor, lo cual le permite alcanzar teóricamente una velocidad máxima de 140 km/h. La caja de cambios es de cuatro velocidades.
A las 9:00 de la mañana salimos de la Casa de Campo en dirección a las Sierra de Madrid. Por delante nos quedaban casi 300 kilómetros de conducción en estado puro.
El primer tramo por autovía bastante rápida nos permitió comprobar como los coches de esa época circulan mucho más lentos que otros contemporáneos. El pequeño 850 Coupé se mueve con soltura, agilidad y su mecánica está afinada al máximo, pero no le gustan las altas velocidades de hoy en dia.
Estirando mucho cada una de sus cuatro marchas, puedes llegar a ver la aguja sobrepasar los 100 km/h, incluso llegar a rozar los 120 km/h e ir un pelín más allá, pero basta con echar un vistazo al GPS del móvil o a la velocidad del resto de coches que circulan por la carretera para darte cuenta de que realmente, vas a poco más de 100 km/h.
No me importa porque en el primer tramo ya de curvas compruebo que no es necesario circular más rápido para disfrutar. En el Seat 850 Coupé todo se vive a flor de piel. Cada cambio de marchas, cada reducción, cada frenada... Todo es tan puro que hace que te sientas mimetizado con la mecánica en todo momento.
Dejando el necesario periodo de adaptación al coche atrás, ya me siento en perfecta sintonía con él. He interiorizado cómo es el tacto de su pedal de freno, lo mucho que has de anticiparte a las reacciones y cómo es el carácter de su motor, que has de estirar sin contemplación hasta más allá de las 5.000 RPM si quieres una respuesta digna.
La potencia máxima la da a 6.200 RPM. Cuando llevas el pedal a fondo buscando esa potencia máxima, pareces sentir cómo la gasolina fluye a través del carburador Weber 30 de doble cuerpo.
Una tras otra van pasando las curvas, los puertos de montaña en ascenso hacia El Escorial se hacen enternos, pero no importa. No hay ninguna prisa. Estoy disfrutando como nunca, y me gusta que a cada paso por un pueblo, los viandantes miran la caravana con admiración y hacen gestos de aprobación con el pulgar hacia arriba.
Muchos de esas personas que nos veían pasar, posiblemente tenían en un Seat 850 Coupé el coche de sus sueños en sus años mozos, como lo son hoy otros coches como el Cupra Formentor o el Porsche 718 Cayman, por citar solo algunos. Cómo hemos cambiado desde que este modelo se presentó en el Salón del Automóvil de Barcelona de 1966.
Paramos a hacer un descanso, ya que el calor apretaba ese día, y es un auténtico placer contemplar la caravana de coches. El equipo de Seat coches históricos se esforzaba en cada parada por mantener los coches impolutos, limpios y relucientes.
Seguimos la ruta y me doy cuenta de otro aspecto que ha cambiado mucho en los últimos años, y es el tamaño y peso de los coches. En la ruta nos íbamos encontrando muchos grupos de ciclistas, unos en línea y otros circulando en paralelo.
Lo bueno que tiene ir en el Seat 850 Coupé es que es un coche tan sumamente estrecho, que apenas tienes que desplazarte hacia el carril contrario para adelantar a esos grupos de ciclistas. Sus prestaciones limitadas obligan a pensar mucho cada una de esas maniobras, y tener decisión cuando la pones en marcha, pero por otro lado no has de desplazar masas muy altas. Solo pesa 720 kilos. Sí, en materia de seguridad ha habido un salto de gigante en el sector del automóvil, pero los pesos que alcanzan hoy en día los coches son para pensarlo dos veces.
A medida que nos acercábamos al mediodía, el calor apretaba más y más. Las ventanillas completamente abiertas suplían la ausencia de aire acondicionado y nos recordaban lo duras que estaban estas manivelas en los coches antiguos. Nos hemos vuelto demasiado señoritos con esto de la tecnología, tanto que hoy en día incluso puedes abrir la ventanilla de algunos coches desde el smartphone.
Ver venir por el espejo retrovisor el 1430 Familiar que conducía el compañero David Navarro de la Revista CAR es como ver venir un camión por detrás. Comparado con las apenas 3,6 metros de largo, 1,5 de ancho y 1,3 de alto del 850 Coupé, aquel "catorce treinta" familiar es mucho más grande y voluminoso.
En las curvas más pronunciadas, se aprecia cómo ambos coches inclinan en los apoyos. El mío lleva un esquema de suspensión delantera independiente, con ballesta transversal, amortiguadores y barra estabilizadora. La trasera es igual con brazos oscilantes.
Tras una nueva parada para coger fuerzas y refrigerar a los conductores (a los coches no les hizo falta, demostraron que estaban en perfecto estado de forma), llegamos al punto final de la ruta.
En una mañana habíamos viajado en el tiempo a una época en la que el automóvil tenía si cabe más importancia que hoy en día en nuestro país. De este precioso Seat 850 Coupé se fabricaron un total de 21.058 unidades hasta que a finales de 1969 fue sustituido por el 850 Sport Coupé.
Cada una de ellas costaba 105.000 pesetas, o para que los más jóvenes tengan una referencia, unos 600 euros al cambio actual. Sin duda, poder vivir experiencias así nos permiten poner en valor el papel que todos estos coches que se ven en la foto han tenido para que hoy podamos disfrutar de los automóviles como lo hacemos. ¡Ha sido un placer, pequeño Seat 850 Coupé!
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