Otoño es época de conocer España, de aprovechar días como el Puente de Todos los Santos y de escaparse a algún rincón de nuestro país. En algunos puntos aún hace temperatura para ir a la playa, pero otros ya están envueltos de la mágica pátina del otoño. Es el caso de la Selva de Irati, nuestra propuesta de hoy.
Esta escarpada zona forestal del norte de Navarra se llena de hermosos tonos rojizos, ocres y dorados durante esta época del año. En ella se ha podido ver a Hemingway pescando en sus ríos y a Indurain subiendo sus puertos de montaña; pero también hay quien dice haber visto a brujas, lamias y señores del bosque aprovechar la niebla y la hojarasca para espiar a los visitantes.
Para recorrer las carreteras empinadas y sinuosas y los caminos abruptos y de baja adherencia, debemos usar un vehículo como el Toyota RAV4 hybrid. El todocamino japonés nos garantiza prestaciones sin renunciar al placer de conducir, haciendo uso -entre otros sistemas- del modo de conducción Trail. Estos son los motivos por los que visitar la Selva de Irati a bordo de nuestro Toyota RAV4 hybrid.
Carreteras para los disfrutones del asfalto
Las carreteras que cruzan la Selva de Irati no son precisamente aburridas, y harán las delicias de los más apasionados del motor. El estado de las vías en general es bueno, donde encontraremos carreteras más nuevas para superar con facilidad los puertos de montaña, y otras más antiguas, estrechas y con más curvas.
Podemos acceder a la Selva de Irati por dos accesos diferentes: por el oeste, entrando por el Valle de Aezkoa y la localidad de Orbaiceta; o por el este, accediendo por el Valle de Salazar y la localidad de Ochagavía. Podemos llegar en ambos casos desde Pamplona, a unos 90 km. Los accesos son de pago, en torno a 5€ si acudimos en turismo, y están controlados para limitar el aforo de visitantes. Ojo porque en otoño se restringe la entrada de vehículos a partir de las 19.30.
Son carreteras ideales para sacar el máximo partido de los modos de conducción de nuestro RAV4, como el Modo Sport en las pendientes o el Trail cuando entremos en los caminos. Los descensos nos servirán, además, para cargar nuestra batería. Por su parte, toda la zona está salpicada de zonas de aparcamiento, especialmente en los principales puntos de interés, como miradores, monumentos o rutas de senderismo.
Un entorno para los amantes de la naturaleza
Para hacernos una idea de lo que es la Selva de Irati, pensemos en la archiconocida Selva Negra de Alemania. Irati es precisamente la segunda reserva de haya y abeto más grande y mejor conservada de Europa. A ello hay que sumarle la magia de los Pirineos Orientales y el misticismo del norte de Navarra. Su situación en una cuenca rodeada de montañas y a la cabeza de los Valles de Aezkoa y Salazar, contribuyen a esa sensación de aislamiento que ha contribuido a preservar la selva.
La Selva de Irati supone un total de 17.000 hectáreas de bosque atravesadas por el río Irati y sus afluentes. El haya común, más predominante en las tierras bajas, comparte protagonismo con el abeto blanco, que gobierna en las zonas más elevadas. Pero el peculiar clima del norte de Navarra, húmedo y frío, ha propiciado la aparición de otras especies como el abedul, el tejo o el arce. Una vez allí nos damos cuenta del lujo tener semejante paraíso a un tiro de piedra en coche.
Entre los pastos, árboles y riachuelos podemos encontrar animales salvajes como jabalíes, zorros, corzos o nutrias. Pero el verdadero protagonista del otoño es el ciervo, pues durante estos meses podemos disfrutar de la berrea, el sorprendente espectáculo de bramidos y luchas rituales entre los machos de la zona. Para los amantes del birding, la Selva de Irati supone también la oportunidad de avistar ejemplares de especies raras y en peligro de extinción, como pico dorsiblanco, pájaros carpinteros o pito negro. Por suerte, y como tendremos batería suficiente, podemos utilizar el modo EV de nuestro RAV4 para no romper la armonía del entorno.
Enclaves para los apasionados de la historia
La Selva de Irati y los Valles de Salazar y Aezkoa esconden un sinfín de rincones llenos de magia y misterio. Pero entre tanta riqueza natural es fácil abstraerse y perder la noción del tiempo. Por eso lo mejor es enumerar algunos de los puntos de visita obligatorio durante nuestra jornada en Irati.
Fábrica de Armas: La Real Fábrica de Armas y Municiones de Orbaiceta fue construida en 1784 por Carlos III y permaneció en funcionamiento durante un siglo, pero ha estado abandonada desde entonces. Hoy las ruinas están invadidas por la vegetación, que le conceden cierto halo de misterio.
Torre Romana de Urkulu: Situada al norte de Orbaiceta, se trata de una torre-trofeo del siglo I A.C., esto es, servía para homenajear las victorias de las tropas romanas. Tiene una altura de 3,6 metros y ha sido testigo del paso de peregrinos en la Edad Media y de los soldados franceses en la época de Napoleón.
Monumentos megalíticos: En los alrededores del monte Urkulu podemos encontrar también numerosos restos funerarios, con más de 4.000 años de antigüedad. Destacan los cromlech de Organbidea y el dolmen de Soroluze, que conservan grabados e inscripciones milenarios.
Los hórreos o garaias: En los alrededores de Orbaiceta podemos disfrutar de estas construcciones típicas del norte de España, aunque las de Navarra se caracterizan por ser de las más antiguas y tener rasgos arquitectónicos prerrománicos.
Pueblos para los amantes de la arquitectura
Sin duda, otro de los grandes atractivos de la Selva de Irati son los pueblos que salpican toda la zona. Pequeñas localidades de apenas decenas de habitantes, que parecen ancladas en el tiempo y que nos transportarán a otra época. Solo el moderno tablero de mandos de nuestro RAV4 hybrid nos recordará el año en el que vivimos. El modo ECO debería bastar para circular con buena tracción por las empedradas calles, y disfrutar de la arquitectura de las casas de inclinados tejados a dos aguas.
Visitas obligadas son los pueblos que coronan los accesos a la Selva. Al este Ochagavía, que atesora palacios medievales, casas blasonadas y el antiguo y hermoso puente de piedra sobre el río Anduña. Al oeste Orbaiceta, que podemos utilizar de base para visitar los hórreos del valle, la Fábrica de Armas o la Torre de Urkulu.
Otros pueblos singulares que podemos visitar son Jaurrieta, totalmente reformado tras el incendio que sufrió en el siglo XIX; Abaurrea Alta, desde donde disfrutaremos de las mejores vistas de los Pirineos; o Esparza de Salazar, donde destaca su reformado puente románico. Lo mejor para visitarlos todos es preparar la ruta de antemano e introducirlo en el navegador del Touch & Go de nuestro RAV4 hybrid.
Gastronomía de lujo para sibaritas
Y ya que estamos hablando de los pueblos, abordemos un asunto igualmente importante: la comida. Nuestras paradas en estas poblaciones debería servirnos para conocer y degustar la gastronomía típica de la zona. La ternera de Navarra, el pato y los platos de caza no faltarán en ninguna carta. Tampoco la famosa trucha a la navarra, que bien puede haber sido pescada directamente de los ríos de la zona.
Pero si hay una presa típica del otoño es la paloma torcaz. Este ave, que llega a España cuando comienza el frío en el norte de Europa, se suele capturar en lo que se conoce como "pase de palomas". Esta técnica ancestral, que consiste en asustar a las palomas y cazarlas con red, constituye un espectáculo en sí mismo incluso para los no aficionados a la caza. Por contra, si preferimos un menú vegetariano, debemos saber que el otoño también es época de recogida de setas, en especial del delicioso hongo beltza.
Para la vuelta a casa en nuestro RAV4 podemos hacer acopio de otros productos típicos de la zona. No deben faltar los patés de pato, los quesos de Roncal o Idiazábal (elaborados con leche de oveja autóctona) y un postre milenario como las nueces con membrillo.
Imágenes | Toyota Sala de Prensa | Irai.org | Wikipedia/Javier Lastras | Wikipedia/Miguel Ángel García