En la carretera ocurren cosas increíbles

En la carretera ocurren cosas increíbles
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Tres de la mañana. Volvía de pasar el sábado fuera, y de cenar y tomar unas copas con los amigos. Las copas las habían tomado ellos, porque a mí me tocaba volver solo en coche, y la gasolina se corta si le echas una sola gota de alcohol.

Cincuenta kilómetros de autopista me separaban de mi casa. El cansancio es uno de los grandes enemigos del conductor, y las circunstancias no ayudaban: noche nublada, ambiente húmedo y cargado y una monótona autopista por delante. Eso sí, una luna llena preciosa y muy bajita que se dejaba ver de vez en cuando.

Para evitar la fatiga, aire fresquito (17ºC) y algo de música. Haciendo zapping en la radio, me encuentro con una voz sugerente, una voz de esas que sólo se escuchan en la radio por las noches, diciendo la siguiente frase: en la carretera ocurren cosas increíbles.

Se trataba de Iker Jiménez y Milenio 3, era la primera vez que escuchaba el programa. Y era un “especial carretera”, en el que repetían una y otra vez que las carreteras eran lugares místicos en los que ocurrían cosas increíbles.

Entrevistaban a un señor que contaba su increíble historia en la carretera. Iba solo de noche a casa de sus suegros, en un pueblecito, una carretera que conocía ya que la frecuentaba habitualmente. La niebla era intensa, y él apenas veía la carretera, pero sabía que era la correcta.

A partir de cierto momento comenzó a notar la carretera ajena, extraña. La niebla no le dejaba ver, él seguiía sabiendo que tenía que ser por allí. Así recorrió unos 20 kilómetros. Y, de repente, sucedió lo increíble. Se encotró con los carteles que tendría que haber pasado hacía varios kilómetros.

En ese momento, a mí me ocurrió algo. Se me aparecieron unas luces que se movían de un lado al otro, con un movimiento acompasado. Se acercaban a mí y nada las podía detener. Era el cartel del peaje, y ya estaba llegando a mi destino. ¿Suceso paranormal? No, es que me venía riendo del tipo durante todo el camino y se me pasó volando.

Ni monstruos, ni espíritus, ni nada de nada. El señor e Iker habían descubierto un gran suceso paramídelomásnormal: caminar en círculos por una carretera cuando hay poca visibilidad.

Pero la historia no terminaba ahí, Iker comentó algo que le sucedió a él. En un pueblo extremeño que no conocía, viajaba para investigar unas apariciones, muerto de miedo. Salió del pueblo de noche y, veinte minutos después, se volvió a encontrar el cartel del pueblo, en el mismo sitio donde se habían producido las apariciones. Le entró un escalofrío, y me dió envidia. Yo cuando me pierdo y vuelvo al mismo sitio sólo acierto a echar pestes por la boca, y eventualmente culpar al GPS si había confiado en él.

En todo caso, todo el mundo cumplió su objetivo. Iker tuvo material para un programa, el señor tuvo su momento de gloria, los oyentes su ración de miedo semanal y yo llegué a casa sin pizca de sueño.

Me hubiera gustado llamar para contar la mía. Sucedió también de noche, volvía a mi casita de vacaciones en un pueblo que apenas conocía. El cansancio hizo que me equivocase tres veces de sitio, teniendo que dar la vuelta, coincidiendo con la misma patrulla de la Guardia Civil en las tres ocasiones. Misteriosamente no me pararon, y eso que a pesar de no haber bebido parecía el típico borracho dando palos de ciego.

Y es que en la carretera ocurren cosas increíbles. ¿Cuál es la vuestra?

Historia dedicada a todos aquellos que nos leen en horario nocturno. Porque en Motorpasión también tenemos historias para no dormir.

Foto | bennyseidelman

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