
La felicidad de unos provoca la desdicha de otros. Alguien compró en una subasta toda una Ford F-150 Shelby Super Snake de 775 CV con menos de 8.000 km por sólo 73.000 euros, un coche que el vendedor pagó nuevo algo más de 115.000 euros. ¿Alguien ha dicho depreciación?
No solamente las Tesla Cybertruck se deprecian con la misma velocidad que Elon Musk suelta alguna burrada en su red social porque nadie las quiere ya. La F-150 Shelby Super Snake, también por lo visto. Pero a diferencia de la pickup eléctrica, la propuesta de Shelby es mucho más exclusiva, se trata de una serie limitada de 600 unidades. Y sobre todo, no pierde su valor porque nadie la quiera, sino porque es el destino de todos los modelos ultra exclusivos y de nicho realizados por preparadores.
Una oportunidad en oro
El Ford F-150 en cuestión, una unidad de 2022, ya no es legalmente un Ford sino un Shelby American. El motor es un V8 de 5.0 litros sobrealimentado hasta alcanzar los 775 CV. La pickup se vendió en una subasta la semana pasada por 79.500 dólares (unos 73.000 euros al cambio) con 4.800 millas en su haber, es decir, menos de 8.000 km. No está mal, teniendo en cuenta que originalmente costó más de 126.000 dólares (unos 115.000 euros al cambio).
Los precios de estos coches pueden variar mucho en el mercado de segunda mano. Algunos han sido subastados por un precio más elevado, algo en el que la configuración y si ha tenido un ilustre dueño influye. Al parecer, las Shelby Super Snake son muy populares entre los atletas profesionales estadounidenses, como Ben Simmons, de los LA Clippers, que en su día tuvo una en su enorme colección de coches de lujos, casi todos negros.
Sin embargo, el destino de casi todo coche de lujo personalizado, preparado o tuneado es el de perder valor como se derrite un helado al sol. Y no es porque sean coches con problemas de fiabilidad o delicados (bueno, según qué marcas y modelos, sí). En realidad es porque casi siempre son modelos de nicho que, fuera del círculo de los fans de motor, nadie conoce, como Alpina.
El pequeño fabricante alemán, cuyo control ha pasado este año a manos de BMW, contribuyó a la creación de BMW M, produjo la que fuera en su día la berlina más rápida del mundo (el Alpina Biturbo), cosechó varios triunfos en campeonatos de GT a lo largo de sus más de 50 años de existencia.
Sus producciones son muy caras, muy exclusivas (todas lucen una placa numerada), lujosas y potentes. Se dice que son como un BMW M, pero sin la estridencia de los M y sin las suspensiones que te hacen saltar los empastes. Y sin embargo, en el mercado de segunda mano, la mayoría de la gente sólo ve un BMW con unas pegatinas y unas llantas cambiadas. Nada más.
Sirva de ejemplo este Alpina B7 de 540 CV y con menos de 80.000 km cuesta tanto como un SUV generalista nuevo. El BMW 750i xDrive que le sirve de base costaba en 2013 desde 130.900 euros, o 163.652 euros de 2025, una vez ajustado a la inflación. Es decir, vale hoy cuatro veces menos.
Además, no podemos olvidar que como casi todos los coches de lujo, son modelos que obligan a un mantenimiento bastante más caro y escrupuloso que cualquier modelo generalista. Y no es sólo porque las marcas cobren un precio desorbitado por un recambio del montón (Hola, Bugatti). Es lo que explica que nos encontremos con varios Bentley Continental o Maserati Gran Turismo, con un V8 fabricado por Ferrari, que rondan los 30.000 euros.
Al mismo tiempo, esto hace que muchos aficionados podamos acceder a este tipo de coches que, de otra manera, seguirían siendo inalcanzables para la mayoría. La desdicha de unos provoca la felicidad de otros.
Imágenes | Bring A Trailer