Hay coches pequeños, coches raros… y luego está el Cyclops II. Un microcoche que parece salido de un número de magia y que, sin embargo, existe. Con su sombrero de copa, su gran pajarita roja y apenas medio metro de alto, este peculiar vehículo no es solo una rareza de museo: es un parte de la historia más del automóvil. Y está a punto de cambiar de manos.
Este otoño de 2025, el Cyclops II será subastado por Mecum como parte de la variopinta colección de Larry Klairmont, donde comparte espacio con clásicos únicos y rarezas mecánicas. Con apenas 1,32 m de alto, 1,22 de largo y menos de un metro de ancho, este coche se diseñó para que dos adultos entren únicamente si están dispuestos a sentarse en posición fetal erguida. Y sí, aunque no lo parezca, es totalmente funcional.
Un coche que empezó como una broma... y acabó haciendo historia
El Cyclops nació en 1957 como una parodia dibujada en la revista Road & Trackpor el excéntrico diseñador Stan Mott, que había trabajado como diseñador en General Motors. Lo que empezó como una crítica al gigantismo de los coches americanos frente a la invasión europea de microcoches, pronto se convirtió en fenómeno cultural. La gente lo adoró tanto que empezaron a pedirlo… aunque no existía.
Aquel primer Cyclops, con carrocería supuestamente hecha de carteles reciclados de Cinzano y precio de venta ficticio de 14,32 dólares, fue el punto de partida de una leyenda. Lo que siguió fue una sucesión de artículos disparatados en los que el Cyclops ganaba Le Mans, las 500 Millas de Indianápolis o el Rally de África.
Durante más de 30 años, Road & Track publicó aventuras del Cíclope, y su popularidad fue tal que incluso el departamento de estilo de GM llegó a pedir información sobre la marca.
El Cyclops II: una versión real con pajarita y esmoquin
Lo que ahora se subasta es una de las pocas réplicas físicas que finalmente se fabricaron del Cyclops II. Este modelo combina el diseño original con un acabado aún más teatral: la carrocería está pintada en blanco y negro como un esmoquin, con detalles como una gran pajarita roja en el frontal, franjas a contraste y, por supuesto, un sombrero de copa que desafía cualquier lógica aerodinámica.
Bajo su ridícula apariencia se esconde un motor monocilíndrico Briggs & Stratton de apenas 6,5 CV, con transmisión por cadena. No es rápido ni pretende serlo, pero puede rodar. Aunque su creador aseguraba que el Cyclops original alcanzaba hasta 32 km/h, este ejemplar probablemente sea algo más lento. Ya se sabe: la aerodinámica se complica cuando tienes forma de caja y llevas un sombrero de copa en el techo.
A diferencia de otros microcoches “clásicos” y más terrenales como el BMW Isetta, el Messerschmitt KR200 o incluso el Peel P50, el Cyclops no nació para ser práctico ni funcional, sino para ridiculizar tanto el exceso de Detroit como la sobriedad minimalista del Viejo Continente de la época.
Puede que el Cyclops II no te lleve muy lejos, pero si no eres muy alto, no tienes problemas de espalda y te sobra sentido del humor… como cacharro curioso para guardar en el garaje, no tiene rival.
Imágenes | Mecum Auctions
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