El drama del fabricante de coches eléctricos Fisker ha dado mucho de sí durante los últimos meses, y quizá está llegando a un punto de no retorno. La dura noticia de hoy ha sido el despido del departamento de Relaciones Públicas al completo y de "otros empleados", aunque no se sabe a ciencia cierta cuáles son las áreas que han resultado afectadas. La rumorología del sector ya especula con el incierto futuro de la firma de eléctricos.
Recapitulando, el proyecto iniciado por el danés Henrik Fisker ha tenido que enfrentarse a muchos sinsabores: desde la falta reiterada de liquidez para arrancar unos proyectos que conllevan el sobresfuerzo de una tecnología poco desarrollada en comparación con el resto del sector, pasando por capítulos como los siempre escandalosos incendios o la crisis de las baterías proporcionadas por su convulso proveedor A123 Systems (que por cierto ahora se llama B456).
Lo de Fisker es a la automoción lo que Ferrari a Dolorpasión™: gafe en estado puro. ¡Si hasta el huracán Sandy se cebó con Fisker! Allí pagaba el seguro, de acuerdo, pero visto lo visto cualquiera diría que el mal fario persigue a la marca. ¿O se ha tratado de una gestión inadecuada, falta de financiación suficiente y una titánica lucha por un mercado inexistente?
Quizá el talón de Aquiles de Fisker haya sido la misma incertidumbre de un proyecto que se ha evidenciado errático a lo largo de su corta trayectoria, una trayectoria marcada por los retrasos y por los cambios de rumbo. Para muestra, el último botón ofrecido por Henrik Fisker, que dejó la presidencia de la empresa que lleva su nombre apenas un mes después de garantizar el regreso del Karma. ¿Se trataba de un timonazo más o allanaba el terreno para el fin de Fisker Automotive?
Vía | Jalopnik En Motorpasión Futuro | Fisker podría declararse en bancarrota, Culebrón Fisker (archivo)