Copilotamos el SEAT Toledo Marathon: la bestia española que soñaba con conquistar Dakar hace 30 años

Copilotamos el SEAT Toledo Marathon: la bestia española que soñaba con conquistar Dakar hace 30 años
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¿Sabias que SEAT estuvo cerca de competir en el Dakar? Fue a finales de los años 80 cuando el todavía incipiente departamento de competición SEAT Sport puso en marcha un proyecto que dio como resultado el espectacular SEAT Toledo Marathon, un coche que ha vuelto a la vida ahora para competir en África y que hemos tenido ocasión de copilotar en un tramo de tierra.

En 1985 la marca española SEAT crear SEAT Sport, la división de coches de competición que daría origen a muchos modelos míticos que labraron la imagen de SEAT dentro y fuera de las carreras, dándole proyección internacional como pocos pensaban en aquel entonces que alcanzaría este proyecto.

El primer modelo que salió de allí fue el el Ibiza Bimotor de tracción total, un coche dirigido a competir en el Campeonato de España de Rallyes de Tierra. Le siguió el Marbella Proto, también para el nacional de tierra, pero en este caso enmarcado en la categoría de dos ruedas motrices.

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Fue entonces cuando SEAT decidió pasar a los raids, una categoría que por aquel entonces gozaba de gran popularidad a nivel nacional, con pruebas como la Baja Aragón e internacional, con el París Dakar en pleno auge. De ahí que en el Salón del Automóvil de Barcelona de 1989 se presentase la maqueta de un Ibiza Marathon.

Finalmente, por giros del guión, y ya que el SEAT Toledo era el coche de producción que debería dar más alegrías a la marca española, la base elegida para el prototipo fue el Toledo, el último modelo de SEAT producido en la fábrica de Zona Franca, y presentado en 1991.

Con la experiencia del equipo de raids acumulada desde que comenzasen a trabajar en el proyecto desde 1989, el equipo presidido por el ingeniero Vicenç Aguilera, que también era el responsable del Centro Técnico de Martorell y dirigido por Gaby Cortés, participó en el Campeonato de España de Rallys Todoterreno.

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Utilizaron otros modelos del Grupo VW preparados por SEAT Sport, que en 1990 inauguró unas nuevas instalaciones en Abrera, donde en la actualidad se encuentra CUPRA Racing. El Volkswagen Golf Country por ejemplo.

Anteriormente SEAT ya había tenido proyección internacional en el mundo de la competición al haber conquistado en el Rally de Montecarlo de 1977, pero este proyecto debía ir más allá.

SEAT Toledo Marathon, un prototipo con diseño similar al Toledo de calle

Era importante para SEAT en este regreso a la alta competición optar por una especialidad que admitiera los coches prototipo, pero que estos guardasen un notable parecido con los vehículos de serie. Al mismo tiempo debían ser coches con un amplio margen para demostrar la capacidad tecnológica de la marca.

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El proyecto definitivo del SEAT Toledo Marathon arrancó en octubre de 1990. El vehículo se desarrolló según las especificaciones del reglamento internacional del Grupo T3 (vehículos prototipo todoterreno).

Creado sobre  una estructura multitubular, la carrocería era de materiales compuestos y en posición central escondía un motor de origen Audi, el conocido 2.5 Turbo de cinco cilindros que según la información oficial de la marca desarrollaba 330 CV (aunque alguien admitió que superaba con creces los 400 CV), con tracción a las cuatro ruedas, diferencial central (bloqueable) y diferenciales autoblocantes en ambos ejes.

Para esta disciplina el trabajo en las suspensiones era crucial para tener éxito en este tipo de carreras. Su diseño de dobles triángulos era una de las soluciones más avanzadas e innovadoras del Toledo Marathon, con un recorrido de 30 centímetros.

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Al mismo tiempo, la similitud de formas con el Toledo a nivel de carrocería estaba muy lograda, sobre todo por las ópticas delanteras y traseras, que pese al gigantesco alerón trasero y la carrocería de fibra, recreaban muy bien el aspecto del coche de calle.

Josep Maria Servià, que ya había competido años atrás con el Ibiza Bimotor, fue el encargado del desarrollo final del Toledo Marathon durante 1992. Fue tal el empeño de SEAT Sport en este proyecto que incluso construyó una pista de pruebas en terrenos del Centro Técnico de Martorell.

El resultado fue un coche muy equilibrado, fiable y competitivo que se presentó en el Salón de Barcelona de 1993, a mediados de mayo. Un mes y medio más tarde, y después de haber completado 5.000 kilómetros de pruebas, el Toledo Marathon debutaba en la Baja Portugal, puntuable para la Copa del Mundo FIA de Rallyes Todoterreno, con Servià y su copiloto Enric Oller.

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La siguiente prueba fue la Baja Aragón, donde Cyril Neveu pilotó la segunda unidad del Toledo Marathon. Las expectativas del equipo se confirmaron en el Raid de Grecia, donde Servià encabezó el doblete de los Toledo Marathon, secundado por Antoni Rius y Manel Casanova. Fue el primer triunfo internacional de la historia de SEAT en los raids.

En 1994, los Toledo Marathon disputaron tres rallyes todoterreno y subieron al podio en los tres. Erwin Weber/Manfred Hiemer fueron segundos en la Baja Portugal y terceros en la Baja Aragón, donde Servià fue cuarto. El piloto gerundense terminó segundo en el Raid de Grecia, en diciembre, la última participación del Toledo Marathon.

Con vistas a 1995 estaba previsto competir en el Dakar, pero el proyecto del Toledo Marathon se dio por concluido y, en su lugar, SEAT Sport dio el salto al Campeonato del Mundo de Rallyes, donde las cualidades del nuevo SEAT Ibiza ofrecían una magnífica base para la competición, pero esta vez con un vehículo estrechamente derivado de la serie.

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Dicen que la llegada de un nuevo Presidente a SEAT "al que no le gustaban los coches sucios", fue el motivo que llevó a ver cortada de raíz las opciones de ver un SEAT Toledo Marathon compitiendo en el Dakar contra los Citroën ZX o los Peugeot 205 de la época.

‘RallyClassics África’ 2023

Tal vez algunos os preguntéis qué hacemos ahora hablando del SEAT Toledo Marathon, un coche que tuvo su momento pero que no llegó a más. Pues precisamente este coche sirve para poner en valor que los dirigentes de las compañías pasan en la mayor parte de los casos sin pena ni gloria, la mayoría caen en el olvido, pero lo que queda como legado de la marca son los coches.

De las dos unidades del SEAT Toledo Marathon que se construyeron (la otra fue vendida a un piloto portugués), una sigue viva gracias al trabajo de SEAT Históricos en este caso, que no solo mantiene una unidad impoluta, sino que participará del 16 al 21 de septiembre de 2023 en el ‘RallyClassics África’ con el SEAT Toledo Marathon, al que acompañarán tres unidades de SEAT Ateca de serie con modificaciones específicas para poder competir en el continente africano y de los que os hablaremos en otra entrada.

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El mítico SEAT Toledo Marathon volverá a la competición para celebrar el 30 aniversario de su debut, con Antonio Rius y Carles Jiménez al volante en una prueba rally-raid de regularidad, el ‘RallyClassics África’ que constará de 5 etapas, una de ellas haciendo noche en las haimas del desierto; y tendrá como recorrido la región de Merzouga y Erfoud, en Marruecos, con un itinerario total de 900 km de recorrido; 700 km como regularidad.

Para celebrarlo, hemos tenido la suerte de poder montar con el propio Antonio Rius en un copilotaje inolvidable a bordo del SEAT Toledo Marathon.

En marcha con un sonido embriagador

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SEAT había preparado, como sorpresa a un evento en el que se celebraba el hecho de que del SUV Ateca se han vendido ya más de 100.000 unidades en España y durante este 2023 se alcanzarán las 500.000 unidades en todo el mundo, un copilotaje en el Toledo Marathon.

La expectación por parte de todos los periodistas que nos agolpábamos en la finca, en los alrededores de Barcelona, era máxima. Pero sinceramente el momento más emocionante fue cuando Antonio Rius, acompañado del equipo de SEAT Históricos, puso en marcha el motor del Toledo Marathon.

Un embriagador, afinado y ronco sonido de motor de cinco cilindros al ralentí nos puso a todos los presentes los pelos de punta y nos llevó mentalmente a otras épocas en las que estos motores animaban a coches de rallyes con arquitectura muy similar al de este coche de raids. Sí, me estoy refiriendo a los Grupo B.

Alguien de SEAT pregunta entonces quién quiere ser el primero en subirse al asiento de la derecha, y rápidamente levanto la mano y doy un paso al frente. Me enfundo en la balaclava, me pongo el casco y me dispongo a subir en el habitáculo del Toledo Marathon.

Subir en un coche de carreras suele ser algo complejo, sobre todo porque has de sortear las siempre inoportunas pero necesarias barras de seguridad. En este caso la maniobra era más sencilla que en coches de circuito por el hecho de que esos 30 centímetros de altura libre al suelo dejaban el asiento del copiloto en una posición mucho más asequible para nuestro trasero.

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Los baquet de carreras van en una posición muy recta, muy horizontal. Tiene que ser así porque el enorme bloque de material de fibra que llevas justo detrás es el depósito de combustible, cargado con más de 200 litros de gasolina. Tal vez si lo piensa fríamente alguno no se subiría ahí.

Por fin estoy atado a los arneses, Toni Rius me pregunta si estoy listo y le digo que sí. Comienza el movimiento con los clásicos tirones que dan al arrancar los coches de carreras, y pronto comienza la acción.

El primer acelerón nos deja a nosotros pegados al asiento, al coche avanzando a una velocidad de vértigo por una extensa llanura de tierra, a los gigantescos neumáticos todoterreno bien marcados sobre la superficie y a los demás compañeros que nos veían desde fuera, alucinados con el sonido del motor 2.5 Turbo al acelerar.

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Lo cierto es que desde dentro, con el casco y la separación física que ejerce el depósito de combustible entre el habitáculo y el motor, el sonido de este apenas se aprecia y es mucho más silencioso de lo esperado.

Poco a poco Rius va ganando velocidad en el sinuoso tramo de tierra que nos habían preparado, más digno de un tramo de rally que de raid. Es ahí donde sale a relucir uno de los puntos débiles del Toledo Marathon, que no es precisamente todo lo ágil que nos gustaría para esos menesteres.

Cuesta meterlo en las curvas lentas, y hay que jugar mucho con el derrapaje de la trasera para dibujar bien las trazadas. Es un coche muy "de conducir", ya que no existen las levas ni la caja de cambios secuencial. Aquí cada marcha se mete a mano, como en la vieja escuela.

Me sorprende en positivo el trabajo de las suspensiones, que son capaces de absorber muy bien todas las irregularidades del terreno. Incluso llegamos a saltar en algún momento y el coche apenas transmite nada de esos movimientos al piloto y copiloto.

Lógicamente el calor dentro era notable. Estos coches no son como los actuales del Dakar que cuentan incluso con aire acondicionado, aquí no hay nada de eso que pudiese dar lugar a un fallo técnico a cambio de unos grados de menos en el habitáculo. Esto eran coches de carreras para pilotos de verdad.

Es impresionante la capacidad de tracción del Toledo Marathon, que empuja con una fuerza inaudita, especialmente en el tramo de revoluciones en que el turbo sopla con más fuerza.

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Frena con esa soltura con la que te sorprenden los coches de carreras sobre tierra, ya que siempre piensas en distancias de detención muy superiores a las que realmente son capaces de ofrecer estos coches.

Pronto llega a su fin esta experiencia a bordo del SEAT Toledo Marathon que no olvidaré en la vida y que sirve como entrenamiento para ese ‘RallyClassics África’ en el que veremos, a este SEAT Toledo Marathon con los colores de Repsol, esta vez sí ensuciándose por las dunas de África.

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