Un concesionario está vendiendo Lamborghinis a narcotraficantes y delincuentes y la marca se ha enterado. Les ha demandado, pero no por ensuciar su imagen, sino por incumplir el contrato

  • Al menos 32 coches en 2023 parecen ser ventas a clientes profesionales no autorizados

  • Uno de los coches no fue vendido a un ex deportista de élite, sino a un convicto, según la demanda

Lamborghini Showroom Usa
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Daniel Murias

Las marcas de coches no son organizaciones benéficas, viven para generar beneficios. Ya sea un Jaecoo o un Lamborghini, si lo puedes pagar el coche es tuyo. Ellos no te van a preguntar de dónde has sacado el dinero. Aun así, las marcas intentan que ciertos perfiles indeseables para su imagen de marca no compren sus coches. Es el caso de Lamborghini, por ejemplo.

El fabricante italiano acusa a uno de sus concesionarios en Estados Unidos de haber vendido superdeportivos no a particulares, como estipula el contrato, sino a perfiles cuanto menos dudosos, llegando a mencionar a “traficantes de drogas” y “proxenetas”.

Vender a particulares o brokers, el dilema de este concesionario Lamborghini

Según un informe del Chicago Sun-Times, Lamborghini ha demandado al concesionario Gold Coast Exotic Imports, con sede en el área de Chicago, después de que una auditoría de la marca descubriera que al menos 32 ventas realizadas en 2023 eran, en realidad, ventas a clientes no particulares, sino a brokers independientes no autorizados y con antecedentes penales.

Lamborghini afirma que tiene un contrato con Gold Coast Exotic Imports que establece explícitamente que el concesionario sólo puede vender vehículos a “clientes particulares” u otros concesionarios autorizados (como cuando un cliente en Miami quiere un modelo que tiene en stock el concesionario de otra ciudad, por ejemplo), según recoge el Chicago Sun-Times.

Lamborghini Show Room

Lamborghini alega en la demanda que Gold Coast ha violado este contrato al vender a brokers y compraventas. Este tipo de compradores están más interesados en ganar dinero con una venta rápida que en experimentar la emoción de un V12 Lamborghini que ruge a pleno pulmón.

En la demanda se alega que Gold Coast engañó a Lamborghini al afirmar que había vendido coches a un exdeportista profesional de Chicago y al director ejecutivo de una clínica quiropráctica de Minnesota, personas consideradas clientes particulares, según la demanda.

Sin embargo, los coches se vendieron en realidad a brokers y compraventas no autorizados, entre ellos uno que “se había declarado culpable anteriormente en un caso penal de fraude que implicaba la venta de coches de lujo a traficantes de drogas y proxenetas como medio para blanquear dinero”, según la demanda.

Lamborghini Fbo Media

Lamborghini afirma que prohíbe a los concesionarios realizar ventas directas a corredores y compraventas porque estos suelen revender los coches a precios inflados y no ofrecen a los clientes una gama completa de servicios como lo hace un concesionario de automóviles autorizado. Esto “daña la prestigiosa marca del fabricante de automóviles”, según la demanda.

Desde 2019, Gold Coast ha recibido más de 4 millones de dólares en bonificaciones por incentivos para concesionarios. Sin embargo, en la demanda alega que, al vender Lamborghinis a clientes profesionales, el concesionario ha incumplido las condiciones para el pago de esas bonificaciones.

No nos engañemos, este no es un caso de una marca de prestigio con consciencia. Ni tampoco es el caso similar al de Ferrari que veta a algunos clientes famosos o ricos porque no le gusta lo que hacen con sus coches. El problema aquí no es que se hayan vendido coches a clientes vinculados con el narcotráfico, sino que es un mero caso de incumplimiento de contrato.

De los narcotraficantes hasta los más famosos dictadores, todos acaban comprando coches de lujo. Lo hacen vía terceros los cuales compran en ocasiones estos coches nuevos en un concesionario de la marca. Es así como, por ejemplo, el dictador checheno, Ramzan Kadyrov pudo obtener un Lamborghini Reventón, o bien Kim Jong-un dispone de limusinas Mercedes y Maybach en Corea del Norte.

No se explica si no cómo Teodorín Obiang, hijo del dictador de Guinea Ecuatorial, pudo hacerse en su día con modelos tan exclusivos como un Lamborghini Veneno Roadster o un Koenigsegg One:1. Los rumores aseguran que fue un broker alemán quien los compró para “revenderlos” luego al hijo del dictador. Ese mismo broker que volvió a comprar casi la mitad de los 25 coches que la justicia suiza había confiscado a Teodorín.

Al final, quién quiere un coche de lujo y se lo puede permitir, lo va a conseguir. Ya sea dictador, narcotraficante o un pudiente ciudadano ruso que no puede ir al restaurante sin su Range Rover o Mercedes Clase G.

Imágenes | I'm Zion, Paul Frederickson, FBO Media

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