Los impuestos no bastaban para frenar a los coches chinos, así que EEUU va a cargárselos con el mismo truco que aplicó a TikTok y Huawei: prohibiendo su software por ley

Los impuestos no bastaban para frenar a los coches chinos, así que EEUU va a cargárselos con el mismo truco que aplicó a TikTok y Huawei: prohibiendo su software por ley
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La administración Biden ha propuesto una contundente medida que podría cambiar radicalmente el panorama del mercado automotriz en EEUU: prohibir la venta de todos los coches que usen software o hardware chino conectado a Internet.

Aducida bajo el paraguas de la seguridad nacional, esta propuesta sigue el mismo camino que llevó a la prohibición de equipos de Huawei y al intento de bloqueo de TikTok, buscando proteger las infraestructuras críticas del país de posibles vulnerabilidades cibernéticas derivadas de la tecnología china. Pero antes de redactar la norma final, se abrirá un periodo de 30 días para presentar las posibles alegaciones.

Más allá de los aranceles a los coches chinos en EEUU

Esta propuesta supone una escalada significativa de las restricciones que EEUU está imponiendo a los vehículos, programas informáticos y componentes chinos. Pues la semana pasada, el Gobierno de Biden también impuso fuertes subidas arancelarias a las importaciones chinas, incluido un arancel del 100% sobre los vehículos eléctricos, así como nuevas subidas sobre las baterías de los vehículos eléctricos y minerales clave.

El objetivo principal de la nueva propuesta, que probablemente se convertirá en normativa antes de que el presidente Biden deje el cargo el 20 de enero salga quien salga elegido Presidente, es prevenir que el software de origen chino en automóviles sea utilizado como una puerta trasera para espionaje o incluso sabotaje, una preocupación creciente en Washington.

En este sentido, el asesor de seguridad nacional de Biden, Jake Sullivan, asegura que “Muchas de estas tecnologías recopilan grandes volúmenes de información sobre los conductores”. Según su visión, a medida que los vehículos se vuelven más dependientes de la tecnología y conectividad, “se han convertido en potenciales blancos para ataques cibernéticos que podrían comprometer datos sensibles de los usuarios o, en un escenario más extremo, paralizar infraestructuras críticas en momentos de crisis”.

Coches Chinos Evs Eeuu

La norma propuesta surge después de que Biden ordenara en febrero al Departamento de Comercio que abriera una investigación sobre la amenaza que supone la tecnología incorporada en los vehículos chinos. Y de llegar a buen puerto, establece que, “a partir de 2027, quedará prohibido el software chino en vehículos conectados, mientras que el hardware quedará vetado a partir del año 2030”.

Esta medida no solo afecta a los vehículos directamente importados desde China, sino también a aquellos que, aunque producidos por fabricantes occidentales, contengan software o hardware de origen chino.

Así, la tensión entre EEUU y China ha escalado en diversos sectores, pues tras imponer aranceles del 100 % a los vehículos eléctricos chinos, el gobierno de Biden busca ahora bloquear cualquier posibilidad de que estos autos, o su tecnología, se afiance en el mercado estadounidense.

Pero los aranceles no bastan: aunque el número de vehículos chinos en las carreteras estadounidenses por el momento no es significativo, esta propuesta sienta un precedente que podría extenderse a otros sectores.

Una estrategia conocida por EEUU: el precedente de Huawei y TikTok

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La administración de Biden está siguiendo una estrategia que ya ha usado antes en otros sectores tecnológicos. Tanto la prohibición de Huawei en las telecomunicaciones como el intento de obligar a TikTok a cortar sus lazos con sus propietarios chinos son ejemplos claros de cómo EEUU está utilizando regulaciones ‘basadas en la seguridad nacional’ para frenar la influencia china en su mercado interno.

En ambos casos, se alegó que la tecnología podría ser utilizada para recopilar información confidencial y amenazar la infraestructura del país, una narrativa que ahora se aplica a la industria automotriz. El caso de Huawei, uno de los gigantes tecnológicos más grandes de China, es particularmente ilustrativo: en 2019, EE.UU. prohibió la venta de sus equipos de telecomunicaciones argumentando riesgos de espionaje.

Aunque la medida generó tensiones diplomáticas y comerciales, logró frenar la expansión de la empresa en el mercado estadounidense. Ahora, esa misma lógica se aplica al sector automotriz: se trata de evitar que la tecnología china pueda convertirse en “una amenaza para la seguridad nacional en un momento de crisis”, como una posible confrontación militar.

Cuando la guerra comercial se libra con software: posibles consecuencias geopolíticas

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Esta propuesta, si se implementa, tendrá profundas implicaciones tanto para los fabricantes chinos como para la industria automotriz estadounidense. Marcas como BYD, que habían mostrado interés en penetrar el mercado norteamericano, se enfrentarán a un obstáculo casi insalvable. Incluso aquellas empresas que buscan alternativas, como fabricar vehículos en México para aprovechar el tratado comercial T-MEC, verán sus opciones limitadas.

Para los fabricantes estadounidenses, el reto radica en ajustar sus cadenas de suministro, muchas de las cuales dependen de componentes chinos, especialmente en áreas clave como las baterías para vehículos eléctricos y sistemas avanzados de conducción autónoma.

John Bozzella, presidente de la Alianza para la Innovación Automotriz estadounidense, advirtió que "esta norma obligará a los fabricantes de automóviles a encontrar proveedores alternativos, algo que no se puede lograr de la noche a la mañana". El desafío logístico y económico es considerable y podría ralentizar el desarrollo y la adopción de nuevas tecnologías en el sector.

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Además, la medida simboliza un paso más en la “cortina de hierro digital” que está descendiendo entre las dos economías más grandes del mundo. Esta creciente rivalidad tecnológica y económica no solo afecta a las empresas chinas, sino que también podría tener repercusiones para los consumidores estadounidenses, que podrían ver limitada su accesibilidad a tecnologías avanzadas y vehículos más asequibles.

La prohibición del software chino en coches eléctricos refleja una escalada en la guerra comercial y tecnológica entre EEUU y China. A medida que la administración Biden busca proteger las infraestructuras críticas del país, la industria automotriz estadounidense, como la europea, se enfrenta a un futuro incierto en el que deberá adaptarse rápidamente o correr el riesgo de quedarse atrás en la carrera tecnológica global.

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