Subaru Impreza WRX STI, prueba (parte 3)

Subaru Impreza WRX STI, prueba (parte 3)
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Me pasé cuatro días rodando con el Impreza y todavía no le había buscado las cosquillas, eso no podía seguir así. El día amaneció gris y frío, como si estuviésemos en el Rally de Gales.

Era el momento perfecto para buscarle un poco los límites al STI y ver como funcionan esos “manditos” que están entre los asientos delanteros. El primero el giratorio, que pasa de la posición “inteligente” a la la sport girándolo levemente a la izquierda, o a una todavía más radical “Sport Sharp” girándolo a al derecha.

Sinceramente este es el corazón del coche. El SI-Drive cambia por completo el carácter del Impreza adaptandolo al tipo de conducción que queremos hacer en cada momento y llevandolo del carácter más dócil al más extremo con solo un movimiento de muñeca.

Conozco una pista de tierra en un monte cercano a mi ciudad, por la que había pasado muchas veces andando en todoterrenos, y siempre que lo hacía pensaba “esta es la pista perfecta para un EVO o un Impreza”. El terreno está en buenas conduciones, sin agujeros y con esa “gravilla” que puede hacer que te lo pases en grande con un coche de estas características.

No lo dudé un segundo y me dirigí hacia este “Pikes Peak” particular para disfrutar del Impreza y llevarlo un poco al límite. Para llegar allí hay que pasar primero por una carretera de curvas de unos 10 kilómetros, que perfectamente podría ser la de una subida de montaña del calendario habitual.

Nada más empezar a subirla, giré el mando de gestión de respuesta a la posición “Sport”. Manteniendo el acelerador fijo en una misma posición, en cuanto giras el mando el coche pega un tirón, demostrando que la respuesta en ese modo es mucho más radical.

El carácter del coche cambia por completo, los 300 caballos parecen despertar de su sueño “inteligente” y empiezan a empujar como locos. El motor sube de vueltas rápido, mientras el sonido del bóxer se convierte cada vez en una música más ronca.

En la primera recta corta estiro la segunda, y llego rápido al corte de inyección mientras un “tac tac tac” se escucha en el habitáculo y una luz roja parpadea en el cuadro de instrumentos indicándome que es el momento de meter tercera.

Lo hago con un movimiento rápido, mientras mi cuerpo se pega al asiento Recaro y el Impreza parece querer arrancar el asfalto. Unos metros más arriba me espera la primera curva divertida, una horquilla de izquierda en subida con bastante desnivel en el interior.

Apuro bastante la frenada, y el coche se detiene de forma casi instantánea en cuanto piso el pedal central. Lo hace sin apenas moverse, indicando que el reparto de pesos y el aplomo general del coche están a un gran nivel.

La dirección es muy precisa y directa, y aunque entramos bastante rápido en la curva, el WRX STI no se mueve de la trayectoria que le marcamos. A la salida de la curva pisamos de nuevo a fondo el acelerador y el coche nos vuelve a pegar al asiento, metiendo cuarta en solo unos segundos con un movimiento de pedales y palanca que se hace muy rápido.

La siguiente zona de curvas son una serie de enlazadas rápidas, de esas con mucha visibilidad y que te permiten pasarlas sin miedo. Entro dándole gas, moviendo la dirección de forma firme con ambas manos y el Impreza se mueve de izquierda a derecha como si en la parte delantera llevase una guía que le fijase a la carretera como en los coches de Scalextric.

El sonido del motor parece cambiar a medida que este va cogiendo temperatura, al menos esa es la sensación que me dio durante este tramo de ritmo alto. No descarto que haya sido también fruto de mi imaginación, por que estaba encantado con el comportamiento que me estaba demostrando el WRX STI.

Llegan de nuevo horquillas, una de derechas y otra de izquierdas. En la primera apuro todavía más la frenada que en la anterior y el coche, aunque se muestra un tanto pesado de delante, se mete sin dudarlo hacia el vértice interior de la curva, para salir recto hacia el límite del lado opuesto de la carretera y preparar la siguiente curva de izquierdas.

Los pedales muy juntos me permiten reducir haciendo punta tacón sin ningún problema, y la palanca de cambios es una auténtica maravilla, con unos recorridos cortos y precisos. En esta curva de izquierdas, el coche entró arrastrando bastante pero en ningún momento el control de tracción se mostró intrusivo, es más llegué a pesar que estaba desconectado, porque las lucecitas amarillas brillaron por su ausencia.

Tras esta zona de curvas en la que el Impreza me ha demostrado que en carretera puede situarse como uno de los coches con paso por curva más rápido, llega la zona de tierra.

Me detengo a la entrada de la pista, veo hacia lo alto del monte y la niebla cubría la parte más alta. Me da un poco de “cosa” meter el coche por allí sobre todo por las llantas de 18 pulgadas con perfil 40, pero creo que el terreno estará lo suficientemente cuidado como para que no pase nada.

Primera, gas a fondo y salgo como un auténtico misil, con el coche traccionando como si estuviese sobre asfalto. Las cuatro ruedas lanzan tierra hacia atrás y es que el Impreza, además del sistema de control de la respuesta del motor, lleva al lado del mando de éste otros mandos que permiten jugar con los diferenciales.

Mañana más…

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