Sebastian Vettel, adiós y perdón: la leyenda de la Fórmula 1 con la maldición de haber ganado demasiado
Seamos honestos, Sebastian Vettel es un buen tío, y siempre lo ha sido. La evolución de su personaje en la Fórmula 1 siempre ha sido coherente y ha transmitido honestidad. Pasó del adolescente travieso medio atolondrado al activista genuinamente preocupado por los problemas sociales, pasando por un campeón arrollador que tiranizó el mundial.
Durante muchos años a muchos aficionados, dentro y fuera de España, Vettel no les ha caído bien. En la época más dura del dominio de Red Bull, en el primer lustro de la pasada década, se llegó a abuchear a Vettel en los podios. Con el tiempo se puede decir que esos pitos fueron muy injustos. Pero es que Vettel ha ganado demasiado.
Vettel ha brillado con luz propia en pleno apogeo de Hamilton y Alonso
La carrera deportiva de Vettel en la Fórmula 1 ha sido de lo más curiosa. Cuando apareció en la Fórmula 1, primero ocasionalmente con BMW y después ya como piloto fijo de Toro Rosso, deslumbró. Su temporada 2008 fue sencillamente espectacular, y auguraba todos los logros, o más, que después consiguió.
No es ninguna barbaridad decir que Sebastian Vettel fue el mejor piloto de 2008, y pronosticar cuatro mundiales para él a lo largo de su carrera parecía un augurio taimado y nada exagerado. Sin embargo, Vettel ganó todos esos mundiales, pero no convenció. Porque en el deporte, y más en el automovilismo, el 'cómo' sí importa.
Mientras que Vettel acumulaba mundiales entre 2010 y 2013, la sensación general que quedaba era que Fernando Alonso estaba siendo, con mucha diferencia, el mejor piloto de aquellos años, y que si no ganaba era únicamente por lo malo que era su Ferrari o, a la inversa, lo bueno que era el Red Bull de Vettel y Adrian Newey.
Y no, no era solo cosa de España. Era un sentir general mil veces recogido en prensa extranjera, y plasmado en los injustificados abucheos que Vettel tuvo que soportar en los podios de las últimas carreras de 2013. ¿Cuánto daño le harían aquellos silbidos a un piloto que ha demostrado tanto amor por las carreras como Vettel? Ojalá algún día nos lo cuente.
Sí, a fuerza de ser honestos es verdad que las temporadas de Alonso en Ferrari fueron de un nivel de brillantez pocas veces vista en la historia de la Fórmula 1, especialmente aquel delirante 2012, pero eso no debería minusvalorar el mérito de un Vettel que, como mínimo, se mereció dos de esos cuatro campeonatos.
No olvidemos que Vettel arrasó sin piedad en las temporadas 2011 y 2013, convirtiendo muchas carreras de esos años en un paseo sin oposición. Flojeó en 2012, sobre todo al inicio de la temporada, pero en 2010 sí que tiene la disculpa de que varios incidentes mecánicos se cebaron en momentos clave. No es descabellado que aquel Vettel más alocado también mereció ese título.
La condena de Vettel siempre fue ganar demasiado. Si aquellos dos mundiales de 2010 y 2012 que le ganó a Alonso a cara o cruz los hubiese perdido, el recuerdo de Vettel sería el de aquel carismático bonachón que fue el gran rival de Alonso y engrandeció la Fórmula 1. Algo similar al que ha dejado Kimi Raikkonen.
Su empacho de éxitos a costa de menguar el merecido palmarés de Alonso creó un sentir de injusticia entre la afición que llevó al desprecio casi constante hacia Vettel, tanto en su faceta de piloto como en la de personal. Quizá, ahora que se retira, sea el momento de pedir perdón y reconocer a Vettel como una leyenda de la Fórmula 1.
Al fin y al cabo, Vettel nos representa a todos. Es ese freak que se sabe de memoria a todos los campeones del mundo de F1, sus coches y sus años. Ese rebelde que pone el '1' delante de su coche cuando la FIA le birla una victoria para mayor gloria de Lewis Hamilton. Ese adolescente que le pide a Toro Rosso conocer a Jenna Jameson tras su primera victoria. Ese bigotón.
Adiós, Sebastian. Y perdón. En plena era de Lewis Hamilton y Fernando Alonso, brillaste con luz propia en la Fórmula 1. Ojalá que volvamos a verte el pelo.