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¿Un todoterreno para conducir por la Luna? Sí y es japonés

¿Un todoterreno para conducir por la Luna? Sí y es japonés
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Los fabricantes viven de vender vehículos. O al menos así era antes, pues actualmente los accesorios y los servicios adicionales tienen bastante importancia en el cómputo final, más yendo como van las cosas. Son productos en los que se invierten varios cientos de millones de euros para que luego, cualquier usuario, sólo tenga que abrir su vehículo y circular. Algo que para muchos parece sencillo, pero no lo es. Un automóvil requiere de entre tres y seis años de desarrollo, desde que se decide su lanzamiento hasta que las primeras unidades comienzan a rodar.

Durante todo ese tiempo, un gran número de ingenieros, diseñadores y especialistas de toda índole, o casi, trabajan unos con otros para poder lograr un producto que sea realmente interesante y que se cumpla con las expectativas de muchos usuarios. Trabajo, por cierto, plagado de limitaciones que se deben adoptar casi obligatoriamente, y que influyen en el resultado y en el proceso de desarrollo. Hay que cumplir con las diferentes normativas, no superar el presupuesto previsto, hay que encontrar un compromiso de diseño, que los ingenieros y los diseñadores estén de acuerdo en todo, ofrecer un equipamiento acorde al mercado y motores de buen rendimiento y bajos consumos, con un precio final del producto que no se dispare.

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Hablamos de vehículos convencionales, turismos que se venden por miles anualmente y que no esconden complicaciones excesivas, ni técnicas ni de diseño. Si se tratara de un vehículo deportivo, de un modelo con tecnología de nuevo cuño o un automóvil de alta gama y representación, todo es más complejo y requiere de más tiempo. Son muchas las cosas que se deben estudiar y probar. Imaginad lo que debe ser desarrollar un vehículo para circular fuera de nuestro planeta, en lugares como la Luna, por ejemplo. Las necesidades no son ni remotamente parecidas, aunque el presupuesto disponible tampoco, ni el tiempo necesario para completar el trabajo.

A diez años vista

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Mencionar los viajes a la Luna no es casualidad. Toyota tienen entre manos un proyecto para desarrollar un rover, que además, debe ser tripulado, para circular por la superficie lunar en 2030. Aunque más que un rover deberíamos decir un camión, casi más cercano a un carro de combate para el transporte de tropas. Las primeras recreaciones de la marca muestran un vehículo de seis ruedas, con seis metros de largo, 3,8 metros de alto y nada menos que 5,2 metros de ancho, con un espacio habitable de 13 metros cúbicos.

Obviamente, desplazarse por la superficie de la Luna no es igual que hacerlo por nuestras carreteras. Los requisitos son totalmente diferentes y únicos, de ahí sus seis ruedas, su respetable altura o los casi diez años que tardará este aparato en estar listo para un viaje de tal magnitud. Diez años, partiendo de este 2019, que estarán llenos de desafíos aunque Toyota ya tiene trazado el camino hasta 2027. El primer paso ya está dado, que era investigar y definir las especificaciones del rover, para poder moverse por La Luna. En 2020 se quiere fabricar una unidad prototipo que sirva para continuar las pruebas en 2021. Posteriormente, en 2022, se quiere someter a una unidad a escala 1:1 a situaciones extremas. El año 2024 es cuando se debería tener un modelo de ingeniería del vehículo y el diseño final, y en 2027 se iniciarán las pruebas con unidades funcionales creadas a partir de ese diseño.

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Todo este proyecto es parte de la colaboración de Toyota con la Agencia Espacial Japonesa (JAXA), que quiere mandar un viaje tripulado a la Luna para buscar agua. Una colaboración que, en un primer momento, será de tres años aunque se espera que se prolongue hasta 2029, fecha prevista para el despegue rumbo a nuestro satélite.

Akio Toyoda, CEO de la marca, ha comentado: “Yo creo que nuestra industria, la cual está constantemente pensando sobre el rol que debería tomar, comparte las mismas aspiraciones que la exploración espacial internacional. Estoy extremadamente contento de que, para este proyecto, se hayan depositado expectativas en la durabilidad y el rendimiento de conducción de los vehículos Toyota”.

Pero, ¿realmente es tan complejo?

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Llegar a la Luna no es el viaje a la playa de todos los veranos, ni mucho menos. Y no por la distancia, que también, sino por otras muchas cosas que se hacen más complicadas al sumar personas a la ecuación. Para empezar, el rover de Toyota estará presurizado, así se evitará tener que llevar el traje espacial en todo momento. Además, en la Luna no hay combustible, así que el motor debe emplear otro tipo de energía que, en ese casi, es eléctrica. Usará tecnología de pila de combustible que la marca usa en el Mirai, pero añadirá un enorme panel solar para recargar las baterías. Se calcula una autonomía de 10.000 kilómetros.

Allí tampoco se pueden cambiar los neumáticos, así que las seis ruedas serán muy especiales. No serán de caucho ni tampoco tendrán aire en su interior. Deben soportar un maltrato constante tanto por la dureza del terreno como por el enorme peso del conjunto. Al mismo tiempo, el vehículo debe estar preparado para soportar la exposición a radiación y a temperaturas extremas. La gravedad, un sexto respecto a la Tierra, será otro apartado a tener en cuenta. En los 13 metros cúbicos de espacio debe ir una zona habitable para dos personas, que en caso de necesidad imperiosa pueden ser cuatro. También tendrá que incluir el material para investigación, sistema de telecomunicaciones y víveres para subsistir un mes en la superficie lunar.

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Según el vicepresidente de JAXA, Koichi Wakata: “Los rovers tripulados y presurizados serán un elemento importante que apoyará la exploración lunar humana, que prevemos que tendrá lugar en la década de 2030. Nuestro objetivo es lanzar un vehículo de este tipo al espacio en 2029”.

Desarrollar un vehículo convencional requiere tiempo y recursos, pero cuando se trata de uno destinado a salir del planeta todo se complica exponencialmente. Se trata de un auténtico reto que tardará cerca de diez años en hacerse realidad, aunque permitirá a los responsables del proyecto disfrutar (y sufrir) su profesión como quizá nunca lo hayan hecho.

Imágenes | Global Newsroom Toyota

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