Durante décadas, el debate industrial ha girado en torno a cómo seguir extrayendo recursos sin agotar el planeta. Galicia ha decidido darle la vuelta al planteamiento: en lugar de buscar nuevas minas, ha apostado por exprimir al máximo lo que ya existe. La prueba está en Coirós, un pequeño municipio coruñés que acaba de colocarse en el mapa europeo del reciclaje industrial.
Allí, la compañía Cortizo ha puesto en marcha una de las plantas de reciclaje de aluminio más avanzadas de Europa, con una inversión de 38 millones de euros y un objetivo: el aluminio no se agota si se recicla bien.
La planta que convierte residuos en materia prima
Las nuevas instalaciones ocupan 29.000 m² dentro de una parcela industrial de 110.000, equipada con sistemas de trituración, clasificación y hornos de fundición de última generación. Aquí, operarios protegidos con trajes aluminizados supervisan un proceso tan extremo como preciso: separar, fundir y devolver al mercado aluminio que ya había cumplido su vida útil.
Tras un periodo de pruebas durante el verano, la planta ya está plenamente operativa y preparada para alcanzar su objetivo: producir hasta 100.000 toneladas anuales de tocho de aluminio reciclado posconsumo, según datos de la propia compañía.
Este sale de ventanas antiguas, puertas, fachadas, barandillas, ruedas de bicicleta o estructuras desmontadas. Todo aquello que normalmente acabaría en un vertedero entra en un proceso de clasificación milimétrica hasta quedarse únicamente con aluminio puro, listo para volver a empezar el ciclo.
El aluminio que ahorra energía mientras se fabrica
La clave está en el producto final, el llamado tocho ‘Infinity’, bautizado así porque el aluminio puede reciclarse de forma infinita sin perder propiedades. Hablamos de grandes cilindros de hasta siete metros de longitud que sirven como materia prima para fabricar perfiles de aluminio nuevos.
Su gran ventaja no es solo técnica, sino ambiental: producirlos consume hasta un 95 % menos de energía que el aluminio primario y reduce de forma drástica las emisiones de CO₂ asociadas. La propia empresa estima que, a pleno rendimiento, esta planta evitará la emisión de más de 1,5 millones de toneladas de CO₂ al año. Para ponerlo en contexto, equivale a eliminar durante doce meses todas las emisiones del parque automovilístico de turismo de las provincias de A Coruña y Pontevedra juntas.
Una apuesta industrial con raíces gallegas
La planta de Coirós no es un proyecto aislado, forma parte de una inversión acumulada de 228 millones de euros en Galicia en los últimos cinco años, junto al campus tecnológico y la ampliación de otras fábricas del grupo. Además, arranca con 20 empleos directos, con previsión de duplicar plantilla cuando alcance su máxima capacidad.
El aluminio reciclado que sale de aquí ya está presente en promociones residenciales de toda España, gracias a acuerdos con grandes promotoras inmobiliarias. El ciclo se cierra así de forma casi literal: el aluminio que se retira de edificios antiguos vuelve al mercado para formar parte de los hogares nuevos.
Imágenes | Corizo
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