Cómo debemos conducir (y no conducir) en un escenario como el peor apagón de la historia de España

Cómo debemos conducir (y no conducir) en un escenario como el peor apagón de la historia de España
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España ha sufrido el ‘apagón del siglo’. Un cero energético del que todavía no conocemos sus causas pero sí que hemos podido sufrir todo en mayor o menor medida sus consecuencias. De entrada se ha ido la luz y todos habremos pensado lo mismo: “Ha sido solo aquí. Ahora volverá”. Falso.

Aproximadamente alrededor de las 12:30 horas del lunes 28 de abril de 2025 han desaparecido tanto la electricidad como las comunicaciones, y eso ha tenido un impacto directo sobre el tráfico y el transporte para los que hemos visto, una vez más, que en caso de crisis no sabemos cómo actuar exactamente.

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Fuente | Red Eléctrica Española

El escenario que nos hemos encontrado hoy ha sido de lo que en el mundo de la energía se conoce como un 'cero eléctrico'. Es decir, que la producción de electricidad ha ido casi a cero dejando un gráfico dramático de la demanda en el día de hoy.

Más allá de la anécdota, lo relevante de este caso es que con una producción energética que se ha detenido por completo, poner en marcha el sistema de nuevo desde parado no es tan simple como darle a un botón. La generación eléctrica y su distribución a gran escala necesita un retorno muy gradual a la normalidad. Algo que como hemos podido comprobar tarda horas y ha condicionado los desplazamientos en toda España a absolutamente todos los niveles.

Sin regulación del tráfico, indicadores, ni túneles

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Si el apagón te ha pillado conduciendo puede ser que no te hayas dado cuenta de lo que estaba pasando hasta que no has llegado a un cruce regulado por semáforos. Las señales luminosas se han esfumado por arte de magia (entendiendo por “arte” la ausencia y por “magia” la electrcidad).

Sin semáforos organizando el tráfico y con la policía y Guardia Civil haciendo lo que podían durante las primeras horas, ha habido miles de intersecciones en las que la organización la deberían haber puesto la norma general y el sentido común.

De entrada las prioridades las deberían marcar las señales verticales y horizontales que habitualmente acompañan a los semáforos y que posiblemente te habrás preguntado en alguna ocasión para qué las ponían si ya había un semáforo. Resulta que para días como hoy. En segundo lugar la prioridad general debería prevalecer manteniéndose en las vías principales sobre las secundarias y en caso de ser vías del mismo rango con prioridad siempre para los que se acercan por nuestra derecha.

Como no podíamos trabajar con normalidad he aprovechado para salir a la calle y aunque actualmente vivo en una localidad pequeña y tranquila, ha sido fácil encontrarse con situaciones anómalas y caóticas.

No me ha costado encontrar conductores que no sabían muy bien qué hacer al llegar a un semáforo que no funciona, y he visto cómo varias veces algún conductor ignoraba la señalización vertical y causaba situaciones de riesgo. Incluso he podido ver y escuchar que al recriminarle su acción el conductor respondía justificándose con un “el semáforo no funciona”. Pues eso.

Aparte de los semáforos hay otro tipo de señalización que es fundamental y que ha dejado de funcionar. Tanto los paneles informativos como los indicadores luminosos de carril situados en altura, o la iluminación de los túneles no han podido realizar su trabajo, algo que en escenarios de aislamiento informativo puede ser realmente peligroso.

Madrid ha mostrado la debilidad de sobreplantear infraestructuras dependientes de la electricidad. Los túneles de la capital se han cerrado para evitar riesgos. Sin iluminación ni abastecimiento para los sistemas de extracción, un accidente en su interior es potencialmente catastrófico. Los conductores que han tenido que salir del interior de la M-30 han tardado horas en encontrar una alternativa.

Mientras tanto, los peatones parece que en situaciones confusas irremediablemente reclamamos el terreno que nos han robado los coches, empezamos a ocupar la calzada, caminar por cualquier parte y cruzar entendiendo que a falta de electricidad e internet la prioridad es para los viandantes. Error.

Al igual que en condiciones normales hay que respetar las normas habituales que rigen a los peatones, y por otra parte los conductores tendrán que tener un ojo aún más atento sobre los peatones.

El ejemplo claro ha sido la Gran Vía de Madrid donde los peatones han invadido una arteria totalmente colapsada de coches, incrementando el caos en algunos momentos en uno de los puntos más críticos de Madrid.

Cómo (no) utilizar el coche en una situación de crisis

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Ante una situación tan excepcional nuestro primer pensamiento es cuidar de nuestros seres queridos, pero hay que tener en cuenta que la mejor forma de no contribuir a que se empeore la situación es no coger el coche salvo que sea estrictamente necesario.

Si no salimos a la calle o a la carretera estaremos evitando que las vías se colapsen en caso de encontrarnos con alguna incidencia y, además, reducimos la probabilidad de sufrir o causar un accidente que sature aún más a los cuerpos de seguridad, a las asistencias sanitarias o incluso a la red de telefonía de los centros de emergencia.

En caso de que no tengamos más remedio que desplazarnos lo mejor que podemos hacer es reducir la velocidad y maximizar las precauciones, recordando absolutamente siempre estar al loro de todo lo que pasa a nuestro alrededor, extremando la atención en las intersecciones y sobre todo estando pendientes de si hay algún vehículo de emergencias o la indicación de un agente de la autoridad.

También es importante aprovechar para informarnos de la situación general escuchando la radio. Las frecuencias en FM posiblemente se escuchen mal, pero se escucharán, mientras que las de AM tendrán una mejor cobertura y cobran todo el sentido sobre aquellas iniciativas que hemos visto recientemente que querían acabar con la onda media en los coches nuevos.

Y por supuesto que deberíamos evitar caer en la tentación compulsiva de acudir en urgencia y en masa a las gasolineras. Al igual que el resto de inmuebles en el país, las gasolineras tampoco tenían suministro eléctrico por lo que es inviable repostar. Algo que también es innecesario salvo en situaciones de fuerza mayor. Y no, tampoco es momento de ir a comprar palets de papel higiénico. Calma, que he podido ver las dos cosas hoy.

Viajeros en trenes aislados y pasajeros haciendo noche en las estaciones

Aparte de las innumerables incidencias de tráfico, el transporte en cualquiera de sus modos se ha visto seriamente afectado. Los primeros perjudicados han sido los usuarios de la red ferroviaria, directamente dependiente de la electricidad.

Más de 100 trenes han necesitado ser rescatados a lo largo del día por personal de Renfe, Adif y la UME sumando un total de 35.000 pasajeros. Al borde de la medianoche aún quedan 11 trenes que esperan ayuda.

Miles de viajeros no han podido salir de sus estaciones de destino. Muchos de hecho ni siquiera han podido acceder a unas estaciones que se han saturado de gente que llegaba intentando coger un tren y no han podido subir a ninguno.

El resultado es que un gran número de viajeros se ha quedado colgado haciendo noche en las estaciones de Sants, Girona o Atocha. Aunque Renfe anunció que la estación iba a permanecer abierta y funcionando por la noche para restablecer los desplazamientos por vía ferroviaria. Hasta las 22:00 no se anunciaba que el centro de mando de Atocha recuperaba el suministro eléctrico.

Renfe ha anunciado que aquellas estaciones donde se reponga el servicio no cobrarán los billetes, dejando los tornos abiertos para que la gente pueda desplazarse con la mayor agilidad y sin coste.

En otro escenario, el puerto de Algeciras es el puerto de mercancías más importante de España y uno de los más importantes de Europa. La terminal de mercancías ha tenido que detener la actividad paralizando el servicio. En cambio la terminal de pasajeros ha mantenido una relativa normalidad puesto que utilizan un sistema ‘manual’. El enlace de camiones con Ceuta y Tánger está suspendido.

En el otro extremo, los menos afectados han sido los aeropuertos. El tráfico aéreo no ha tenido un impacto tan severo gracias a los sistemas de generación eléctrica autónoma con los que están equipados aunque sí se ha reducido el tráfico aéreo en un 20% por motivos de seguridad asociada a las telecomunicaciones.

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