En París hay un poderoso club automovilístico donde todavía no admiten mujeres, aunque sean CEO de grandes marcas

En París hay un poderoso club automovilístico donde todavía no admiten mujeres, aunque sean CEO de grandes marcas
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Hace un par de años, el afamado abogado parisino Christian Charrière-Bournazel, invitó a comer a Olivier Cousi y Nathalie Roret (recién elegidos presidente y vicepresidenta del Colegio de Abogados de París), al restaurante del Automobile Club de France (ACF). Cuando se sentaron a una mesa, con vistas a la parisina Plaza de la Concorde y al Obelisco, un maître vino a decirles que ya no se admitían mujeres.

Les pidió que fueran al restaurante de la planta baja “mucho más común y sin vistas a la Concorde", cuenta Christian Charrière-Bournazel a Le Parisien. El abogado le escribió al presidente del club para preguntarle cómo era posible en estos tiempos. Le respondió que “el miembro había sido puesto de nuevo en el centro del círculo”.  Y el abogado se dio de baja del club.

Un club privado que no admite mujeres es un anacronismo. Un club cualquiera con esa política se escondería detrás del manido “reservado el derecho de admisión” y nadie o casi nadie se enteraría. El problema es que l'Automobile Club de France no es un club cualquiera, es el club automóvil más antiguo del mundo. Fue fundado en 1895 y desde entonces, sus reglas de admisión no han cambiado, entre ellas, el hecho de estar vetado a las mujeres.

Y esas reglas llevan a situaciones insólitas que demuestran lo desfasado que está frente a la realidad de una de las industrias más importantes del mundo. Por ejemplo, Louis Desanges, el presidente del Automobile Club de France, se encontró en un pequeño aprieto en 2019, recuerdan en una entrevista para Bloomberg.

Por aquel entonces, Carlos Ghosn había dimitido como director general de Renault tras su detención en Tokio, y ese mismo año la compañía automovilística había nombrado a Clotilde Delbos como directora general interina. El club de Desanges ha extendido tradicionalmente la membresía honorífica a los jefes de las principales compañías automotrices de Francia, pero esta vez no pudo: 'L'Auto', como se le conoce, no acepta mujeres como miembros.

Plaza De La Concorde en Paris
Plaza de La Concorde, en Paris. Donde, además, del parlamento galo y varios ministerios está la sede del ACF.

"Podríamos haberle dado un carné que le otorgara los mismos derechos que a la esposa de un socio", dijo Desanges en una entrevista. "Incluso eso habría sido una novedad". Vamos, un carnet de “Señora de” sería como una revolución para el club.

Por suerte para él y para su institución, el reinado de Delbos duró poco y fue sustituida por el italiano Luca de Meo, que recibirá su carnet de miembro, como los otros CEO de la industria automóvil francesa. Otra cosa, es que esos CEO se dejen ver por el club, pues no todos acuden.

Luca De Meo
Luce de Meo, CEO de Renault, es miembro automático de este club por su condición de CEO de Renault.

Aunque dista mucho de ser el único club exclusivamente masculino del mundo, L'Auto es uno de los pocos creados en torno a una industria cuya cúpula es cada vez más femenina.

La propia Delbos directora general adjunta de Renault. En el grupo Stellantis, las mujeres dirigen las marcas Peugeot, DS y Chrysler, así como la cadena de suministro y las operaciones de car-sharing. El fabricante de neumáticos Michelin cuenta con cuatro mujeres en su comité ejecutivo de 11 miembros. Y no hay ejemplo más simbólico que el de Mary Barra que dirige la General Motors.

Mary Barra, CEO de General Motors, frente al Cadillac Lyriq
Mary Barra, CEO de General Motors.

Las mujeres seguirán sin poder ser miembros del club “mientras yo sea presidente", dijo Desanges de 74 años. "Siento que tres cuartas partes de nuestros aproximadamente 2.200 miembros no quieren que esto cambie, y yo soy demasiado democrático para imponer algo que no quieren. Tenemos otras oportunidades para reunirnos con mujeres en París".

Un club en el que está prohibido hablar de negocios, pero donde se reúne buena parte de la élite de la industria

Automobile Club De France ACF

El ACF se define como un círculo de amigos, de gente con las mismas inquietudes. Se define como un club social, que cuenta con dos restaurantes, una sala de deporte y una piscina interior de 25 metros diseñada por el propio Gustave Eiffel (miembro desde 1909). Y todo ello en un edificio en la zona más exclusiva de París, plaza de la Concorde, rodeado de dos palacetes convertidos en hoteles de lujo, el Hotel de Crillon (propiedad de un hijo del Rey de Arabia Saudí ) y el Hotel de Coislin (propiedad de la familia real de Qatar).

Robert Panhard, bisnieto del fundador de la marca Panhard y anterior presidente del ACF, explicaba en Les Échos que para entrar  “hay una fuerte selección, pero no por dinero. Lo más importante es la calidad de la persona, que debe ser impecable a nivel humano. No queremos que el 'Auto' sea un lugar de negocios, ni un lugar de escalada social. Y aquí los maletines se quedan en el guardarropa”.

"No queremos que el 'Auto' sea un lugar de negocios". Pues para no querer hablar de trabajo, se crean todas las condiciones para hacerlo.

Quizá sea cierto. Sin embargo, no deja de ser llamativo que el club haga miembros honoríficos al Presidente de la República, al Rey de los Belgas y al Príncipe de Mónaco, así como a todos los CEO de la industria automotriz, fabricantes de coches y grandes proveedores, como Michelin o Valeo

Por supuesto, también hay muchos banqueros y abogados corporativos entre los 2.200 miembros del ACF. Para no querer hablar de trabajo, se crean todas las condiciones para hacerlo, aunque sea de forma distendida. Y sobre todo, sigue ocurriendo con el beneplácito de los fabricantes y los Gobiernos. 

Así, en la conferencia del lobby automovilístico francés celebrada en octubre, en la que intervinieron el ministro de Economía, Bruno Le Maire, y los CEO de Renault y Michelin, Desanges y el heredero de la familia Peugeot -ambos con las corbatas azules con rayas rojas del club- también subieron al escenario para premiar a los galardonados del año. Pero no se deben hacer negocios en el club, no.

Resulta también muy curioso que la exclusión de las mujeres no esté escrita en los estatutos del ACF. En cambio, la tradición dicta que nunca se proponga a ninguna como socia, dijo Desanges. Las esposas pueden acudir como invitadas, tomar prestados libros de la biblioteca, asistir a algunos actos y comer con amigos, pero no pueden acceder a las zonas designadas, incluida la célebre piscina subterránea. Vamos, que a muchos miembros no les interesa que haya mujeres. Y cada vez son más numerosas en la industria, lo cual dice mucho de esos miembros.

Los aristocráticos creadores del ACF se inspiraron en los clubes de caballeros británicos, y no es el único círculo exclusivo de París que sigue excluyendo a las mujeres, salvo el Union Interallié que sí permite la afiliación de mujeres. Pero curiosamente, el Royal Automobile Club de Londres, creado un año después del ACF, comenzó a admitir mujeres en 1999. Mientras tanto, el ACF está más preocupado por que las invitadas no puedan comer en el restaurante con vistas.

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