Bienvenido a la cultura de los cortacésped hot rod, porque si tiene motor y ruedas puede ser más rápido
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Bienvenido a la cultura de los cortacésped hot rod, porque si tiene motor y ruedas puede ser más rápido

Estados Unidos es el país de las oportunidades (o eso dicen) pero también es el país de los grandes jardines con pequeñas vallas de madera a media altura y del amor por cualquier cosa que huela a gasolina. Por eso muchos de los americanos dejaron de ver en cortar sus praderas una obligación rutinaria y la convirtieron en algo mucho más redneck: la customización de cortacésped.

No es broma, va muy en serio. Hay toda una cultura alrededor de la customización como bien sabes, pero las modificaciones de máquinas para dejar bonito el jardín también tiene su mercado, y no es pequeño, obligando incluso a las marcas a implicarse en esta moda.

Cortacésped: de objeto rutinario a máquina de culto

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Si tienes más de 30 años es posible que te acuerdes aún de aquellas máquinas movidas por la fuerza humana con cuchillas que rotaban solidarias al movimiento de las ruedas. Este diseño original de cortacésped prácticamente se mantuvo intacto por más de un siglo, ya que su ideólogo inicial fue Edwin Budding quien desarrolló el primer modelo en 1830.

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Transformar un cortacésped en un objeto personalizable y coleccionable parece absurdo, pero tiene todo el sentido en la sociedad devota de la gasolina de EE.UU.

Si bien la primera cortacésped con motor de gasolina se patentó en 1902, esta iteración de la cultura hot rod es de las más modernas, puesto que hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX no se extendieron de forma generalizada las máquinas domésticas con cuchillas movidas por motores de gasolina.

El submundo de las personalizaciones mecánicas en Estados Unidos sufrió una súbita explosión (sólo comparable al baby boom simultáneo) después de la Segunda Guerra Mundial. La sociedad americana quedó inundada de veteranos de guerra que con algo de dinero en el bolsillo y mucho tiempo libre comenzaron a desatar la fiebre de los hot rod en los años '50.

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Desde entonces, las sucesivas generaciones han quedado influenciadas por este amor por las cosas mecánicas personalizadas a medida de sus dueños, trascendiendo el coto de coches y motos y llegando mucho más lejos de lo que nuestra cultura podría llegar a asimilar.

A partir de ahí sólo fue una cuestión de tiempo asociar estas pequeñas máquinas domésticas con objetos potencialmente recreativos sobre los que cada americano comenzó a plasmar su creatividad dentro del cobertizo trasero de su casa entre cerveza y cerveza. Lienzos en blanco con olor a gasolina.

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Hot rod, rat rod, streamliner, dragster... Los estilos susceptibles de modificar cualquier máquina son prácticamente ilimitados, siguiendo las tendencias marcadas por la misma cultura aplicada a los coches aunque pudiendo ejecutar las modificaciones de una forma mucho más sencilla y sobre todo económica que con un automóvil.

Rompiendo los esquemas de lo estético sobre máquinas cotidianas

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Algunos han llevado esta simple customización estética un paso mucho más lejano, realizando sus propios proyectos a medida en los que no sólo hay un culto por lo ornamental, sino también por lo funcional. Y para muestra un botón.

Un usuario del foro Old Mini Bikes con el nombre de Jeep2003 tomó bastante repercusión en Internet después de haber anunciado su última creación. Después de muchos meses de trabajo logró ensamblar un cortacésped a medida a partir de una base con cuchilla giratoria tradicional a la que adosó el motor de una quitanieves manual, más potente.

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Si tiene gasolina se puede modificar. A partir de ahí los americanos han creado todo un mundo hot rod paralelo a los automóviles.

El resto fue un continuo ensayo y error hasta crear un modelo único en el que no falta detalle. El depósito de combustible tipo años '50, las asas para manejarla o una carrocería completa con un aire hot rod que tira para atrás, incluso con pilotos integrados en las ruedas traseras y el emblema de un indio sobre lo que vendría a ser el capó.

Con la pasión de los americanos por todo aquello que tenga ruedas y un motor (o ni siquiera ruedas), algunos de estos petrolhead se han obsesionado tanto con el mundo de los cortacésped que llegan a preparar, modificar y coleccionar modelos que al final acaban por no cortar una brizna de hierba en su vida.

Es un caso relativamente habitual y bastante fácil de encontrar en la red. Este usuario de YouTube ya tenía una máquina con la que mantener bien segado su jardín, pero le compró otra ya customizada a su amigo Wally, simplemente para hacerla más rápida.

Las máquinas para cuidar los jardines se han vuelto pequeños vehículos de ocio con los que fardar de la valla del jardín hacia dentro o, en los casos más extremos, convertir en máquinas de carreras con los que asistir a competiciones para ver quién tiene el cortacésped más rápido.

Los motores de serie pensados para mantener entregas de potencia constantes se modifican hasta los límites más radicales añadiendo escapes a medida sin restricciones, suprimiendo peso, cambiando las poleas de la transmisión para cambiar el desarrollo o, incluso, añadiendo sistemas de turboalimentación para extraer más potencia de estos modestos motores de trabajo.

Otros no se andan con tonterías y pasan a convertir sus pequeños cortacésped en auténticos Frankenstein mecánicos. Sólo hay que hacer un poco de sitio y meterle un enorme motor big block V8 de Chevrolet. En este caso se trata de un pequeño tractor, pero la fiebre custom es la misma.

Pero tranquilo, que si para ti esto sigue sin ser suficiente los americanos tienen soluciones para todo. Algunos especialistas como Carnage Crew Garage se dedican a desarrollar creaciones tan radicales que incluyen chasis tubulares a medida para crear los cortacésped más extremos que puedas imaginar.

Nadie dijo que cortar el césped tuviera que ser aburrido, por eso Honda creó el Mean Mower con una velocidad punta de 210 km/h.

Suspensiones mínimas, neumáticos de competición, vías ensanchadas y, por supuesto, motores que harían enrojecer a algunos deportivos con propulsores monocilíndricos de alta compresión alimentados con metanol o motores tomados prestados directamente a motocicletas.

Esta subcultura del motor trasciende las fronteras de Estados Unidos y se va mucho más lejos, calando incluso en Inglaterra. Allí es posible que recuerdes al carismático Stig pilotando un cortacésped en circuito, y es que Honda se dejó influenciar por esta tendencia tan americana hasta crear el Mean Mower en 2013.

El Honda Mean Mower puede cortar el césped, sí, pero además puede alcanzar los 210 km/h de velocidad punta gracias a un chasis de acero al cromo-molibdeno especialmente diseñado para soportar la potencia de un motor procedente de una Honda VTR1000F Firestorm: bicilíndrico de 996 cc con 110 CV.

Aún más extremo fue este diseño de la marca de máquinas para el cuidado de los jardines Viking. Pasaron de tener una máquina para cortar el césped bastante rápida a un monoplaza de carreras salvaje con motor V8 que, además, puede dejarte al ras un campo de fútbol en cuestión de segundos.

Así que a partir de ahora ya sabes: empieza a mirar con otros ojos ese jardín que tienes medio abandonado. Puede ser la excusa perfecta para descubrir una nueva afición.

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