
Existen tanto los autobuses de dos plantas como los articulados, pero a mediados de la década de los 70 del siglo pasado a una marca de autobuses alemana, hoy integrada en MAN, se le ocurrió una idea revolucionaria: mezclar ambos conceptos en un autobús de dos pisos articulado. Y así es como nació el Jumbocruiser.
Concebido para viajes de larga distancia como autocar de lujo, este gigante se convirtió entonces en el autobús más gigantesco del planeta, con récord Guinness incluido en 1975. Pero nunca llegó a fabricarse en serie y muy pocas unidades vieron la luz. Acabó fagocitado por sus características: demasiado grande, demasiado caro y poco seguro.
Un gigante de carretera que quería ser como los aviones jumbo
En los años 60 y 70 los autobuses de línea de larga distancia estaban en pleno auge en Europa. Y un autocar con una enorme capacidad para pasajeros en teoría era una buena apuesta: cuantas más personas viajen por trayecto, más rentable. Es precisamente lo que pensó la firma germana Neoplan, según recoge la revista germana Omibus Spiegel. Tras varios años de desarrollo presentó el Jumbocruiser en el Salón del Automóvil de Frankfurt de 1975.
Al menos esa fue su denominación comercial, inspirada en los aviones jumbo, con el Boeing 747 como máximo exponente y que precisamente empezó a operar en aquellos años. En realidad se denominaba internamente como N 138/4: N por Neoplan, 1 por de tipo lujo, 38 por su número máximo de filas de asientos y 4 por el total de sus ejes. Mucho mejor Jumbocruiser, claro.
100 pasajeros y hasta bar. El Neoplan Jumbocruiser estándar medía nada menos que casi 19 m de largo, 2,5 m de ancho y casi 4 m de alto. Justo las cotas máximas permitidas en aquel momento. Con semejantes dimensiones ofrecía alrededor de unos 90 m² en su interior y en teoría podía incluir 144 plazas.
Los asientos se distribuían entre los dos pisos de la sección delantera y el segundo de la trasera: el primer piso de la sección inferior posterior acogía un bar (sí, un bar), un baño y la zona de carga para las maletas (21 m³).
Estas eran sus características generales, pero dado que se ofrecía por encargo se daba la posibilidad al cliente de adaptar al gusto su distribución. Por ejemplo las pocas unidades que vieron la luz rondaron entre 80 y poco más de 100 asientos, pues se priorizó la comodidad del pasajero: en uno de 102 plazas el espacio entre asientos era de 80 cm. Había que justificar un billete más caro pues, recordemos, era para trayectos premium.
Un V12 diésel. Esta gigantesca mole se movía gracias a un propulsor Mercedes-Benz OM404 diésel V12 de 19.1 litros, 440 CV y 1.285 Nm de par. Con esa fuerza debía mover sus más de 28 toneladas, sumando pasajeros, conductor, el camarero del bar, las maletas, etc.
Todas las unidades producidas menos una embutían este motor en el centro, que transmitía su entrega al segundo eje gracias a un cambio automático Allison HT 750 de cinco relaciones.
De autobús de línea a motorhome de The Kelly Family. Se señala que solo 11 unidades del Neoplan Jumbocruiser vieron la luz: 10 entre 1975 y 1986, y una última en 1992, con motor trasero en vez de central. Entre las operadoras que lo incluyeron en su flota encontramos a Globus Travel, TDR, Sola Ruten o la nipona Chuo Kanko. Una de las rutas del Jumbocruiser recalaba España, como se puede apreciar en la foto de portada tomada en Lloret de Mar (Girona).
Además, algunas de estas unidades luego fueron adaptadas para otros cometidos. Por ejemplo la segunda concebida terminó por ser el autobús de gira de The Kelly Family: el grupo aparcó su tradicional bus clásico para recorrer Europa con este Jumbocruiser convertido en lujoso motorhome. Lo alargaron para embutir 28 camas. Luego esta misma unidad acabó algunos años en un museo.
Una vida muy corta y un accidente por culpa de un café
Este gigante de cuatro ejes no tuvo mucho éxito y las compañías que introdujeron sus unidades acabaron por quitarlas de sus flotas. Debido a su envergadura tenía problemas para acceder a no pocas estaciones de autobuses. Su ángulo de giro era nada menos que de 24 m.
También era bastante más caro que un autobús de línea tradicional, más simples, de un solo piso. A los articulados o bien de dos pisos se recurre más para transporte público urbano. Por mucho que pudiera acoger más plazas y vender más billetes, no salía a cuenta.
Además, uno de estos Jumbocruiser, que cubría un trayecto entre Bélgica y, precisamente, España tuvo un accidente en una autovía francesa y acabó volcando. Esto llevó a las operadoras a dudar de su estabilidad en largas rutas. Si bien denunciaron a Neoplan, se acabó determinando que la culpa fue del conductor que se distrajo mientras tomaba un café a sus mandos. A raíz de aquello, Francia prohibió los autocares de línea articulados.
Actualmente, las unidades que quedan vivas se utilizan para eventos o exhibiciones. También han protagonizado anuncios. Mientras, Neoplan fue absorbida por MAN, primero como filial en 2001 y ya en 2008 integrada por completo. No consiguió revolucionar los larga distancia, pero siempre será recordada por este gigantesco autobús tan ambicioso como poco práctico.
Imágenes | Wheelsage, Neoplan