En 1978, cuando trabajar fuera de la oficina era poco menos que ciencia ficción, un diseñador suizo decidió romper todas las reglas. Sobre la base de un enorme Cadillac Eldorado, creó algo que no era exactamente un coche, tampoco una autocaravana y mucho menos un prototipo convencional: una oficina de lujo completamente funcional sobre ruedas.
Aquel experimento se llamó Sbarro TAG Function Car, y hoy puede considerarse un antepasado tan extravagante como fascinante de las camper actuales pensadas para trabajar viajando. También es hijo de su tiempo: los años 70 fueron una época especialmente fértil (y algo loca) en inventos camper y soluciones imposibles, cuando nadie tenía miedo a probar ideas radicales, aunque el mundo todavía no estuviera preparado para entenderlas.
Una idea radical firmada por Franco Sbarro
El responsable de esta bestia inédita fue Franco Sbarro, conocido por llevar el diseño al límite y por no distinguir entre lo posible y lo imaginable. El encargo fue del empresario saudí Joseph E. Adjadj, propietario de TAG (Techniques d’Avant Garde), que no quería una simple autocaravana, sino un espacio de trabajo móvil con el confort de una limusina. Dicho y hecho.
La base elegida fue un Cadillac Eldorado de finales de los setenta, clave por un detalle técnico fundamental: su tracción delantera permitía un suelo completamente plano, sin túnel de transmisión. Eso facilitó alargar la carrocería hasta superar los siete metros y reorganizar el interior como si fuera la cabina de un jet privado.
Dentro no había camas ni cocina, como encontraríamos hoy en una camper moderna, porque no estaba pensado para hacer vida a bordo ni para dormir: aquí el protagonista era el trabajo. Por eso se instalaron cuatro grandes butacas enfrentadas, dos escritorios amplios, teléfonos integrados, televisión, frigorífico, cafetera y numerosos compartimentos, todo revestido en cuero y madera, con un diseño firmado por la empresa suiza DEM.
Seis ruedas, tres toneladas y un V8 descomunal
Para mover semejante conjunto, el TAG Function Car conservaba la mecánica original del Eldorado: un enorme V8 atmosférico de 8,2 litros asociado a una transmisión automática. Un motor pensado para empujar grandes berlinas de lujo, no para cargar con cerca de tres toneladas de peso. Eso obligó a montar un segundo eje trasero y convertirlo en un seis ruedas.
No era rápido ni eficiente, pero tampoco lo pretendía: estaba concebido para cruzar Europa con directivos a bordo, avanzando con calma mientras el trabajo seguía su curso. El acceso al interior se hacía por una gran puerta trasera o por el lado del copiloto, cuyo asiento se desplazó para dejar un pasillo libre.
Sbarro llegó a plantear una pequeña producción de 25 unidades, pero el proyecto nunca pasó de este único ejemplar. Era demasiado grande, demasiado caro y demasiado adelantado a su tiempo. En una época sin cultura camper, sin teletrabajo y sin una necesidad real de oficinas móviles, no tenía mercado.
Quizá por eso hoy resulta tan fascinante: porque muchas camper modernas, los motorhomes con despachos integrados o las furgonetas pensadas para nómadas digitales en realidad no han hecho más que refinar una idea que este Cadillac imposible ya defendía en 1978.
Imágenes | Sbarro, Reddit
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