Los aviones tienen que ser mucho más eficientes si no quieren extinguirse. La NASA lo quiere solucionar con unas alas revolucionarias

Los aviones tienen que ser mucho más eficientes si no quieren extinguirse. La NASA lo quiere solucionar con unas alas revolucionarias
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La NASA acaba de anunciar que colaborará junto a la compañía aérea Boeing en el desarrollo del proyecto “Sustainable Flight Demonstrator” (SFD o Demostrador de Vuelo Sostenible en español), que tiene como objetivo el desarrollo del que podría ser el avión comercial del futuro, con un diseño revolucionario de alas extra largas y finas.

Su objetivo es “reducir el consumo de combustible y las emisiones hasta en un 30 % en comparación con los aviones más eficientes de la actualidad”, según la agencia espacial. El primer vuelo de prueba de este avión experimental está previsto para 2028.

Hacia el objetivo cero emisiones netas de carbono para 2050

No solo la industria del transporte por carretera está trabajando en su descarbonización para cumplir con lo establecido en el Acuerdo de París.

La industria de la aviación civil, considerada responsable de alrededor del 2,5 % de las emisiones mundiales de carbono, se ha comprometido a conseguir cero emisiones netas de CO₂ de cara a 2050. Y acaba de dar un paso importante para tratar de conseguirlo.

La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA (por sus siglas en inglés, National Aeronautics and Space Administration), es la agencia del gobierno estadounidense responsable del programa espacial civil, así como de las investigaciones aeronáutica y aeroespacial.

En los últimos tiempos, la agencia está adoptando un papel protagonista en EEUU en cuanto al desarrollo de aviones más sostenibles, y prueba de ello es el anuncio de la creación del prototipo SFD junto a Boeing: un proyecto crucial para construir, probar y hacer volar un avión de pasillo único capaz de reducir sustancialmente las emisiones en esta década.

Se trata del prototipo de un avión con alas extralargas y delgadas estabilizadas por puntales diagonales que conectan las alas al avión. Estas están situadas en la parte alta del fuselaje, con un refuerzo extra por debajo.

Este diseño, denominado ‘Transonic Truss-Braced Wing’, lleva en estudio décadas. De llegar por fin a buen puerto, permitirá, entre otras cosas,  instalar nuevos motores muy diferentes a los actuales, y que por el momento no se pueden probar en los aviones de diseño más convencional. Además, reduce la resistencia aerodinámica y, por tanto, promete reducir el consumo de combustible “hasta en un 30 %”, según ambas compañías.

En el interior del SFD también encontraremos algunas diferencias con los aviones comerciales más populares en la actualidad, aunque no tan drásticas como en el diseño exterior, ya que será un avión de fuselaje estrecho y pasillo único como el Boeing 737, el modelo más vendido de la historia de la compañía aérea, con 11.000 unidades entregadas desde 1967.

En la actualidad, los aviones de pasillo único son el principal escollo de la transición de muchas flotas aéreas hacia su descarbonización, pues por su uso intensivo son responsables de casi la mitad de las emisiones de carbono en el ámbito de la aviación, según la NASA.

Con este nuevo proyecto de Boeing y la NASA, se retoma la senda de las políticas adoptadas por la agencia ya en el mandato del ex presidente Obama (2009-2017), cuando la agencia espacial lideró una importante investigación en busca de diseños y tecnologías eficientes, seguras y ecológicas para los aviones comerciales del futuro.

Según el experto al frente de la NASA, Bill Nelson, si el desarrollo y las pruebas de este demostrador tienen éxito, “es posible que veamos estas tecnologías en los aviones comerciales de la década de 2030”. De hecho, el objetivo de ambas compañías es poder llevarlo a producción de cara a 2028.

Nelson And Plane
Bill Nelson, presentando el proyecto. Fuente: NASA

Boeing calcula que la demanda de los nuevos aviones de pasillo único aumentará en 40.000 unidades solo entre 2035 y 2050.

Por tanto, “el objetivo es que la tecnología en desarrollo del SFD sirva para aproximadamente el 50 % del mercado comercial a través de aviones de pasillo único destinados a los vuelos de corto y medio recorrido”, ha asegurado el director de departamento de tecnología de la compañía, Todd Citron.

Antes del acuerdo reciente entre Boeing y la NASA, la compañía aérea ya ha invertido más de 110 millones de dólares en nuevos proyectos para una aviación más sostenible.

La investigación conjunta, respaldada por el acuerdo ‘Funded Space Act’, contará con los conocimientos técnicos e instalaciones de la NASA, que además invertirá 425 millones de dólares en el proyecto a lo largo de siete años. Boeing y sus socios aportarán los 725 millones de dólares restantes y el plan técnico.

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