La ACEA pide calma: el Brexit y la imposición del vehículo eléctrico dañarán el mercado europeo automotriz

La ACEA pide calma: el Brexit y la imposición del vehículo eléctrico dañarán el mercado europeo automotriz
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El Brexit y las estrictas regulaciones medioambientales van a provocar la ralentización del mercado europeo de automóviles del 1 % en 2018. Así lo advierte la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) con Carlos Tavares al frente, que ha expresado que los responsables políticos no deberían imponer el uso de vehículos eléctricos puros ante la cuota de mercado europea que se presenta.

Salvaguardar la competitividad de la industria

Las ventas de vehículos de gasolina ya superan a los diésel en Europa, por primera vez desde 2009

En 2017, el mercado europeo de automóviles creció un 3,4 %, lo que equivale a más de 15 millones de automóviles vendidos. Sin embargo, la ACEA prevé una recuperación frágil ante un escenario disruptivo: electrificación imperativa y divorcio de Reino Unido y la Unión Europea, todo ello aderezado con el recorte de los niveles de CO₂ para los coches nuevos de cara a 2025.

La propuesta de la Unión Europea de reducción de emisiones resulta demasiado agresiva para la ACEA, que considera que no se debería imponer el uso de vehículos 100 % eléctricos ante una cuota de mercado "baja y fragmentada". "Es necesaria una visión de 360 grados de los posibles impactos de esto, incluidas las dimensiones económicas y sociales". "Los responsables políticos deberían, por supuesto, fijar objetivos ambiciosos para las reducciones de CO₂, pero no deberían imponer la opción tecnológica ", ha advertido Tavares.

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A esto se le une el aumento en 2017 de las ventas de coches de gasolina en un 10 %, por primera vez desde 2009, y la disminución de los diésel en un 10 %. Según Tavares, esto puede suponer un problema para cumplir con los objetivos europeos y considera que el cambio hacia los vehículos cero emisiones debe ser gradual para minimizar el impacto en la industria.

Los fabricantes esgrimen el arma del CO₂ para salvar el diésel: queman hasta un 25 % menos de combustible que los motores de gasolina y pueden ser cruciales para ayudar a cumplir los objetivos climáticos a medio plazo. Esta tecnología representó casi la mitad de todos los coches vendidos en Europa en 2016; sin embargo, está siendo acorralado.

En 2017 los denominados vehículos alternativos (híbridos, enchufables, elétricos, GLP...) fueron los que más crecieron (un 35%), aunque aún representan exclusivamente el 5,2 % del total de ventas del mercado.

"Un tren que avanza lentamente hacia el choque"

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En cuanto al Brexit, la ACEA considera que los negociadores deberán resolver la incertidumbre llegando a un acuerdo rápido sobre el período de transición, un periodo de transición cercano a tres años durante el cual las empresas deberán "adaptarse a las nuevas realidades y permitir que instalaciones cruciales, como la infraestructura aduanera, se construyan a un nivel que pueda hacer frente a las demandas adicionales".

Lo cierto es que la Cámara de los Lores es estos días testigo de un maratón de incertidumbe. Más de 200 lores han rechazado la Ley del Brexit y reclaman un segundo referéndum. "El Brexit es un tren que avanza lentamente hacia un choque", ha advertido Lord Karn Bilimoria, fundador de la cervezas Cobra (sí, has leído bien).

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Un texto que adapta cientos de normas comunitarias a la legislación británica y que apartará a los británicos del mercado único. Pero hay más a parte del medioambiente, el Brexit y la imposición del vehículo eléctrico.

12,6 millones de personas, o el 5,7 % de la población empleada de la Unión Europea, trabajan en el sector. 3,3 millones de empleos en la fabricación de automóviles representan casi el 11 % del empleo manufacturero del viejo continente. Aquí es donde entran en juego los grupos de presión.

¿Y qué más? El sector del automóvil gastó en 2014 más de 18 millones de euros en actividades de lobby en Bruselas, según datos del Registro de Transparencia de la Unión Europea. Así que estamos ante gobiernos que prohíben el diésel mientras tratan de salvarlo entre bambalinas y se plantean si deben proteger la economía doméstica o castigar un engaño. Ahí radica el dilema, la encrucijada.

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