Las cinco reglas de oro para conducir con lluvia y ser mejores conductores sobre asfalto mojado

Aquaplaning, menor visibilidad... con lluvia conducimos peor si no estamos acostumbrados a circular sobre mojado

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Alejandra Otero

La DGT lo ha recordado una y mil veces: conducir con lluvia multiplica el riesgo de accidente. Más si cabe si no estamos acostumbrados cuando vivimos en una zona donde la lluvia es menos habitual. 

La lluvia supone un asfalto mucho más deslizante y que se reduzca notablemente la visibilidad. Todo empieza con nuestro coche: unos neumáticos en buen estado, que desalojen bien el agua, o que los limpiaparabrisas no estén muy gastados es esencial. Y continúa con varios aspectos que debemos cuidar al volante al circular sobre mojado.

Cinco claves esenciales para circular con lluvia

Cuando empieza a llover es el momento más peligroso: las primeras gotas de agua se mezclan con el polvo de la calzada y forman una estupenda capa deslizante. También los charcos o balsas son de especial riesgo. O si la lluvia es tan copiosa que no vemos absolutamente nada. Estos supuestos son habituales si llueve, pero nuestro hacer al volante puede minimizar riesgos.

Que te vean: enciende las luces de cruce

Aunque los coches modernos equipan luces diurnas, con lluvia la DGT recomienda encender también las luces de cruce. El objetivo no es mejorar nuestra visibilidad, si no que el resto de los conductores nos vean. 

Nunca debemos abusar de las luces antiniebla, pero una lluvia muy copiosa en uno de los supuestos en los que debemos hacerlo: eso sí, solo las delanteras ya que las traseras (luz roja) pueden deslumbrar a los otros usuarios. Las posteriores únicamente se pueden activar con niebla muy densa o pueden multarnos. 

Si la tromba de agua es tal que no vemos absolutamente nada, lo que significa que tampoco nos ven, lo suyo es detenernos. Si estamos en carretera, siempre en un lugar seguro: por ejemplo en un área de descanso o una gasolinera.

No te pegues al coche de delante: deja el doble de distancia

Cuando la adherencia se reduce, la distancia que necesitamos para frenar aumenta. En esto incide además la velocidad: si estamos en una autopista y vamos más rápido, necesitaremos aún más metros en la frenada. 

La distancia de seguridad es por tanto clave con lluvia: debemos como mínimo dejar el doble con el vehículo que nos precede. La DGT da dos métodos para calcularla: la regla de los dos segundos y la regla del cuadrado. Aquí te contamos en qué consiste cada uno.  

Además de reducir el riesgo de choques y alcances, dejar mayor distancia también evita que que suframos el efecto spray sobre el parabrisas, que reduce aún más la visibilidad.

Más despacio, más suave y con marchas bajas

La lluvia y las maniobras bruscas no son buen matrimonio en carretera, así que todo empieza por una conducción mucho más suave: tratar la dirección con mimo o frenar y acelerar progresivamente. No hacerlo puede suponer perder el control del coche y acabar provocando un accidente.

También es más que aconsejable reducir la velocidad, ya que es uno de los aspectos que favorece el temido aquaplaning, además de aumentar el riesgo de sufrir el peligroso efecto túnel.

El tercer mandamiento de la conducción en lluvia es cambiar a una marcha más baja: con un régimen más elevado de revoluciones, tendremos mayor control del coche y podremos responder más rápido. Con un coche automático basta con pasar al modo manual, desde la palanca o bien con las levas del volante si las tenemos.

Aquaplaning

Cuidado con los charcos y las balsas de agua: el aquaplaning

El aquaplaning es uno de los supuestos de mayor riesgo en la conducción sobre mojado. Este efecto se produce cuando la masa de agua actúa como una suerte de cuña e impide el contacto entre el neumático y el asfalto. Los factores que lo producen y lo hacen más o menos peligroso: la cantidad  de agua de la calzada, la velocidad a la que circulamos, la profundidad de los surcos del neumático y que las ruedas tengan una presión adecuada.

Lo primero pasa porque los neumáticos estén con la presión que exige el fabricante, así que pasar por la gasolinera para comprobarlas es buen momento durante estos días de lluvia. Y si están demasiado gastados, ni que decir que has de cambiarlos.

No obstante, y aunque cumplamos con las ruedas, seguimos teniendo riesgo de aquaplaning si nos topamos con una balsa o charco demasiado profundos. Llegado el caso hay que hacer es mantener la calma, sujetar firme el volante con ambas manos en la posición adecuada, dejar de acelerar e intentar no frenar. En caso de derrape, intentaremos corregir suavemente la trayectoria. Además lo ideal es pasar la masa de agua con las cuatro ruedas para mantener la mayor estabilidad posible.

Adelantar con lluvia: los limpiaparabrisas son clave

Con lluvia es recomendable reducir las maniobras comprometidas, así que lo suyo es evitar los adelantamientos en la medida de lo posible. No obstante, si no tenemos más remedio, un simple gesto nos puede ayudar a hacerlo con más seguridad: aumentar la velocidad de los limpiaparabrisas.

Esto evitará el ya mencionado efecto spray sobre el parabrisas. Más aún si el vehículo que adelantamos es un camión o un autobús, que arroja mucha mayor cantidad del agua por su peso más elevado. 

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