De esta manera pasó Detroit de ser la cuna del Motor en Estados Unidos a declararse en bancarrota
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De esta manera pasó Detroit de ser la cuna del Motor en Estados Unidos a declararse en bancarrota

En Estados Unidos los años 50 vieron el florecer de la industria del automóvil. Eran buenos tiempos, el dinero fluía rápidamente y en abundancia durante los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Aquellos años fueron los días de bonanza de la ciudad del motor estadounidense, Detroit. Su bancarrota no llegó producto de la última crisis económica, sino la conclusión a una larga decadencia que se inició a principios de los años 60. Así paso Detroit de ser la cuna del motor estadounidense a declararse en bancarrota.

En los inicios, Henry Ford

Henry Ford con un Model T

Todo empezó cuando un tal Henry Ford estableció su compañía de automóviles en una vieja fábrica de la avenida Mack en Dearborn, una de las localidades de la zona metropolitana de Detroit. En aquel momento el visionario del automóvil acababa de plantar la bandera en la que sería la meca del motor estadounidense durante las décadas venideras. Era 1903 y empezaba el despegue de Detroit.

En el año 1908 nació otro de los Big Three muy cerca de Detroit, en la población de Flint. Era General Motors, que nacía como una compañía para gestionar al fabricante Buick. Tras varias adquisiciones y una andadura bastante movida en sus primeros años, finalmente General Motors se mudó a Detroit en el año 1923, convirtiéndose así en el segundo gran fabricante que se radicó en Detroit.

El último en llegar fue Chrysler, compañía fundada en el año 1925 como la reorganización de la Maxwell Motor Company. Su sede actual está en Auburn Hills, localidad perteneciente a la zona metropolitana de Detroit. Probablemente haya sido la más vapuleada de las tres por esta última crisis, pero como ya hemos dicho, el problema viene de mucho más atrás.

Fábrica de Chrysler

Estas tres son los grandes conglomerados industriales que sobreviven hoy día, pero en la década de los años 20, tras la Primera Guerra Mundial y en pleno proceso de industrialización e implantación de los motores de combustión interna, Detroit se convirtió en el origen de gran cantidad de fabricantes con tamaños muy diversos. Eran buenos tiempos para el mundo del motor, al menos hasta el crack del 29, que devolvió durante un tiempo a la realidad a los fabricantes estadounidenses.

Sin embargo tras la tormenta llega la calma y tras la Gran Depresión los fabricantes de coches encontraron un filón en la Segunda Guerra Mundial, fabricando todo tipo de equipamiento para el ejército. Una vez acabada la guerra volvió el optimismo, estábamos a principios de la década de los 50, la de oro para la ciudad de Detroit. En 1956 sin embargo ya se empezaban a percibir los primeros signos de caída y se cerraba la fábrica más grande jamás abandonada, la de Studebaker-Packard.

Tras estos años, ya metidos en los años 60 y todavía en un periodo de relativa bonanza, los fabricantes que habían surgido desde principios de siglo empezaron a reorganizarse, absorberse e incluso desaparecer. Como ejemplos de esto Packard, uno de los grandes que quebró a finales de los años 50, o Studebaker, que quebró pocos años después. Hasta quedar en la zona únicamente los tres grandes, que vendían cada uno una amplia gama de marcas. Sin embargo la caída ya había empezado.

Detroit se quedó pequeña para tanto fabricante

Planta de Ford en Dearborn

Con la bonanza llegaron de la mano los precios de producción caros y los fabricantes empezaron a buscar nuevos lugares donde producir sus vehículos. Detroit, la antaño floreciente ciudad manufacturera veía como su tejido industrial empezaba a deslocalizarse. General Motors, Chrysler y Ford empezaron a mover sus fábricas a otras zonas de Estados Unidos y también fuera del país.

Sin ir más lejos la fábrica de Ford en Almussafes se abrió en el año 1976, aunque el proyecto data de mediados de los 60 y la fábrica Opel en Figueruelas se abrió en 1982. Había que ir a países más baratos a producir y con los años en Detroit se quedaron solo las sedes centrales de los tres grandes, nada de fábricas. De hecho sí quedan un par de fábricas de coches en Detroit, la de Chrysler donde se fabrica el Dodge Grand Caravan y la de SRT donde se fabrica el SRT Viper. Migajas comparadas con los tiempos en los que un importante porcentaje de los coches fabricados a nivel global se fabricaban allí.

En 1973 en pleno proceso de deslocalización los fabricantes recibieron otro golpe más, la crisis del petróleo. Este suceso obligó a reestructurar muchas de las empresas del sector automovilístico, a reestructurar sus gamas y hacer más eficientes los coches que fabricaban, una inversión no esperada que aceleró aún más la búsqueda de países con mano de obra barata para fabricar y la huida de Detroit.

Los países emergentes

Fábrica abandonada de Packard en Detroit

Con los años 90 nuevos lugares empezaron a posicionarse como los países donde producir coches baratos. México por su cercanía, Brasil como economía emergente y China, un país comunista reconvertido en gigante industrial, con unos precios de producción muy competentes y situados en posiciones estratégicas de América y Asia. La industria productiva del automóvil abandonó Detroit y con ella se fueron el resto de manufactureras, la quiebra era cuestión de tiempo.

Así fue como la ciudad que vio nacer y crecer la industria automovilística estadounidense, y una de las principales del mundo, se convirtió en un escenario más propio de una guerra. Hoy, solo unas pocas torres, entre ellas la de General Motors donde se aloja su sede, brillan en el centro de la Ciudad del Motor entre los solares y las casas abandonadas. Una deuda de 18.500 millones de euros en el momento de la quiebra.

Los fabricantes no se han visto tan afectados como la propia ciudad, cosa lógica si tenemos en cuenta que solo Chrysler tenía fábricas en Detroit en el momento de declararse la ciudad en bancarrota. Recordemos que en 2009 tanto General Motors como Chrysler cayeron y ambas fueron rescatadas con dinero del contribuyente. Solo Ford quedó fuera de estas ayudas públicas para que subsistieran.

Quizá en un futuro la revitalización de la ciudad sea un hecho. Quizá para entonces el Motor vuelva a ser una importante pieza de la economía de Detroit.

Fotografía | Wyliepoon - VI

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