BMW M12/13 turbo; la respuesta

BMW M12/13 turbo; la respuesta
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Ante la pregunta ¿Cuál es el motor más poderoso que se haya visto en la Fórmula 1?. El BMW 12/13 Turbo de 1981, y en actividad hasta 1986, todavía es considerado el motor más salvaje de todos. Exponente de una época donde las restricciones solo existían en la imaginación, el veterano propulsor se eleva majestuoso aún en nuestros días, ya que con sus 4 cilindros y 1,5 Lts es capaz de generar unos escalofriantes 1430 caballos de potencia, una cifra inaudita en los 64 años que llevamos de Fórmula 1.

Sin lugar a dudas, entre 1984 y 1986 vieron acción los propulsores más bestiales de cualquier época, y menos mal que la aerodinámica estaba en pañales porque en vez de coches se habrían observado unos aviones caza pidiendo pista para despegar. Mención adicional merece el Ferrari 044/1, el último de los V12. Un 3 Lts atmosférico que ciertamente era algo anacrónico para su tiempo, en cuanto a peso y consumo, pero escuchar extasiado sus 850 caballos gritando de alegría mientras se desbocaban en sexta velocidad era lo más cercano a un ejercicio místico.

No sé si mi percepción de mundo está algo desfigurada, pero donde otros escuchan ruido yo escucho una melodía fascinante.

El tormentoso BMW M12/13 o la maldad hecha música.

No quisiera polemizar con el asunto de los sonidos de los nuevos motores V6 Turbo porque ya dejé clara mi posición al respecto. Aunque todavía es muy temprano para juzgar y condenar a los propulsores 2014, honestamente, así les adicionen un sistema de sonido 5.1 con dos subwoofers de 12 pulgadas, jamás serán tan atractivos como sus antecesores. Y no es solo por el sonido, es por lo que representaban esos motores, es la vibración como sinónimo de indocilidad, la advertencia de la enemistad. Como espectador, me gustaría volver a ese tiempo donde un Fórmula 1 era un desafío para el piloto, observar esa pugna entre un irreflexivo ser humano y una máquina embravecida.

El bramido del V12 era tan sublime que así el Ferrari no estuviera dominando la carrera obligaba a prestar atención. Tampoco había narrador que pronunciara palabra alguna mientras el motor fuera el protagonista.

Y si esto es ruido, pues debo admitir que me fascina el ruido...

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