Historia de los Muscle Cars, hora y media de potencia americana

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Hoy estoy algo nostálgico, así que acomodaos bien en vuestras sillas, por os espera una hora y media de documentales con la historia de la era dorada del automovilismo estadounidense, las décadas de los ‘60 y ‘70, época marcada por el nacimiento de los Muscle Cars.

En el primer vídeo, lo que encontraremos es, básicamente, el nacimiento de este tipo de vehículos con la llegada del Pontiac GTO, el que es considerado como el primer Muscle Car de la historia.

Nacido de la ambición y la persistencia de John Delorean, este coche no fue visto con buenos ojos por General Motors. La llegada de John Delorean a Pontiac supuso una revolución para la marca, que necesitaba a alguien que diese algo de frescura a sus diseños. Y Delorean lo consiguió con sus inventos.

1964 Pontiac GTO

Tomando como base el Pontiac Tempest, construyó un prototipo con un motor más potente y puliendo pequeños fallos de diseño de éste. Esto fue en 1963, un año antes de la llegada del Pontiac GTO, una especie de homenaje a un grande de aquellos años, el Ferrari 250 GTO.

Su prototipo se convirtió en su coche de diario y se dió cuenta que tendría éxito en el mercado porque a cada que se lo prestaba a algún amigo, éste no quería devolver el coche. Estaba claro que el mercado americano necesitaba algo de frescura y que los clientes demandaban más potencia.

Las diferentes bondades del mercado americano en aquellos años propiciaron el nacimiento de los Muscle Cars. Gasolina barata, regulación nula de emisiones, nuevas autopistas y sobre todo, jóvenes con ganas de tener algo diferente al coche de papá. Unos factores que John Delorean supo interpretar a la perfección.

En 1964, General Motors dió el visto bueno para la producción de un coche barato, potente y llamativo. El Pontiac GTO acababa de nacer y con él, una nueva religión y filosofía dentro del mundo del automóvil.

Debido a la política de General Motors, el primer Muscle Car no fue un coche de producción en serie, sino una variante de un coche ya existente, el Pontiac LeMans. Nuevo motor V8 389 de 325 CV, palanca de cambios Hurst más resistenta a los embistes, el llamado Wide Track (ejes más anchos) y emblemas de GTO, además de cambios estéticos, hacían de él algo atractivo para los más jóvenes (y los que no lo eran tanto). Y su factor más importante, el precio. Los menos de 3.000 dólares de la época que costaba daban la opción de compra para casi cualquiera. Su éxito principal fue ese.

Y uno de los escenarios donde se forjó el mito fue en la competición. Antiguamente se decía que lo que ganaba en domingo, se vendía en lunes. Por aquellos años, las carreras de la Nascar eran realmente carreras de Stock Cars, es decir, de coches de serie. La normativa decía que para correr en ellas, la marca debía tener el mismo coche a la venta para el público.

Tal fue el éxito que cosechó General Motors en la competición, que las ventas se dispararon, obligando a los concesionarios a vender menos unidades. ¿Recortar las ventas? Por Dios, ¡se han vuelto locos! Pero no se daba a basto con la producción. Que se lo digan ahora a la industria americana eso de recortar ventas…

Con la llegada del Pontiac GTO llegó una colección de coches baratos, atractivos y potentes de todas las marcas que quierían tener su porción de mercado. Oldmobile 442, Chevrolet Chevelle, Dodge Challenger, Plymouth Barracuda y un sinfin de coches que hoy se han convertido en piezas de colección.

En este otro vídeo vemos al curioso Bill Goldberg, un coleccionista de Muscle Cars que puede decir que tiene en su colección una de las bestias más salvajes que hayan salido de Detroit, el Ford Mustang Boss 429 “Lawman”. Un coche de exhibición para las tropas americanas y que entrega la brutal cifra de 1.200 CV.

Aquí vamos a ver de un modo más detallado las diferentes vacas sagradas del mundo de los Muscle Cars: Yenko Super Camaro, Plymouth Superbird, Shelby Cobra y el Dodge Challenger con motor HEMI.

Viendo estos documentales y viendo otra vez el renacimiento de los nuevos Muscle Cars, parece difícil que veamos una resurrección de estas leyendas del asfalto. El simple hecho de que los diseños retro vuelvan a estar en auge no es suficiente para conseguir resucitarlos.

La economía mundial no está para excesos, los recursos energéticos no son tan baratos como antes, la concienciación con el Medio Ambiente restringe demasiado las emisiones de estas máquinas y los bolsillos de los compradores no pueden permitirse gastos desmesurados, ni en la compra del coche ni en los consumos diarios.

Pero bueno, siempre nos quedarán estos documentales, el recuerdo y sobretodo, el sonido embriagador que emanan los escapes cuando esos monstruosos motores V8 de más de siete litros queman gasolina y dejan dos líneas paralelas de goma quemada en el asfalto.

Un saludo para Jose.
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