China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, pero EEUU no se queda atrás: su ejército contamina tanto como Eslovenia

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Irene Mendoza

El ejército de EEUU no sólo es el más grande del planeta, también es la institución que más gases de efecto invernadero emite en el mundo. Según un estudio reciente publicado en PLOS Climate, su huella energética supera incluso a la de países enteros como Suecia o Portugal.

Así, entre las conclusiones del informe, destaca que recortar el gasto militar de EEUU podría reducir las emisiones a niveles comparables con el consumo energético de Eslovenia o Delaware. Y para eso no haría falta una reducción drástica del inmenso presupuesto con el que cuenta el ejército estadounidense (1 trillón de dólares, nada menos): bastarían algunos recortes concretos.

El mayor ejército del mundo también lidera en emisiones

Entre 2010 y 2019, el Departamento de Defensa de EEUU, generó unas 636 millones de toneladas métricas de CO₂ equivalente. Es una cifra colosal, y eso que solo incluye las emisiones directas e indirectas por electricidad (lo que se conoce como Alcance 1 y 2). No contempla otras fuentes más difíciles de rastrear como transporte de personal, cadena de suministros o gestión de residuos, por lo que su huella real es aún mayor.

Por aterrizar estas cifras: si el ejército estadounidense fuese un país, ocuparía el puesto 47 en el ranking mundial de emisores,por delante de Portugal, Suecia o Suiza. El principal culpable: el consumo energético asociado a su vastísima infraestructura, que incluye más de 1.700 bases y cientos de miles de vehículos, buques y aeronaves.

El estudio, liderado por el sociólogo Ryan Thombs (Universidad Estatal de Pensilvania), analizó datos entre 1975 y 2022 para establecer el vínculo entre el gasto militar estadounidense y el consumo energético del Pentágono. Y no tardó en llegar a la conclusión de que los recortes presupuestarios reducen mucho más el consumo de energía de lo que lo incrementan los aumentos.

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Esto se debe a una asimetría estadística: mientras que aumentar el presupuesto un 1 % solo incrementa el consumo energético en un 0,11 %, reducirlo un 1 % conlleva una caída del 0,98 %. ¿Por qué? Porque al reducir el gasto se limitan operaciones, vuelos, desplazamientos, entrenamiento, mantenimiento y uso de instalaciones. Es decir, se para la maquinaria.

El combustible de avión, talón de Aquiles del ejército

El combustible para aviación representa más del 54 % del consumo energético total del Departamento de Defensa en los últimos 50 años. Esto convierte a los aviones militares en uno de los mayores contribuyentes al problema. Además, se trata de un sector especialmente difícil de descarbonizar: las alternativas sostenibles al queroseno aún no están listas para sustituirlo a gran escala.

Por eso, el estudio advierte que si se quiere reducir de verdad la huella del ejército, hay que empezar por el cielo. Menos vuelos, menos entrenamiento aéreo, menos despliegues innecesarios. Solo con eso, ya se lograría un recorte sustancial en las emisiones.

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Asimismo, el equipo responsable del estudio elaboró siete escenarios presupuestarios para proyectar cómo afectaría cada uno al consumo energético del Departamento de Defensa. El más optimista (una reducción sostenida del 6,59 % anual hasta 2032) establece que para ese año el ejército estadounidense consumiría lo mismo que todo el país de Eslovenia o que el estado de Delaware.

En cambio, si el gasto sigue aumentando como en los últimos años, el consumo energético también se dispararía, alcanzando niveles similares a los de países como El Salvador o incluso mayores.

Más bases militares en activo, más emisiones

El informe también destaca cómo el tamaño del ejército y su infraestructura global influyen directamente en las emisiones. EEUU mantiene más de 900 bases dentro del país y otras 800 repartidas por todo el mundo. Muchas de ellas consumen energía de forma constante, incluso en tiempos de paz, solo por mantenerse operativas.

Cerrar instalaciones, sustituir vehículos por versiones más eficientes o simplemente reducir la frecuencia de maniobras puede tener un efecto notable. No solo en términos medioambientales, sino también económicos: menos gasto, menos consumo, menos emisiones.

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Aunque el estudio se centra en EEUU, sus conclusiones son extrapolables. Muchos países europeos están aumentando su gasto en defensa ante el contexto geopolítico actual. Francia, Alemania o Reino Unido poseen ejércitos de gran tamaño con estructuras comparables.

Ampliar este tipo de investigaciones al ámbito internacional sería clave para entender el papel real que juegan las fuerzas armadas en la crisis climática. De hecho, algunos expertos creen que los ejércitos podrían llegar a ser actores clave en la transición ecológica, si se lo proponen.

Imágenes | Unsplash, Visual Capitalist

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