
El Nissan Leaf fue uno de los primeros en abrir camino a los coches eléctricos. Quince años después de su debut, se han fabricado más de 700.000 unidades y ahora que se acaba de presentar la tercera generación del Nissan LEAF, los antiguos Leaf que ya no circulan sigue una segunda vida, dando luz a aeropuertos y ciudades.
Cuando una batería del Nissan LEAF deja de servir un coche, no se recicla inmediatamente, empieza una segunda vida. Estas baterías encuentran usos innovadores, como el almacenamiento de la energía solar en edificios, apoyo a las comunidades rurales sin conexión a la red eléctrica o asegurándose de que una ciudad como Melilla no sufra un apagón.
La segunda vida de los Nissan Leaf
Hace dos años, Endesa firmó un acuerdo con Nissan para mejorar la red eléctrica de la ciudad. Debido a su situación al sur del Estrecho, Melilla está desconectada de la red eléctrica española y de la marroquí. Sólo cuenta con una central térmica para abastecer en electricidad a sus 90.000 habitantes.
Para hacer frente a posibles cortes de electricidad provocados por sobrecargas, se ha diseñado un sistema de respaldo de emergencia denominado por Nissan Second Life, que utiliza baterías usadas de coches eléctricos, para suministrar energía mientras la central térmica se reinicia.
En el marco de la colaboración entre Endesa y Nissan, esta última ha suministrado a la eléctrica española 48 baterías usadas y 30 baterías nuevas del Nissan Leaf para ensamblarlas en un sistema de almacenamiento estacionario, una suerte de batería gigante.
Esta nueva instalación es capaz de inyectar energía en la red eléctrica del enclave durante unos 15 minutos, tiempo suficiente para restablecer el sistema y reiniciar el suministro eléctrico. Este almacenamiento de energía de emergencia también puede almacenar 4 MW de energía, aliviando la carga de la central principal durante las horas puntas proporcionando por sí solo hasta 1,7 MWh.
Las baterías Second Life de Nissan no sólo dan continuidad al suministro de energía en Melilla, también lo hacen en el aeropuerto de Roma, en la sede estadounidense de Nissan, donde almacenan energía durante las horas de menor consumo y la suministran durante los picos de demanda, o en los pasos a nivel de los ferrocarriles japoneses, asegurando que a pesar de una posible sobrecarga, como por la caída de un rayo, el sistema se mantiene operativo.
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Imágenes | Miguel González Novo, Nissan, Peugeot