
El asfalto. Esa cinta negra que permite a automóviles, motos y camiones circular con suavidad ayudó a asentar la movilidad motorizada. Si bien le debemos al escocés John Loudon McAdam la técnica para la construcción de las carreteras, inventada a principios del siglo XIX, a su invento le faltaba un elemento, el asfalto.
El asfalto es un nombre familiar para todo el mundo, ya que se utiliza para pavimentar carreteras y calzadas en cualquier lugar. Sin él, el automóvil y la movilidad habrían tardado más años en imponerse. Y todo se debe a un pequeño accidente ocurrido en la campiña inglesa en 1901.
De un pueblo inglés...
John Loudon McAdam inventó el método básico que todavía se emplea en la actualidad para construir una carretera. Ideó un pavimento a base de mezclar varios áridos compactados(piedras partidas y limpias): áridos gruesos, grava natural o proveniente de canteras, y áridos más finos, a base de arena (recebo). Echada sobre el camino y compactada apisonándola, esa mezcla daba lugar a un pavimento firme, más o menos liso y sobre todo capaz de soportar los cambios de temperatura y que no quedaba embarrado cuando llovía, pues drenaba el agua entre sus diferentes capas.
Inventado y puesto en práctica en 1815, el macadán se impuso y no dio problemas. El método fue adoptado también en Europa y Norteamérica. Sin embargo, en los albores del siglo XX, las carreteras de gravilla de MacAdam no eran idóneas para el naciente automóvil.
Los coches, con cada pasada, levantaban cada vez más la arena de la capa superior de la carretera, dejando roderas y las piedras más gruesas al descubierto con el tiempo. Hasta entonces eso no era un problema porque las velocidades de los carruajes no causaban gran daño a la pista. No era el caso de los automóviles, mucho más rápidos y pesados que los carruajes. Y la consecuencia, para carruajes y automóviles, era una carretera que hacía los desplazamientos incómodos.
Edgar Purnell Hooley fue un inventor que nació en Swansea (Gales) en junio de 1860 y trabajó como ingeniero civil. En 1884 pasó a ser topógrafo de la Junta de Carreteras de Stow-on-the-Wold y luego ocupó un puesto similar en la Junta de Carreteras de Maidstone antes de trasladarse a Nottingham, donde fue nombrado topógrafo del condado de Nottinghamshire en 1889.
Y fue mientras trabajaba allí, en 1901, cuando hizo el descubrimiento por casualidad, caminando por Park Hall Road, cerca de una ferrería. Vio un tramo de carretera liso, limpio y de color negro.
Preguntó a los lugareños qué había ocurrido y le dijeron que un barril de alquitrán se había caído de un carruaje y había reventado. Alguien había vertido restos y escoria de los hornos cercanos para tapar el desastre. Hooley se dio cuenta de que este asfaltado involuntario había solidificado la carretera: no había baches ni se levantaba polvo al pasar por encima.
Hooley aprovechó lo que vio y pasó un año trabajando en un método para reproducirlo en otros lugares. En 1902 ya había patentado un proceso que consistía en añadir al alquitrán caliente arena o piedra muy menuda, pequeñas cantidades de cemento Portland, resina y brea para crear una superficie lisa y soldada.
Hooley empezó a transformar las carreteras del condado de Nottinghamshire y en 1902 la Radcliffe Road de Nottingham se convirtió en la primera carretera asfaltada del mundo. Un tramo de ocho kilómetros recibió el tratamiento de asfalto y demostró ser duradero y estar libre de polvo y barro.
...al Principado de Mónaco
Al mismo tiempo, en el principado de Mónaco, el príncipe Alberto I, se quejaba del polvo que levantaban los coches a su paso por las calles de su pequeño territorio. “No respiramos más que polvo; las flores empiezan a sufrir, la vegetación se desvanece. Tenemos que hacer algo”.
No estaba en contra del automóvil, pero intentaba conciliar el progreso con los frágiles bronquios de los residentes adinerados de toda Europa de vacaciones en su país y sus preciosas prendas. Temía la competencia de las estaciones alpinas que promocionaban su clima saludable y deploraba los inconvenientes que sufrían los pioneros del automóvil.
“Un viaje en coche traía de vuelta a los viajeros agotados de respirar polvo y que tenían que tomarse su tiempo para limpiar bien su ropa y su cuerpo”, relataba una gaceta suiza. Los intereses turísticos de la región estaban amenazados. Por ello, el soberano pidió ayuda a Ernest Guglielminetti, un eminente médico suizo recién instalado en el Principado.
Éste había ejercido antes en Java, Sumatra y Borneo. Cuando se trasladó al Principado, recordó los suelos de madera de los hospitales indonesios, cubiertos de alquitrán para evitar la humedad y facilitar su limpieza. En la Costa Azul, la materia prima sería fácil de conseguir: el alquitrán, un residuo de las plantas municipales de alumbrado por gas, solía arrojarse al mar.
Y siguiendo los pasos de un experimento similar cerca de Rávena (Italia), propuso esparcir una mezcla de alquitrán caliente, arena y grava a lo largo de cuarenta metros en el camino de tierra que bordea el Museo Oceanográfico. A partir de 1911, esta carretera albergó la salida del Rally Monte-Carlo.
Tras el éxito en Mónaco, Ernest Guglielminetti siguió investigando la idea de usar alquitrán en las carreteras. Nunca registró ninguna patente, pero sí abogó por el uso de ese invento aprovechando la notoriedad de las calles asfaltadas de Mónaco que daban a ese invento.
Asistió, por ejemplo, al primer Congreso Internacional de Carreteras, celebrado en París en 1907, donde se explayó sobre su visión ante los delegados: "Sueño con miles de kilómetros de carreteras asfaltadas por todo el planeta, que unan países y océanos”.
Sueño cumplido, aunque el alquitrán dejó de utilizarse debido a sus propiedades altamente cancerígenas. Tras la Segunda Guerra Mundial, se sustituyó por productos derivados del petróleo. En la actualidad, el alquitrán ha sido sustituido por el asfalto en nuestras carreteras, es una mezcla de mezcla de betún y áridos (arena, grava, piedra caliza).
Imágenes | Holden Baxter, "Frederic Juandó Alegret (1882-1961) / Diputación de Barcelona", e-newspaperarchives.ch, "gallica.bnf.fr / Bibliothèque Nationale de France"