
Ayer fue un día muy complicado en España: sobre las 12 y media de la mañana salió a relucir la dependencia de la red eléctrica del país y un apagón nos llevó a revivir las mismas situaciones que durante la pandemia: personas haciendo acopio de comida y agua en los supermercados como si fuera el fin del mundo (y de carbón para las barbacoas) y lo más surrealista ante un apagón también de las telecomunicaciones; hablando entre ellas.
El transporte se volvió un reto y dio igual para quien fuera en coche, en tren, en metro o en avión: todo se fue convirtiendo paulatinamente en un caos. Una de estas personas fue nuestra compañera Alejandra, que tuvo que instalarse en un área de descanso mientras ella y su pareja viajaban en coche, ajenos a lo que ocurría en todo el país.
Sin electricidad adiós a la humanidad
Alejandra y su pareja viajaban en coche por la A-2, sin saber lo que estaba ocurriendo: "Paramos por pura casualidad ya que el gran apagón nos era completamente ajeno, íbamos escuchando música y no sabíamos lo que estaba pasando hasta que paramos en un área de servicio de la A-2 a eso de la una de la tarde". Sin luz no había nada: las bombas de agua de los baños no funcionaban, tampoco los datáfonos, y sin efectivo no podían comprar ni alimentos ni agua, ni siquiera pedir un vaso de agua.
En su coche quedaban 140 kilómetros de autonomía, y no podían volver a Madrid ni tampoco a su destino que era Barcelona así que se quedaron en el área de servicio. Esperando.
A todo esto se le suma el problema número 56: da igual que tengas un coche de combustión o uno eléctrico, sin luz tendrás muchos obstáculos también para repostar. Los surtidores de gasolina están electrificados y sin electricidad las bombas de combustible, la monitorización de éstos o los sistemas de ventilación no funcionan, al igual que los sistemas de pago. "A 30 km había una gasolinera que iba por generador, pero no teníamos dinero en efectivo", relata Alejandra. Por suerte había un hotel en el área de servicio y con el número de tarjeta les dejaron quedarse. A oscuras claro, y sin agua. Así han pasado la noche.
Aunque otros no tuvieron tanta suerte: "Había una pareja que viajaba con un perro y desde el hotel no les permitieron alojarse". A estas horas aún no hay normalidad en el país (Canarias por ejemplo ha sufrido una caída en las telecomunicaciones) y el transporte ferroviario está a medio gas, complicando el sistema de transportes y provocando un aumento del uso en el vehículo privado. La DGT pide no circular "si no es estrictamente necesario".
Moraleja para ahora y siempre: hay que salir de viaje con el tanque de combustible lleno (o las baterías cargadas), agua, comida y sobre todo dinero en efectivo. Nunca se sabe cuándo llegará el fin del mundo pero a este paso, puede que más pronto que tarde.