Range Rover Sport TDV8, prueba (parte 1)

Range Rover Sport TDV8, prueba (parte 1)
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El otro día leía en una revista “especializada” de motor alemana una comparativa de todoterrenos deportivos que se titulaba “diversión para los lores” y en ella se comparaban el BMW X6, el Infiniti FX y el Porsche Cayenne. En esa comparativa había un claro ausente, el coche que hoy probamos: Range Rover Sport.

El todoterreno hindú tiene un claro origen británico, y eso se nota en el porte y la clase de su carrocería, que se desmarca de las líneas redondeadas y vanguardistas del ejército de los Q7, Cayenne y Touareg que plagan nuestras calles.

Precisamente esa debe ser la base de su éxito, y es que el Range Rover Sport se ha convertido en un auténtico superventas (salvando las limitaciones del segmento lujo) desde que fue lanzado al mercado en 2005. En su día le pregunté una persona encargada de producto de Land Rover si el lanzamiento de este modelo había canibalizado las ventas del Range Rover normal y me contestó que no. Si realmente es así, han dado en el clavo con el lanzamiento de este modelo.

Mi intención en Motorpasión era seguir probando coches de esos que enamoran, coches de altas prestaciones y que tengan “algo” especial. Por eso quería probar la versión Supercharged del Range Rover Sport, con motor V8 de 4.2 litros de cilindrada turboalimentado. La bestia da 390 caballos de potencia con un par de 550 Nm a 3.500 revoluciones por minuto, alcanza 225 kilómetros por hora de punta y pasa de 0 a 100 kilómetros por hora en solo 7,6 segundos.

Pero no pudo ser, en Land Rover España no disponían de esta versión “tope de gama” del Sport y nos ofrecieron el TDV8. Aceptamos su invitación ya que el TDV8 no es precisamente un diesel cualquiera. Bajo su enorme capó esconde un motor diésel de arquitectura V8 con 3.628 centímetros cúbicos de cilindrada y 272 caballos de potencia.

Con un peso total de 2.675 kilos, el Range Rover Sport TDV8 alcanza una velocidad punta de 209 kilómetros hora, y acelera de 0 a 100 kilómetros por hora en 9,2 segundos. Nada que ver con los coches deportivos que he probado hasta ahora en Motorpasión, pero creo que el Range Rover Sport TDV8 se merece ser el primer “petrolero” que pruebe para vosotros.

Un aspecto que impresiona

El Range Rover Sport impresiona se mire por dónde se mire. Cuando llegué a recogerlo, me sorprendió que el color elegido para la unidad de pruebas fuese el blanco, ya que en un coche de esas dimensiones el color de Ariel puede ser una elección arriesgada.

Lo cierto es que el blanco no le sienta nada mal al Range Rover Sport, y menos combinado con los cristales tintados traseros que traía como opción (540 euros) esta versión con equipamiento SE, el segundo nivel en la escala.

Me detengo un momento a contemplar detalles de su carrocería. El frontal es muy ancho y la parrilla delantera de tres bandas agujereadas en color gris junto con las enormes branquias laterales, son comunes con la versión Supercharged y realzan su aspecto deportivo.

Las ópticas delanteras, de forma rectangular y horizontal ayudan a dotar al frontal de ese aspecto “achatado” que tiene el coche si lo comparamos con el Range Rover normal. Para completar un frontal con mucha fuerza y personalidad, el nombre del modelo está incrustado en el vértice delantero del capó.

Creo que este es uno de los pocos coches donde el nombre del modelo va en esa posición, y os aseguro, porque me ha pasado, que verlo pegado a ti por el espejo retrovisor cuando vas en un coche bajo no es una sensación precisamente cómoda.

El resto de la carrocería está diseñada con líneas rectas que acaban en la parte trasera que baja en diagonal, que permite diferenciarlo perfectamente del Range Rover normal. Todos los montantes de las ventanillas, tanto los delanteros como los laterales y los traseros son de color negro, de forma que se consigue un efecto muy elegante que comparte con todos sus hermanos de la familia Land Rover.

La versión S lleva llantas de 18 pulgadas, la SE que probamos lleva de 19 pulgadas, e incluso éstas se ven bastante pequeñas teniendo en cuenta el enrome tamaño que tiene este bonito monstruo. Afortunadamente en el catálogo de opciones hay hasta cinco modelos de llantas de 20 pulgadas, que son las que más realzan el aspecto del coche, aunque está claro que cuando dejamos el asfalto estas penalizan sus aptitudes offroad.

El interior no desmerece en nada al aspecto exterior. Siguiendo el mismo esquema de líneas rectas, orden y armonía del exterior, el salpicadero se ordena dejando muy a mano todos los mandos de control del vehículo.

Entre los asientos delanteros, hay una distancia bastante considerable ocupado por una consola central, dónde se sitúa la palanca de marchas, el cenicero, dos huecos para dejar latas y, más atrás, casi pegado a la guantera central, los mandos para manejar los diferenciales y regular las suspensiones.

En la parte de abajo del salpicadero se encuentra el climatizador bizona, que es completamente manual, y carece de cualquier tipo de display electrónico. Encima de éste están los mandos de la radio y el sistema de audio, que comparten algunos botones con el sistema Bluetooth que equipa de serie desde este año la versión SE.

También ahora es de serie el sistema de navegación GPS con pantalla en color que culmina la parte superior del salpicadero.

Sentado al volante del Range Rover Sport, la sensación de amplitud es una constante, ya que en él todo es grande, empezando por el volante, que además de un aro de gran diámetro, incorpora los mandos para el manejo de la radio y el control de velocidad a ambos lados.

La calidad de todos los materiales es muy buena, y el nivel de equipamiento en esta versión SE es bastante completo, con tapicería de piel, sensor de lluvia, retrovisor interior antideslumbramiento, luces en el suelo del salpicadero y los asientos con reglaje eléctrico, entre otros.

En la parte trasera, más de lo mismo. Como es lógico las plazas traseras son muy amplias, y dejan espacio de sobra detrás para un maletero de 958 litros que llega a los 2.013 litros de capacidad con los asientos abatidos, la panacea para esos fanáticos de los centros comerciales, dónde son muy habituales los coches de estas dimensiones en sus aparcamientos.

Continuará...

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