Fiat 500 Largo, la brutal visión de Hamman

Fiat 500 Largo, la brutal visión de Hamman
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Imaginar un Fiat 500 con 265 CV es algo propio de una mente muy calenturienta, pero eso es lo que han decidido hacer los magos de Hamman con el nuevo icono italiano, y para no asustar mucho lo han llamado Largo. De momento se me escapa el significado.

Partiendo del motor del Fiat 500 Abarth, es decir del bloque 1.4 T-Jet de “sólo” 135 CV, su potencia se ha aumentado hasta una cifra que suena a barbaridad: 265 CV a 5.630 rpm. Los 348 Nm de par máximo que además acompañan a esa cuadra aseguran esguince de cervicales al menor descuido.

A mi me parece mucha potencia para un bloque de 1.4 litros aún con la ayuda de la turboalimentación, así que habrá que ver la fiabilidad de la criatura. Unas suspensiones bien afinadas en cuanto a rigidez y una altura rebajada en 6 centímetros debe favorecer la doma de tanto semental, y unos frenos sobredimensionados con pinzas de cuatro pistones harán de bridas de detención.

Estéticamente el Fiat 500 Largo no puede pasar desapercibido. Los pasos de rueda ensanchados y los faldones delanteros con dos tiras de luces diurnas de LED le dan aspecto de “matagigantes”. Las llantas de 18 pulgadas de diámetro harán sombra a las de cualquier deportivo “de mayor”, y el diseño de las de 5 palos me recuerda a las del 911 Turbo recién sustituido.

Los neumáticos van con medidas diferentes delante y detrás al modo de los tracción trasera más prestacionales (215/35 ZR18 y 225/35 ZR18) y cuatro relucientes tubos de escape en el difusor trasero se encargan de dar rienda suelta a la respiración de la manada. Esperemos que el bramido se corresponda con lo esperado.

Una mirada al interior revela un trabajo de identificación: volante achatado en cuero con costuras en rojo, pedales de aluminio, alfombrillas de promoción y asientos con el bordado de la casa “Hamann” en la cabecera. ¿Demasiado macarra? Pues con las llantas negras mate yo lo encuentro delicioso. Eso si, me gusta más el Abarth esseesse.

En Motorpasión | Abarth 500, prueba (parte 1)

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