Irene Mendoza
La pregunta suena incómoda porque lo es: ¿cuándo se es demasiado mayor para conducir? La respuesta rápida es que no existe una edad concreta ni un límite legal que marque cuándo hay que colgar las llaves del coche. La más concreta es que depende de cada conductor y de cuándo la edad empieza a afectar a la seguridad al volante.
Lo señalan entidades sanitarias como Kaiser Permanente, que recomiendan un enfoque personalizado, teniendo en cuenta el deterioro sensorial, la medicación, los reflejos y las alternativas de movilidad, y apuntan un dato inquietante: muchas personas conducen entre siete y diez años más de lo que “deberían”. Por eso, para ellos, los 70 años son una buena referencia para empezar la conversación, incluso antes si existen problemas de salud.
Cuando conducir deja de ser rutina y pasa a ser una prueba diaria
Lo que más importa no es la fecha de nacimiento del DNI, sino lo que pasa en el día a día al volante, dicen los expertos de la Harvard Medical School. Ellos recomiendan fijarse en señales muy concretas: “Que otros conductores piten con frecuencia, que familiares o amigos eviten viajar contigo cuando les ofreces llevarles”, o que empiecen a aparecer pequeños golpes en el coche sin una explicación clara. Según sus estudios, estas pequeñas señales suelen ser las primeras en aparecer cuando nadie se atreve a decirlo en voz alta.
Los datos de otras entidades acompañan a esa sensación: Kaiser Permanente, concreta que a partir de los 70 años aumenta la probabilidad de sufrir un accidente frente a casi cualquier otro grupo de edad, con la excepción de los conductores de 25 años o menos. Por su parte, datos recogidos por Harvard y el IIHS muestran que el riesgo vuelve a repuntar con fuerza en conductores de 80 años o más. No significa que a esa edad esté prohibido conducir, pero sí que el margen de error se reduce.
En España no hay límite de edad, pero sí dudas sobre la renovación del carnet
En España no existe una edad máxima para conducir, pero sí plazos de renovación del carné: hasta los 65 años se renueva cada 10 años y a partir de esa edad, cada 5. Un sistema que muchos consideran poco exigente para una población cada vez más envejecida. Desde el sector de los centros psicotécnicos, la crítica lleva tiempo sobre la mesa.
El problema no es solo cada cuánto se renueva, sino qué se evalúa realmente. Un estudio de Fundación Línea Directa de 2024, revelaba que el 98 % de los conductores nunca ha suspendido un psicotécnico y que uno de cada diez reconoce haber obtenido el “apto” prácticamente sin hacer la prueba. Aun así, entre los mayores de 65 años, un 10 % fue declarado No Apto y cerca de un 70 % obtuvo el carné con alguna restricción.
La medicación, el factor del que menos se habla
Más allá de la edad, hay un elemento clave que rara vez se aborda con suficiente profundidad: la medicación. El Reglamento General de Conductores no fija un tope máximo de edad, pero sí contempla enfermedades y tratamientos que pueden limitar o impedir la conducción a cualquier edad.
Hemos de recordar que al volante se toman decisiones de forma constante, unas 15 por minuto de media, y cualquier alteración en reflejos, atención o percepción puede marcar la diferencia. Por eso, desde entidades médicas como Kaiser Permanente se insiste en una recomendación básica: hablar con el médico antes de que aparezcan los problemas, no después.
A todo esto se suma un factor incómodo: no todo el mundo puede dejar de conducir aunque quiera. Un estudio publicado en ScienceDirect, basado en datos de la National Household Travel Survey 2017, muestra hasta qué punto el coche sigue siendo imprescindible para muchas personas mayores en EEUU. El 57,7 % vivía en barrios sin acceso cercano a transporte público, y entre los mayores que seguían conduciendo, solo el 8,9 % iba en transporte público.
En la práctica, para millones de personas dejar el coche no supone solo cambiar de hábito, sino perder autonomía y vida social.
Así, la edad a la que alguien es “demasiado mayor” para conducir no está escrita en ninguna ley ni en el calendario. Está en ese punto exacto en el que la conducción deja de ser segura y empieza a generar dudas, errores o riesgos. Detectarlo a tiempo no es renunciar a la libertad: es la forma más responsable de protegerla.
Imágenes | Unsplash, DGT
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