
Estados Unidos tiene un problema con la seguridad vial. Tiene una tasa de mortalidad en carretera similar a la de Rusia o Pakistán. En 2019 contabilizaba 12,7 muertes por cada 100.000 habitantes, mientras que en países europeos como Suiza o España esa tasa era de 2,2 y 3,9 fallecidos, respectivamente, según datos de la OMS. La tasa varía de un estado a otro y uno de los más afectados es el de Washington, al noreste del país.
Los legisladores de ese estado han propuesto una ley que permitiría a los conductores a los que se les haya retirado el carnet de conducir por infracciones relacionadas con la velocidad, como exceso de velocidad o carreras ilegales, poder seguir usando su coche siempre y cuando el coche tenga un limitador de velocidad.
El coche como único método de transporte
Estos dispositivos de limitación de velocidad, que ya se usan en Virginia, utilizan el GPS para limitar la velocidad al límite de la vía. Algunos incluyen una función de anulación cuando los conductores necesitan adelantar coches o acelerar por razones de seguridad. Según la legislación, sólo podrían pasar por encima del limitador tres veces al mes.
Mientras este limitador de velocidad esté activo, el conductor al que hayan retirado el carnet podrá conducir con normalidad y legalidad su coche. Obviamente, el conductor tendrá que respetar el resto de normas de circulación.
“Es la intención de la legislatura mantener al público seguro cuando está en la carretera”, dice la introducción del proyecto de ley. “A nivel nacional, el 29% de todos los accidentes mortales ocurrieron en choques relacionados con la velocidad en 2022. En 2023, en más del 30% de los accidentes mortales el exceso de velocidad tenía un papel dominante en las carreteras de Washington”.
Lo curioso es que a pesar de la intención declarada de mejorar la seguridad vial, el proyecto de ley no incluye ninguna disposición para prevenir o reducir el exceso de velocidad en primera instancia.
En su lugar, se limita a reconocer el hecho de que muchos de los infractores siguen conduciendo a pesar de que se les ha suspendido el carné. “Según la American Motor Vehicle Administration, más del 70% de las personas con el carné suspendido siguen conduciendo durante el periodo de suspensión”.
Es decir, la ley intenta limitar los síntomas (los infractores siguen conduciendo) en lugar de buscar una cura para el problema (el exceso de velocidad). Sin duda es más barato y efectivo a corto plazo limitar la velocidad electrónicamente de quien va a conducir de todos modos que instalar medidas de prevención y formación que darían sus frutos a medio y largo plazo.
Por otra parte, la necesidad del coche en Estados Unidos es crucial debido al pésimo sistema de transporte público que impera en la primera potencia mundial. Hay excepciones, como Nueva York, o la propia Seattle en el estado de Washington, a pesar de que sólo tiene una tasa de uso del 9,8%, pero en la gran mayoría de los casos el coche sigue la única forma de ir a trabajar o hacer la compra. Recordemos que en la mayoría de municipios y fuera de los centros históricos no puede haber ni una sola tienda si el suelo es destinado a viviendas.
Moraleja, allí el coche es una necesidad, no un privilegio. Y es lo que explicaría que por mucho que se le retire el carnet de conducir a los infractores van a seguir usando el coche, sí o sí. En ese caso, es mejor limitar lo que puedan hacer con el coche.
Foto | Max Avans