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Cinco formas curiosas de alimentar un motor

Cinco formas curiosas de alimentar un motor
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Hay un debate abierto sobre cómo será la alimentación de los vehículos del futuro. Que si serán eléctricos a baterías, que si con pila de combustible, que si mientras lo uno y lo otro acaba de desarrollarse lo mejor es optar por un sistema híbrido que aproveche todo un siglo de investigación en motores térmicos aunándolo con las crecientes posibilidades que nos da la electricidad...

Bien, pues en medio de este debate sobre qué energía nos moverá en unos años, surgen ciertas opciones para alimentar un vehículo más o menos domésticas, que pueden dar lugar a resultados... dispares. Como en aquel programa de la tele, lo mejor es que no intenten hacer esto en sus casas.

Gasógeno, un invento del pasado que regresa al futuro

Coche impulsado por gasógeno

El gasógeno se puso de moda en Europa durante la posguerra y ante la escasez de combustibles derivados del petróleo. Inventado por Georges Imbert, el sistema se componía básicamente de un depósito de combustible, normalmente leña o materiales específicos, y una caldera en la que se hacía arder el combustible con muy poca aportación de oxígeno hasta alcanzar la combustión incompleta. Fruto de ese proceso, se originaba monóxido de carbono, dióxido de carbono e hidrocarburos no quemados, que una vez fríos pasaban al motor y lo hacían funcionar.

Esta forma de proceder, tan del pasado, ha conocido nuevos impulsos a raíz de las escaladas del precio de los carburantes derivados del petróleo, sobre todo en zonas rurales y en países en vías de desarrollo. Sin embargo, además del problema de tener que ir con media casa a cuestas, el gasógeno resulta ser altamente ineficiente como combustible para el motor, además de los problemas medioambientales que acarrea.

Car-puccino, ojalá que llueva café

Car-puccino

El car-puccino, que así se dio a llamar el invento en un alarde de ingenio por parte de sus creadores, los responsables del programa 'Bang Goes The Theory' de la BBC, no es más que un derivado del coche de gasógeno, pero alimentado con granos de café. Se tuestan como quien prepara un torrefacto, se liberan gases, se enfrían... y al motor.

Eso sí, dependiendo de la variedad que se emplee, su conducción puede resultar altamente estimulante y aromática. Y todo, con un consumo medio de 90 cafés por kilómetro recorrido para lograr una velocidad de casi 100 km/h. ¿A cuánto decían que iba el precio de un espresso en un bar?

Agua, elemental para la vida... y para el motor

Agua

El motor de agua es uno de esos asuntos que cíclicamente se ponen de moda. El filipino Daniel Dingel se atribuye la autoría de este motor que en realidad no es más que un motor de hidrógeno que emplea la electrólisis para extraer el gas a partir del agua. Pero también hay una firma japonesa que tiene a punto el Genepax, un coche con apariencia de cuatriciclo ligero que funciona gracias al líquido elemento, a razón de un litro de agua por 80 km recorridos.

Si en un solo siglo de motores de combustión ya hemos tenido todo tipo de problemas sociales asociados a la extracción del petróleo, ¿qué no podría llegar a suceder si se estableciera que el agua pasa a ser el relevo del oro negro? Ni los guionistas de 'Mad-Max' habrían imaginado un futuro similar...

Aire: oxígeno, nitrógeno y argón... en automoción

Humo

El motor de aire comprimido inventado por el francés Guy Nègre es una de esas propuestas que colea desde hace una década pero que no acaba de arrancar. El funcionamiento del motor se basa en la compresión a 20 bars del aire que se inyecta en una cámara, proceso que eleva la temperatura de ese aire a 400 ºC, y con ese cambio de temperatura se produce una expansión del aire, lo que se traduce a movimiento del pistón.

Pero aunque el aire sea gratis, el proceso de compresión no lo es. La autonomía de los prototipos, de entre 150 y 200 km, se consigue gracias a un proceso de recarga que dura unos minutos empleando un compresor industrial, o bien de forma doméstica con un consumo de... 5,5 kilovatios durante 4 horas.

El papel de aluminio, del bocata al depósito

Aluminio

"Agua, una lata de cerveza, papel de aluminio, sosa cáustica..." No, no es la lista de la compra, sino los ingredientes que se manejan en algún que otro foro de internet para proponer una forma casera de alimentar un motor. Se disuelve la sosa en agua dentro del depósito del coche (¡ay!), se vacía el contenido de la lata de cerveza (para entender mejor qué estamos haciendo exactamente), la troceamos y la añadimos al depósito. Si somos abstemios, podemos emplear papel de aluminio.

De esta reacción obtenemos aluminato sódico e hidrógeno, que una vez desecado puede resultar útil para mover el motor, aunque de todas las opciones mencionadas en esta recopilación, quizás esta sea la que mejor se merece un aviso en letras bien vistosas: No intenten hacer esto en sus casas.

Al final, con tanto debate sobre cuál es la mejor opción para mover un coche, podemos tener la sensación de que estamos ante una de esas discusiones bizantinas, casi como cuando coexistieron en los hogares el vídeo Beta, el VHS y el V-2000. Cada uno defendía su formato predilecto... sin sospechar que al cabo de unos años tirarían sus aparatos a la basura y los reemplazarían por el DVD, el BluRay... y al final por un simple disco duro lleno de archivos. ¿Qué será lo que mueva nuestros coches en el futuro?

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